Villalba Llanos-Sendero Pelayo-Castillo de La Atalaya-Sendero de las Monjas

 

Accesos a Cartagena Oeste desde la AP-7, CT-31 y RM-332 hacia el Barrio de la Concepción, giro por la Calle Albaida, aparcando en explanada asfaltada, antes de llegar a Villalba Llanos donde ejercí de docente durante 6 años (37°36'34.89"N 1° 0'28.04"W).

Continuo a pie 200 m, 

para tomar el Sendero Pelayo o Senda de La Atalaya a la izquierda; transcurre un trecho pegado al muro de la Escuela de Infantería de Marina de Cartagena; 

corto el Ramblizo de la Atalaya

 y asciendo por suelo de roca en la Sierra de Pelayo.

El sendero alcanza el Collado de La Atalaya (por donde subí al Castillo hace tres años) 

y desciende pasando una zona preciosa de exuberantes trepadoras que han colonizado a las coníferas (Bosque de las Hadas); 

poco después, paso por otra parte interesante con una pequeña cavidad, la Cueva Pelayo; 

el terreno se abre al valle

apareciendo una presilla torrentera;

 cruzo el ramblizo 

hacia unos depósitos de combustible de la armada; 

se construyeron en la década de los años 20, para almacenar agua y durante la guerra civil, sirvieron de refugio ante los bombardeos que sufría Cartagena.

Enlazo con la pista encementada de ascenso con vistas de la Iglesia de la Concepción, 

repetidor, Palacio de Deportes, 

Campo y Puertos deportivo, pesquero y comercial de Cartagena, Castillo de Galeras, etc. La Bahía de Cartagena desempeñó diferentes funciones como bastión, granero, erario, arsenal, depósito, refugio, lugar de comercio, comunicación y reclamo turístico. Poco antes de alcanzar la cima donde se asienta la fortaleza, 

aparecen las instalaciones del repetidor de tv y, unos metros arriba (a 242 msnm), el cartel informativo de bienvenida a las murallas.

La puerta de acceso al bastión central de la parte sur esta derribada; 

aupándome sobre unos bloques de piedras

penetro en la explanada de la primera planta, donde vivía la guarnición, rodeados por las almenas que protegían a los artilleros del fuego enemigo y un aljibe; voy recorriendo el perímetro sin el foso del Castillo de La Atalaya, 

edificado según parámetros del neoclasicismo ecléctico de la Escuela española afrancesada; su planta se constituye como un trapecio isósceles, con cinco baluartes por cada uno de sus vértices más otro añadido en la parte sur; rodeado por un foso con su correspondiente contraescarpa con cercado excepto en el sector que da a la ciudad.

La posición estratégica del monte de la Atalaya era conocida desde la Baja Edad Media, cuando el Concejo situó allí un puesto de vigilancia para alertar de posibles ataques piratas o aliados del Reino nazarí de Granada. 

La atalaya demostró su utilidad en 1561, desembarcaron en La Algameca 1800 soldados otomanos; Luis Fajardo de la Cueva, marqués de los Vélez, al mando de caballeros murcianos y levas cartageneras derrotó a los invasores en las proximidades de la rambla de Benipila.

Más tarde en 1706 durante la Guerra de Sucesión, la ciudad estaba ocupada por los ingleses en nombre del archiduque Carlos de Austria; como necesitaban asegurar la posición adquirida en el reino de Murcia, levantaron dos fuertes en dos puntos estratégicos; el castillo de la Atalaya y el castillo de San Julián, que defendería la bocana del puerto.

Las obras fueron terminadas en 1777, dirigidas por el ingeniero militar Pedro Martín-Paredes Cermeño,​ mejorando según plan, las estructuras militares en Cartagena en el reinado de Carlos III. 

El castillo contaba con 18 cañoneras y la posibilidad de instalar a barbeta otros cinco cañones y capacidad para albergar 200 hombres. Durante la Revolución Cantonal adquirió su mayor protagonismo, los cantonales lo rebautizan como “El Castillo de la Muerte”, dada su importancia estratégica y su certera puntería. 

Estallada la guerra civil española, la ciudad quedó en manos del bando republicano y el castillo fue utilizado por el Servicio de Información Militar, para albergar una checa que llevase a cabo duros interrogatorios; acabada la contienda, sus instalaciones acogieron parte del complejo concentracionario, que la represión franquista hizo funcionar en el año 1939.

El Ministerio del Ejército lo traspasó al de Hacienda en la década de 1960​ y finalmente al Ayuntamiento de Cartagena, sin que se le haya dado ningún uso (aún con la declaración de Bien de Interés Cultural en 1997).

Destrepo el talud de la entrada, 

descendiendo por la pista

 hasta una de sus curvas cerradas con monolito, donde se inicia el descenso por el Sendero de las Monjas, 

abrupto y rocoso donde extremar las precauciones, y más aún, si el suelo de roca estuviese húmedo; bajo por la zona de los Pinochos

 al cercano aparcamiento, fin de trayecto.

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