Bárcena Pie de Concha y Sendero Fluvial del Río Torina

 

A la cabeza del Valle de Iguña y en el corazón de la Cantabria infinita, desde la Autovía de la meseta (A-67) por la salida 157 accedemos a Barcena Pie de Concha. El rio Besaya, uno de los principales ríos de Cantabria, atraviesa todo el municipio de Bárcena de Pie de Concha, surcando las agrestes hoces de Bárcena, que constituyen uno de los pasos naturales entre los valles de Iguña y Campoo, así como el acceso principal desde la meseta castellana a Cantabria tras la construcción en el siglo XVIII del Camino Real.


Por el margen derecho del Besaya desemboca uno de sus afluentes, el río Torina, con un recorrido de 6,5/7 km, cuyo caudal queda regulado por el embalse de Alsa en San Miguel de Aguayo; vamos a realizar un paseo por su ribera, partiendo del apeadero de Barcena, donde hay aparcamiento para nuestro tipo de vehículo.

Desde el apeadero de Renfe comenzamos a caminar por la Calle Doñini, 

a nuestra izquierda, tras una fuente se halla la Casona de Collantes, 

dispone de planta irregular a dos alturas, fábrica de sillarejo y sillería en los esquinales; la mayoría de sus ventanas llevan arcos conopiales con molduras de tradición gótica en el dintel.

Torcemos por la CA-710 dirección Santander y Palencia, 

pasamos bajo la NA-611, vemos unos caballos mochinos, originados a partir de las razas autóctonas del norte de la península ibérica, con una marcada influencia de los ponis de origen celta; de largas crines de la cabeza a la cruz, lomo corto, vientre voluminoso y un sistema vascular muy marcado; se hallaban comiendo, mientras nos cae un pertinaz chispeo; no nos desagrada en absoluto y menos aún la temperatura entorno a los 16º a finales de Agosto.

Nos desviamos en descenso hacia la Central Eléctrica del Torina,

 edificio muy vistoso, típico de la arquitectura industrial de la época, donde destacan las grandes vidrieras, junto a la decoración con ladrillo visto entre paños encalados, 

vamos a seguir la Senda Fluvial del Río Torina por pista encementada en su inicio; 

pasamos por el inicio de la zona de escalada 


y llegamos al Área Recreativa en El Vaho, con mesas y puente de madera 

donde una represa provoca un tímido salto de agua bajo la Sierra de los Picones.

Retornamos al inicio de la pista, encontrando un Lución o enánago (Anguis fragilis) “Culebrilla de cristal”, lagarto sin patas (ápodo), si se le agarra por la cola, la secciona él mismo con facilidad, aunque no la regenera nada bien; a diferencia de los demás lagartos, prefiere la umbría y el frescor; su alimentación es a base de lombrices y limacos.

Cruzando el puente a la central hidroeléctrica reversible de bombeo (se bombea agua en los momentos de poca demanda energética, por las noches, para ser devuelta a las turbinas en los picos de consumo), 

activa desde 1982, su potencia instalada es de 360 MW. La edificación principal es de planta rectangular, cuenta con dos pisos, en la planta baja está alojada la maquinaria de la central.

seguimos por la carretera de la Collada, 

una parada de la panadera nos abastece de pan y sobaos bajo un bosque de robles, nogales y castaños; 

el camino confluye de nuevo con el Torina

 y también con el paso bajo la NA-610, 

entrando en el núcleo de población situado en torno a la calzada romana que unía el norte de la península con la meseta, pasando a través de la Cordillera Cantábrica, lo que propició el crecimiento de una ciudad medieval, de la que se tiene referencias al menos a partir del año 1000 de nuestra era.

Pasamos junto a una finca donde vemos un Cedro del Atlas

 y la iglesia de San Cosme y San Damián, edificio, de la primera mitad del siglo XII, cuya estructura es característica del románico rural, con una sola nave y ábside semicircular.

Cruzamos el puente sobre el Torina, 

pasamos junto a la Casona Neotradicional de la familia Ortiz de la Torre, construida en 1940 bajo la dirección del arquitecto Luis Ortiz de la Torre, 

en la calle central 

presenta un arco de medio punto adornado con florones, posee tres alturas y está realizada en fábrica de sillería, 

vemos al paso una ermitica

 y, en un ruinoso solar, nos llama la atención el tamaño de las hojas de una paulownia tomentosa; 

poco mas adelante, enlazamos con el track de la ida cubriendo los escasos metros finales.

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