Parada Do Sil-Cañón del Río Sil-Portela-Monasterio de Santa Cristina-Castro
al cruzar la carretera continuamos
rectos
rodeando la población,
llegamos al campo de futbol donde se conserva un
pozo, antaño usado para cazar lobos;
poco más adelante en la zona de Os Torgás,
disfrutamos de las vistas desde el Balcón Dos Mouros o de Madrid sobre el Cañón
del Río Sil;
desde esta balconada despedían a los barquilleros, marchaban a
coger el tren para asistir a las verbenas de Madrid;
han instalado unos cubos
representativos de la cadena alimentaria para especímenes de la
Ribera Sacra.
Continuamos al siguiente mirador,
deleitándonos de los 500 m
de pared rocosa vertical, labrada en años de paciente erosión, donde aparecen
colgados pequeños viñedos sobre el caudaloso Sil;
volvemos a la pista que
desciende rodeando por Os Eirelos,
alcanzamos un cruce, continuamos por el
PR-G98 en dirección a Portela,
nos introduce en un bosquete de carballos
hasta
otro desvío señalizado.
Desciendo a echar un vistazo desde el Mirador de As Fontiñas
donde se precipita el Río de Senra;
comenzamos la ascensión
por sendero con
lajas de roca,
asomados al cañón,
hasta alcanzar una zona amesetada,
donde
percibimos las primeras casas de la aldea de Portela hacia la que nos dirigimos,
marchamos por un camino empedrado en magnífico estado de conservación
donde han
instalado un cartel sobre las aves del lugar.
Cruzamos el puente sobre el Regato de Portela,
sin entrar en
la población,
caminamos junto a la conducción de más de 150 m de su molino de
agua,
restaurado recientemente
podemos ver desde fuera el rodicio y su eje;
cuidando de no pisar los abundantes limacos que van haciendo su particular
Camino de Santiago,
descendemos por un sendero frondoso con abundantes
madroños;
paramos a tomar la fruta en este camino umbroso, rodeados de viejos
castaños,
esta área de expansión se debe a plantaciones que ya habían comenzado
en época de los romanos y en la Edad Media los monjes intensificaron su
difusión uniéndola al cultivo de la viña;
en su ciclo vegetativo anual, el
brote va de marzo a mayo, la floración de junio a julio y la maduración de la
castaña de octubre a mediados de noviembre;
además de las castañas, su madera
flexible, era muy utilizada para hacer barricas para vino.
Comenzamos a
ascender, van apareciendo edificaciones antaño destinadas a la explotación del castañar
de Merilán en este souto;
hacemos fotos de un tronco hueco de castaño añejo junto
al arroyo O Regueiro,
este paraje verdaderamente se nos antoja mágico, de cuento
con magos y brujas;
enlazamos con la pista al Monasterio de Santa Cristina
ahora en descenso durante 300 m.
Podemos colaborar con 1€ para la conservación de la
edificación religiosa,
rehabilitada con información útil sobre sus dependencias
e historia;
vemos la tapa del sarcófago medieval,
recorremos las dos plantas
accediendo al solarium,
claustro
e interior de la capilla
donde admirar su
rosetón
y el arco de entrada;
al salir de esta iglesia románica muy apreciada
por los benedictinos (y también por los murciélagos),
vemos muestras de la
devoción popular colgadas de un castaño monumental.
Volvemos sobre nuestros pasos en dirección Castro;
cruzamos
la carretera para seguir el ascenso por estrecho sendero,
se hace pista
empedrada hasta entrar en una corredoira que se hace carrionza mas adelante;
pasamos por la población de Castro
y
su castañar,
dejando el asfalto poco más adelante,
para pistear por otra corredoira
con grandes ejemplares de robles y castaños.
Atravesamos la abandonada aldea de
Chamoso;
por falta de tiempo dejamos la ruta señalizada, volviendo por la
carretera 750 m a su unión.
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Estupendo reportaje, fotos y espectacular el lugar.
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