Hornos de Azufre de Moharque-Noria de Salmerón-Tollo de Moharque
Partimos caminando carretera abajo, sin tráfico alguno y con vistas del volcán de rocas ultrapotásicas del Monegrillo, lugar de interés geológico internacional;
tras 1350 m, entramos por la pista a la izquierda con vistas de las Sierras de Cubillas y Pajares;
en 500 m,
cambiamos de dirección por la izquierda, para ir descendiendo hacia el Barranco Pajizo
en busca de los Hornos de Azufre de Moharque o Salmerón, objetivo principal de esta ruta,
a la que nos trae la inquietud colectiva por el conocimiento y divulgación de nuestro patrimonio minero, arqueológico, geológico y cultural entre otros, con la finalidad de preservarlos a través de su pronta restauración.
Las minas de la zona de Moharque no fueron descubiertas hasta principios del XX, en plena ebullición minera, fruto de una ampliación de las explotaciones, mediante concesiones ubicadas en el margen derecho del río Segura, sin embargo, su explotación fue bastante efímera y poco productiva al parecer por mala gestión y falta de previsión.
El laboreo para la obtención del azufre fue distinto según las épocas, debido a la variable profundidad donde se sitúa el azufre. En la primera etapa se utilizaron métodos de corta o roza a cielo abierto, en la segunda, la minería subterránea, un sistema de pozos y galerías que llevaban rápida y directamente a las capas mineralizadas, con menos esfuerzo y movimiento de estériles,
sin embargo este método de explotación necesitaba mayor inversión, mano de obra más especializada, además de resultar menos seguro; se endurecieron entonces las condiciones de trabajo para los operarios con accidentes frecuentes debido a los gases y derrumbes, aunque los beneficios obtenidos eran mayores, generaron gran cantidad de escombreras que afectaron al paisaje.
La separación del azufre de la roca por fusión, se conseguía mediante un procedimiento siciliano, empleando de hornos tipo Calcaroni por su bajo coste y facilidad de construcción, muy parecidos a los que se usaban para la obtención del yeso o de la cal; no eran del todo eficientes al necesitar grandes cantidades de combustible para alimentarlos; en principio la combustión fue de leña y del propio azufre, posteriormente (siglo XX), de carbón importado y traído hasta las minas por ferrocarril.
Estos hornos evolucionaron a los de primera fusión y finalmente a los hornos Gill; se construían en grupos y comunicados entre sí, haciendo que el fuego y los vapores pasasen de una cámara a la del siguiente, mientras el primero ardía fundiendo el material, se cargaba el contiguo, ahorrando en combustible y tiempo; aun así, el tiempo de fusión duraba más de un mes y se perdía parte de la carga en la combustión del propio azufre.
Los hornos de Moharque son una variación en la construcción de los hornos Gill; muy eficientes obtenían rendimientos superiores al 70 % del azufre contenido en la roca; se caracterizaban por comunicarse entre sí con una cámara de sublimación, comunicada con una chimenea común a todos los hornos.
Daban servicio a las concesiones Guillermo y Mari Paz, que ocupaban alrededor de 86 has. El bajo precio del azufre provocó el cierre de todo el coto minero y los hornos de Moharque estuvieron produciendo pocos años.
“En el final del proceso del azufre, sin ningún tipo de protección, en la destiladora del azufre, trabajaban las mujeres sobre una especie de sopa de azufre hirviendo, removiendo sin parar, que se llevó la vida de la mayoría de las mujeres que lo hacían” (testimonio de un lugareño)
La batería de hornos mejor conservados constan de nueve de gran altura; se dividen en dos grupos: El primero tiene seis hornos que fueron utilizados para la primera fusión del azufre; el más próximo al pozo de extracción se halla colmatado y semiderruido;
rodeándolos por la galería posterior, veo los orificios para la extracción del azufre llamados la muerte.
Los otros cinco tienen importantes grietas en sus paredes;
tras su abandono, algunos quedaron llenos de las rocas con azufre; en otros, que esperaban una nueva carga de mineral, es posible entrar a su interior.
El segundo grupo está formado por tres hornos, los más grandes, mejor conservados y con las cúpulas en buen estado, toda la batería se construyó antes de 1945.
Retornamos a la pista
descendiendo a Salmerón,
sus huertas de arroz en la llanura de inundación del río Segura;
cambiamos de dirección en el cruce con el núcleo de población,
rodeando la Casa de la Noria para descender a la Noria de Salmerón,
construida en metal con unos 10 m de diámetro,
el estado de abandono en el que se encuentra,
es debido al escaso caudal del río que la hace inoperante;
aunque a nosotros nos sirvió su sombra, mientras tomábamos apaciblemente nuestro exiguo mantente.
Comienza el calor y hemos de seguir ruteando, cruzando por una formación tobácea
al cruce con la Cañada de Moharque,
por donde vamos caminando en ligero ascenso,
con vistas sobre los badlands del barranco
donde se encuentra el Tollo de Moharque, un monolito o fraile en medio del cauce.
En el primer cruce pistero, seguimos en ascenso por la izquierda,
se hace sendero matorralero,
aunque mejora poco
antes de alcanzar la carretera de vuelta al cercano aparcamiento.
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