Salinas y Playa del Pinet

Las Salinas de Santa Pola fueron declaradas Paraje Natural el 12 de diciembre de 1988 y posteriormente pasaron a la figura de Parque Natural el 27 de diciembre de 1994 en razón a su biodiversidad, a sus endemismos y a la compatibilidad de los usos económicos con la conservación ecológica (Industria salinera). 

Humedal reconocido a nivel internacional incluido en la lista RAMSAR, en la Red Natura 2000 y declarado zona ZEPA, con una superficie de 2.469,7 ha; situado entre los términos municipales de Santa Pola y Elche, está compuesto por dos grandes compañías salineras (Braç del Port y Bonmati), terrenos palustres de diferente gradación salina, saladares, zonas arenosas costeras, cotos cinegéticos y terrenos de cultivo con especies tolerantes a la salinidad.

Las Salinas, junto con el parque natural Hondo de Elche, formaban una antigua albufera que fue colmatada el el siglo XVII. Es un importante sitio de nidificación de aves acuáticas y de paso de aves migratorias; complementadas con el Clot de Galvany y parque natural Lagunas de La Mata y Torrevieja, conforman un extenso paraíso para la avifauna.

Entre la biodiversidad reinante cabe mencionar como formaciones vegetales mas importantes, el cañizar, juncal (vegetación palustre), los saladares (destacando las sosas) y la vegetación del ecosistema dunar.

Iniciamos ruta desde el aparcamiento de la zona sureste

 en unas antiguas balsas salineras, donde se mantiene el circuito del agua por su alto valor ecológico para la supervivencia de la avifauna; caminamos paralelos a las balsas entre vallado maderero por la arena, con tramos de tablas sobre las dunas; 

entramos en la primera caseta de observación (La Avoceta), 

observaremos a las aves  alimentarse de los peces e Invertebrados de las salinas (mientras que la producción salinera se beneficia de la riqueza mineral aportada por sus excrementos); este espacio es un claro ejemplo de coexistencia entre los usos tradicionales: explotación salinera, actividad agrícola, piscícola, cinegética, etc. y la conservación del medio.

Vemos un charco (mallada), donde  reptiles, aves y mamíferos aprovechan para hidratarse. 

Pasamos por el segundo observatorio (Gaviota Picofina); 

son residentes habituales el chorlitejo patinegro, flamenco, zampullín común, avoceta común, cigueñuela común y gaviota picofina. 

Estivales: charrancito común, canastera común, aguilucho cenizo y carricero común. Invernantes: pato cuchara, cerceta común, águila pescadora, espátula común y correlimos tridáctilo. Migratorias: cerceta  pardilla, morito común, zampullín cuellinegro, correlimos zarapitín y archibebe común.

Desde otra mallada más extensa 

accedemos a la pasarela que, por la izquierda, 

nos conduce a la torre observatorio del Pinet, 

como desde mediados de marzo hasta finales de septiembre, cierran los 700 m a la Torre del Altillo por nidificación de la gaviota picofina (especie protegida), 

damos la vuelta y, visto el paisaje, no parece que perdamos mucho; retrocedemos atravesando el cordón dunar que aísla el humedal para acceder a la Playa del Pinet, 

por la derecha se intuye la desembocadura del río Segura 

y a la izquierda, contemplamos el cabo de Santa Pola con la ciudad a sus pies y la isla de Tabarca, mientras caminamos por la playa de arena fina y aguas transparentes durante 1km 

al Muelle de la Sal 

de las Salinas de Bonmati 

y los restos de una gabarra transportadora de sal.

Tras 250 m, pasamos junto a la jaula, 

que acaban de retirar, del azarbe de entrada de agua a los charcones salineros, 

cuya finalidad es impedir el paso de las algas a su interior;

 en 1,1 km cruzamos la salida de otro canal 

y tras otros 500 m, tomamos el mantente en la desembocadura del río Vinalopó.

Damos la vuelta 

observando los escarabajos Erodius carinatus, de cuerpo globoso, sin la separación o cintura entre pronoto y resto del cuerpo, de alrededor de un centímetro de longitud, color uniformemente negro y élitros provistos de costillas longitudinales; las tibias anteriores se hallan ensanchadas en forma de pala y muestran dos dientes prominentes, adaptaciones ambas a la excavación en el sustrato arenoso en que habita; 

con la refrescante y húmeda brisa casi frontal, alcanzamos la entrada a la pasarela desde las dunas rodeados de gaviotas.

Un baño refrescante 

y continuamos por el camino vallado en el cruce a la izquierda; 

numerosas y larguísimas raíces de los pinos a modo de tentáculos, se entrecruzan en el camino y sobresalen fuera del suelo arenoso, hay que pisar con cuidado; 

cruzamos un sombrío bosquete de eucaliptos 

entrando en una zona de microreserva de flora; 

un cartel informativo nos habla sobre la repoblación y fijación de las dunas de Santa Pola, Elche y Guardamar; para contener el avance de las dunas, se repoblaron de 700 ha de arenales con 600.000 pinos (Pinea y Halepensis); plantación de flora exótica invasora que, más tarde algunas de ellas, darían quebraderos de cabeza a los responsables del parque (Agave, uña de león, palmeras, eucaliptus, cipreses, casuarinas, etc). 

Tan solo nos resta pasar nuevamente por el observatorio de La Avoceta 

de vuelta al aparcamiento.

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