Charán-Paleokarst-Calar y Cortijo de la Valera-Rincón de los Huertos-Bosque Encantado del Encinar de Bajil
tenemos que remontar a la izquierd,a por una pista asfaltada a la aldea de
Charán
donde aparcamos.
Partimos 16 Andarin@s Caminando por la Vida,
rodeando la
aldea de Charán, con varias viviendas rehabilitadas o adaptarlas al Turismo
Rural, nos llama la atención un precioso madroño
al igual que un horno,
el
carril asciende
curveante
hacia el paleokarst en la cabecera del Barranco del
Agua,
roquedo de color grisáceo del Paleoceno,
reconocible por sus grandes
formas redondeadas,cuya antigüedad es de hace 40 millones de años,
bordeando la cantera de piedra nogal (usada en fachadas de
viviendas)
seguimos su pista hasta un cruce a la derecha que nos introduce por
el Calar de la Valera; descendemos un trecho, para desviarnos a la izquierda por
la Senda de la Valera
entre,pinos, coscojas, sabinas negrales, enebros, iniestas, espinos, tapaculeros, majuelos
y algunos Orejones (Sarcosphaera crassa)
que
nos conduce al derruido Cortijo La Valera
donde tomarnos el mantente:
Desde un enorme nogal medio tumbado,
seguimos una trocha,
cortamos un ramblizo, remontando una vaguada, enlazamos con un sendero que
seguimos por la derecha,
vemos un sapo corredor (Epidalea calamita);
se
distingue del sapo común por una línea amarilla o verde claro longitudinal en
la mitad de la espalda;
su cuerpo es rechoncho, muy verrugoso y con patas
relativamente largas.
Dejaremos rectos el
sendero
a la vista del Rincón de los Huertos
y la encina monumental; su madera al ser muy dura, se emplea para fabricar piezas
que tengan que soportar gran rozamiento y para hacer carbón vegetal, la corteza
para curtir el cuero y las bellotas para alimentar al ganado.
La encina se ha considerado árbol sagrado en diferentes culturas, actualmente en Extremadura, tierra de dehesas formadas por grandes encinares, ocupa el centro de su escudo, representando más que un árbol, una filosofía de vida.
Nos acercamos
a las instalaciones de una destilería de lavanda y lavandin;
separan o arrastran,
por medio de vapor de agua, los aceites esenciales que contienen las partes de
la plantas aromáticas;
el equipo robusto y rudimentario consta de una caldera
cilíndrica de chapa de hierro o de hierro galvanizado,
cuyas dimensiones suelen
ser de 1,50 m de ancho por 2 m de alto, con capacidad para 3.500 litros y 500 k
de materia prima; dotadas de una rejilla perforada donde se colocan las
plantas, separada del fondo de la caldera 20/25 cm.
Entre el fondo y la rejilla
se aloja el agua necesaria para producir el vapor correspondiente a cada
destilación; en la parte superior de la caldera cerrada herméticamente, se
inserta un tubo tronco-cónico llamado «cuello de cisne», conducirá los vapores
al serpentín refrigerante o condensador. El serpentín refrigerante, construido
de hierro galvanizado o de zinc, de 10 ó 12 m, se introduce en un estanque donde
el agua fría condensa los vapores que llegan a él desde la caldera y se
decantan en un recipiente denominado «vaso florentino», que permite la salida
continua del agua mientras que el aceite esencial, menos denso, se acumula en
la parte superior del vaso, de donde se extrae. La destilación se efectúa a
fuego directo,
utilizando como combustible las matas o restos vegetales, una
vez secos, procedentes de destilaciones anteriores,
toda esta explicación nos
la dio el compañero Jose Manuel, pero algunos estaban más atentos a salir en la
foto que en aprender; la culpa es mía por no poner exámenes al final de la ruta,
en vez de vino y cervezas.
Retrocedemos en el tiempo
para visitar una curiosa
vivienda aprisco-troglodita;
atajamos hacia la pista que viene del cruce con el
Cortijo de Mellinas, por un terreno abierto a unos pequeños prados aterrazados;
un pequeño curso de agua, la balsa
y la exuberante vegetación de Los Toriles, salpicada de nogales, almeces y chopos, nos conducen por el Bosque Encantado
del Encinar de Bajil,
altiplano calizo situado a casi 1300 m de altura, laberinto
boscoso y abigarrado con encinas de bajo porte y sabinas.
La mezcla de misterio, intimismo, sensualidad y belleza mística
que transmite este bosque,
nos conecta con La Vida, unificando las sensaciones que experimentamos como grupo.
En el cruce bajo el Puntal de Cárdenas, continuamos hacia la
izquierda, sabiendo que hemos de atravesar campo través por el encinar
en busca
del descenso pistero
que nos saca, frente la cantera, al camino del Rincón de los
Huertos;
la pista asfaltada comienza bordeando Molata de Charán (1416 m) en el
primer cruce con curva, seguimos rectos por pista en desuso, muy rota y con
surcos profundos,
a medida que avanzamos hasta las ruinas de un cortijo; con vistas de las plantaciones de aromáticas en las Casicas del Portal;
enlazamos con la pista asfaltada que nos devuelve a Charán,
para trasladarnos
al Restaurante El Cortijo en el Campo de San Juan y tomar un menú contundente.
Al paso por Archivel, compramos miel cristalizada
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