Lago del Manzano

 Acceso desde la carretera de Mula a Pliego C-3315; siguiendo por la C-5 hacia Casas Nuevas; faltando 660 m para su entrada y a la altura de las Casas del Terrero, se gira por pista asfaltada a la derecha durante 6,84 km; en el enlace con la carretera MU-503 proveniente de Bullas, hay que seguir por la izquierda 520 m para aparcar en su orilla.

Partimos caminando carretera abajo 60 m, para tomar a la izquierda una pista en desuso, 

bordea la Casa de la Posadilla; 

se nos une por la izquierda la pista en buen estado por la que volveremos; torcemos a la derecha por la siguiente, dejando la cantera a nuestras espaldas.

En la bifurcación pistera, continuamos por la derecha hasta su final; 

una traza senderil nos conduce abajo del ramblizo y el campo de avena;

 nos sorprenden la visión de los quejigos, roble carrasqueño o roble valenciano (Quercus faginea), 

esta especie autóctona del bosque mediterráneo, se encuentra mudando el color de sus hojas y abundan embelleciendo el paisaje, en primavera su distribución me paso desapercibida, eclipsada por el lago que estaba pleno de agua.

Aparece el Lago del Manzano con la mitad de agua o menos respecto a la primavera pasada; 

vamos rodeando 

entre carrizos la Rambla del Huérfano, 

para cambiar de margen en su cascada ahora solo queda la poza de aguas verdosas; 

caminamos por el talud 

cruzando el Barranco del Manzano donde proliferan las xanthium o “arrancamoños” 

una hierba nociva que invade tierras de labor, envenenando al ganado poco selectivo, como los cerdos, que enferman y mueren al consumir las plantas jóvenes y las semillas, las partes más tóxicas; este género se ha utilizado por sus propiedades medicinales y para elaborar tinte amarillo para teñir el cabello de color rubio.

Como el nivel de las aguas es tan bajo, caminamos por la inclinada orilla del asombroso Lago del Manzano en estas latitudes; 

con 200 m de largo por 45 m de ancho según su nivel de aguas; 

desagua normalmente a través de una salida en cascada con suelo encementado; ahora lo filtra el subsuelo o una tubería.

Continuamos a la izquierda por una traza entre pinos, 

zarzas, pistacias 

y chaparros,

 acompañados por pequeños saltos de agua y alguna poza; 

el ramblizo 

entra en una preciosa zona rocosa a modo de desfiladero; 

culmina con unas cascadas donde no podemos acceder sin material de barranquismo 

y nos damos la vuelta 

siguiendo una de las trazas pateadas alejadas del borde.

Pasamos junto al otro lago anexo con menos agua pero mas colorido, espantando una bandada de patos; 

cruzamos al otro margen 

saliendo a terreno cultivable con grandes quejigos 

de llamativas hojas decoloradas, 

enlazamos con la pista de vuelta mientras somos espiados por un pájaro sociable, atrevido y curioso que acostumbra a salir del bosque y plantarse a mitad de un camino para ver quién llega a su territorio, emitiendo su característica voz de alerta: un chip-chip metálico y seco. Su canto es un gorjeo musical, muy melódico, parecido al del ruiseñor, se trata del petirrojo europeo (Erithacus rubecula).

Observando los bebederos y grandes hongos en estado de descomposición (cuando los tocamos emiten una nube de polvillo marrón), 

entroncamos con el track de la ida eludiendo la Casa del Manzano, elucubrando que hemos visto almendros, acebuches y nogales pero no manzanos, aunque son característicos de climas fríos, se desarrollan bien en climas cálidos, posiblemente sea porque el nombre provenga del apellido de alguien que vivió en esta zona. La vuelta es monótona y solo nos quedan unos metros por carretera al coche.

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