Río Turrilla
Descendemos por escaleras rodeando casa y aparcamiento,
seguimos la pista en desuso a la zona baja del puente, por
donde pensábamos acceder a la Rambla de la Virgen; la excesiva cantidad de agua
tras lluvias recientes, nos lo impide; subo por la parte izquierda del puente
buscando una bajada por los cortados, pero no se puede acceder al lecho del río;
seguimos 100 m por la carretera hacia Nerpio, para rodear ascendiendo el cerro,
que a la derecha del puente, nos cierra el paso.
Alcanzamos
descrestando el mirador de la pista deleitándonos con las vistas del embalse
poco más
adelante, descendemos por traza senderil al cauce de Arroyo Blanco o Río
Turrilla,
nos
reagruparnos y lo cruzamos
caminando por su margen derecho;
volvemos a cruzarlo
entrando en una zona recoleta de jóvenes nogales,
donde tomamos el mantente; enfrente
divisamos el altivo y magnífico frente rocoso de los Torcales de Arriba; disfrutamos del lugar en solitario, todo un placer para los
sentidos, ya que tanto la compañía como el día luminoso y la temperatura
ayudan.
Continuamos
por un vergel nutrido de choperas
volviendo a coquetear con
el agua,
traemos calzado para movernos por el río, pero no nos hace falta del todo;
vemos
un ejemplar aislado de serbal (Sorbus domestica);
cruzamos nuevamente el río,
iniciando
el paseo por un antiguo camino de herradura
como se
aleja de nuestro camino, viramos ligeramente a la derecha penetrando en zona de
espesa vegetación,
aunque
la ribera se vuelve impenetrable, guardándole la distancia, entramos en una
parte abancalada que debió estar antaño cultivada; atravesando
por el matorral herbáceo, nos aproximamos a la unión de los Arroyos Tercero y
Blanco
donde damos la vuelta,
mientras observamos un caballo blanco,
tras la puerta enrejada pero abierta.
Dejamos la opción del ir por el lecho dada la hora,
tenemos
reserva en un restaurante de Mula y en Archivel hemos de comprar miel tras el
confinamiento; la opción de pasar por la aldea de Las Bojadillas, con las
pistas de subida y bajada que hemos pasado, queda para la preparación de otra
ruta por el lugar.
Nos aupamos
transitando por las salvajes y espléndidas praderías del
margen derecho, salpicados de preciosas amapolas y cardos pinchosos para
disfrute de las alocadas Queca y Veva;
Walia la matriarca perruna no aprueba tal desmadre y Perrete Tierno cambia de brazos constantemente, el alto matorral y las pequeñas pozas, suponen un obstáculo infranqueable para su diminuto tamaño por muy valiente que se muestre queriendo estar a la altura de sus hermanas.
Descendemos
por zona con desplome para cruzar el río,
bordeando
algunos parrales, comenzamos a subir por la margen opuesta, enlazamos con una
senda que se aleja de nuestro destino (hubiese sido una opción de bajada menos
complicada que la elegida en la ida);
seguimos
zigzagueando o ascendiendo en diagonal, a la pista de vuelta a la atalaya, nos
permite admirar otra vez el Embalse del Taibilla;
dejamos la pista en tendido descenso atravesando por una pinada
a la visible carretera; la seguimos un tramo sin tráfico al aparcamiento,
cruzamos el puente de un solo arco circular, rebajado con boquillas de sillería
y bóveda de sillarejo; tiene 26,2 m de luz y 3,5 m de flecha, tímpanos macizos
de mampostería, fue proyectado en 1889 con un presupuesto cercano a las 32.000
pts. (http://www.nerpio.org/puentes/puentes.htm)
Comentarios
Publicar un comentario