Las Cuevas-Rambla Pétrea-Sendero del Pino-Rambla del Cigarrón
Bajamos a la Rambla del Cigarrón
por corto tramo de pista
asfaltada, giramos a la derecha siguiendo la pista por el Cordel de Los
Valencianos en la zona de Las Cuevas;
descendemos al interior de un ramblizo
para retomar la pista poco más adelante,
la seguimos un trecho, atentos a
desviarnos por sendero a la izquierda, describiendo un arco de vuelta donde será
imprescindible consultar el track.
El sendero junto a un ramblizo
tiene varios pozos
alambrados,
desemboca en una pista que hemos de seguir a la izquierda, para
tomar en ascenso una traza senderil justo en la curva cerrada
y seguir subiendo
por una rambla con suelo de piedra (Rambla Pétrea), en época de lluvias no es
aconsejable pasar, por lo resbaladiza y traicionera que se torna la roca lisa.
Comunica con el Sendero del Pino,
continuamos por él 260 m,
entonces se inicia una vereda boscosa por la izquierda
que nos aboca al valle
contiguo; tras corto y muy pronunciado descenso,
cruzamos la pista asfaltada de
la finca de Las Llanas, descendiendo a la cercana Rambla del Cigarrón.
La seguimos por la izquierda en sosegado y aromático
descenso;
caracterizada por el color marrón oscuro de la arenisca y los fósiles
marinos hallados en su cercanía.
Se han encontrado en las proximidades de la
Rambla del Cigarrón, fósiles marinos (dos ejemplares completos y uno incompleto
del caparazón de una tortuga terrestre gigante,
procedentes del yacimiento del
Puerto de la Cadena, del período Mioceno, con una antigüedad estimada en 7
millones de años, se exponen en el Museo Paleontológico de los Garres ubicado
en el Centro de Educación Secundaria Severo Ochoa.
El paso por la rambla, a pesar de los desplomes del terreno
y algún árbol caído, no presenta dificultad,
aunque transitamos por trazado
sinuoso y suelo arenoso alternado con rocas donde predominan baladres, albaidas
y manrrubios.
Durante el trayecto ramblero podemos admirar tres caras de
distinto tamaño esculpidas en la arenisca, ya que los otros tres bajorelieves
fueron destruidos.
La primera es la de un caballo, ahora semienterrada por los
arrastres de las pasadas lluvias;
junto al mismo, en otra mole rocosa, se encuentra
el perfil del “Dios Sol” inserta en
medio del lecho;
más abajo, una cabeza esculpida en el talud derecho.
Terminamos enlazando con el cruce de la ida al aparcamiento,
disfrutando del
paseo corto adornado con la exuberante vegetación florida de la primavera que
nos permite la franja horaria. Pobre consuelo por ahora.
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