Paseo Fluvial por la Hoz del Río Vencherque (SL-CU 07)
Accesos desde Cuenca (N-420) hacia Carboneras de Guadazaón, CM-2109 hasta Cardenete y la CUV-5014 a Villar del Humo; nosotros desde Murcia, lo hicimos por Motilla del Palancar (CM-220) hacia Arguisuelas (CM-2153) y Cardenete; aparcamos, a la vista del pueblo, en la entrada de la Cerrada del Río Vencherque (39°51'55.96"N 1°37'51.56"W).
En la Serranía de Cuenca el relieve de la zona está dominado
por altas parameras o “muelas” (Muela de la Madera, de Valdecabras...), destacando
las hoces y cañones, así como los “tormagales” (la Ciudad Encantada de
Valdecabras y Los Callejones de Las Majadas); estas muelas están fragmentadas
por algunos surcos intramontañosos (Tragacete, Uña, Valdemeca...) donde se
abren amplios valles.
Nos disponemos a realizar el Paseo Fluvial por la Hoz del Río
Vencherque (SL-CU 07), afluente del Río Cabriel, nace en la vecina localidad de
San Martín de Boniches.
Descendemos unos metros
para entrar
por el Molino de la Hoz
(particular), con exposición de sus ruedas de molino
al inicio de las pasarelas,
con bancos y puentes de madera; tramo sombrío y arbustivo, transcurre entre los
paredones calcáreos esculpidos por sus limpias aguas;
caminamos cómodamente durante
unos 300 m,
sorprendidos y maravillados ante este prodigio natural
que, gracias
al ayuntamiento de Villar del Humo, se ha puesto en valor,
al igual que las
pinturas rupestres de Selva Pascuala.
Perrete Tierno no comparte nuestra opinión, por culpa de la
separación entre las tablas, se niega a trotar bajando a media asta su rabito en señal de
disgusto;
la profusa vegetación está formada mayormente por álamos blancos, aunque
aparecen algunos sauces, saucos, fresnos, hiedras y mucho rosal silvestre;
después
se abre la hoz
y en otros 300 m, cruzamos la Rambla de Santa María,
ascendiendo
un corto repecho acompañados de mirtos;
vamos relativamente protegidos en la
mayor parte del paseo, aunque la sensación térmica es baja con el viento helado.
En el cruce,
seguimos por la izquierda en dirección a la
Cañada del Reino; los estragos de las pasadas lluvias se hacen notar junto al
cauce;
volvemos a entrar en un tramo encajonado de desfiladero,
con erosión
alveolar en los conglomerados y areniscas,
plantas rupícolas en las rezumantes
humedades de sus paredes,
suelo herbáceo alfombrado,
rocas forradas de musgo,
zona
de bojes
y jóvenes encinitas de Quercus ilex L. (subsp. Ballota)
que se
confunden con el acebo o el muérdago.
Cruzamos el puente sobre el Regajo del Asperón;
subimos unos
metros por pista; torcemos a la derecha en el cruce, descendemos junto a las
ruinas de una vivienda y su cuadra,
para acercarnos al puente sobre el Río
Vencherque;
de vuelta, tomamos una traza senderil que asciende a la pista; me
acerco al inicio del canal que observé desde el puente;
caminamos despacito,
absortos con los muchos detalles y rincones, que a menudo no se aprecian;
vemos
los dos tipos de casitas refugio de pájaros (petirrojos, carboneros …) dispuestas
a lo largo de la ruta;
unos narcisos aislados jalonan el sendero,
pero en lo alto de un saliente hay un buen
macizo que amarillea;
igualmente aparecen manchitas azules correspondientes a las
diminutas azucenas,
tréboles,
mimbreras, arrayanes, etc.
Seguimos disfrutando del entorno,
visto desde la perspectiva
de vuelta a la salida.
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