Ermitas varias, Palacetes antiguos y modernos, Reliquias hidráulicas, Monumentos artísticos y Seminario de la Vega Baja

 

Salgo desde el aparcamiento de la FICA 

por la orilla del río dirección Orihuela; cruzo por el primer puente

 y sigo paralelo al río Segura por la mota del río; giro a la derecha en un claro, al reciente carril bici de la Avenida de la Azacaya; en 180 m, giro a la derecha

 para tomar la Avenida de la Región Murciana hacia la Rotonda del Avión. 

Avanzo por la Calle Mayor de Villanueva paralelo a la Azarbe de la Sierpe, rodeo la antigua Machacanta (El Fogón) para cruzar el Reguerón por pasarela e incorporarme a la otra mota del Río Segura.

Enfrente de la Ermita de San Antón parte una pista, ganada a un meandro del río, para acceder al Camino Viejo de Orihuela y ver la Capilla de Santa María de la Huerta, dedicada a la Virgen del Huerta. 

Entro por el primer carril a la izquierda, 

en la finca donde se encuentra la Casa Torre de los Condes de Almodovar, típica de la huerta murciana de finales del siglo XVIII; a la derecha por un paso escondido entre limoneros, junto a unas ruinas y siguiendo la acequia de Benicomay.

Salgo de la finca por su carril de entrada; desde la carretera, tuerzo a la izquierda por el primer camino; paso el Área de Autocaravanas 

de vuelta a la pista que me acerca a La Basca (siguen sin su puente hundido al paso de una hormigonera).

Rodeo Beniel para alcanzar Las Norias Gemelas, 

Moquita o “noria del apaleado” -situada a la derecha del cauce- y Pando o noria de los Cobos; no funcionan y están separadas por un azud construido en el siglo XIX; 

las norias de tradición islámica se fabricaban en madera, a veces con cangilones (arcaduces) de barro, se movían con cierta dificultad y chirriaban espantosamente, de ahí que la palabra noria viene del árabe ‘naura’ (chirrido o gemido). Están en proceso de restauración como en otras ocasiones, al quedar destrozadas por las riadas de 1986 a 1989.

Enlazo con la mota, le echo un vistazo al meandro Soto de las Norias en la Huerta de Orihuela; 

acabo con la mota a la entrada de Orihuela, tomo en la rotonda la calle Madre Elisa hacia la Plaza Carmen, 

bordeando la Iglesia de las Santas Justa y Rufina,  edificado en el siglo XIV, con reformas en los siglos XVI y XVIII; consta de una sola nave y capillas laterales entre los contrafuertes; posee dos portadas y un campanario; gran parte el templo es de factura gótica, aunque contiene partes construidas o ampliadas en estilo barroco.

Asciendo al Seminario diocesano, 

construido en el siglo XVIII y ampliado hasta mediados del XIX, en la fachada sur se encuentra la doble portada barroca con diversos conjuntos de alto relieve, el escudo de armas del fundador, la Inmaculada Concepción y San Miguel luchando contra el dragón y el corazón de Jesús; 

la capilla es de estilo barroco; durante la guerra civil española fue usado como cárcel de los diferentes bandos.

Disfruto del momento observando la Vega Baja, 

mientras me viene a la memoria el poema Elegía, que Miguel le dedicó a su amigo del alma Ramón Sijé:

(En Orihuela, su pueblo y el mío,

se me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,

con quien tanto quería...)


Yo quiero ser llorando el hortelano

de la tierra que ocupas y estercolas,

compañero del alma tan temprano.


No hay extensión más grande que mi herida,

lloro mi desventura y sus conjuntos

y siento más tu muerte que mi vida.


No perdono a la muerte enamorada,

no perdono a la vida desatenta,

no perdono a la tierra ni a la nada


Quiero minar la tierra hasta encontrarte

y besarte la noble calavera

y desamordazarte y regresarte.


Volverás a mi huerto y a mi higuera,

por los altos andamios de las flores

pajareará tu alma colmenera


A las aladas almas de las rosas

del almendro de nata te requiero,

que tenemos que hablar de muchas cosas,

compañero del alma, compañero.

Vuelvo a tomar el carril bici, 

inicio del Camino de Caravaca, 

hacia el Molino de La Cuidad, 

aunque lo han vallado y no se puede acceder como antes, me acerco por la Ermita de San José a esta muestra de arqueología industrial en plena huerta

 construido entre 1902 y 1905, posiblemente sobre las ruinas de un molino del siglo XVIII, 

del cual se conservó el azud o presa y un puente de sillería; en la planta baja tuvo tres turbinas de fabricación francesa, dos para la producción de electricidad y otra para las muelas; 

en la primera planta se hallan las 6 pares de muelas con sus correspondiente tolvas; la planta alta estuvo destinada a la vivienda. En 1950 se suprimió la "fabrica de luz", desmontándose dos turbinas, reanudó su actividad en 1963 solamente como molino de cereales y pimientos de bola.

Cruzo la “Carretera de los Tubos” (transportan las aguas de Trasvase Tajo-Segura al "Sifón de Orihuela"), buscando incorporarme al carril bici; 

lo dejo en una bifurcación, 

cruzando dos puentes 

para seguir por pista limonera, entre los Azarbes de Los Pérez y del Merancho, 

en busca, ni más ni menos, que el sorprendente Castillo Alarcón con molino incluido, 

donde hago una parada. 

Lo encuentro abandonado y forzada una de sus entradas.

Me desplazo por los carriles huertanos, para ver el magnífico Palacete de La Seda en la Pedanía de Santa Cruz. 

Antiguamente allí se cultivaba la vid, 

después se constituyó como fábrica de hilado de seda, donde los huertanos de Santa Cruz y las pedanías de alrededor llevaban los capullos del gusano, 

siendo una parte importante de la economía de la zona. En los años 90 fue restaurado y ahora es una Hostería Rural con restaurante de lujo. 

Se trata de un amplio edificio de cuatro plantas construido en ladrillo, recuerda en estilismo a las masías catalanas, con una torre semejante a la de los palacetes de la Huerta de Murcia y 36 balcones.

Continuo por la Vereda del Catalán, alcanzo la Ermita Vieja,

 construida en el siglo XVI sobre las ruinas de un edificio árabe;

 salgo al carril bici pasando frente a la Ermita de San Antón, tercera construcción de las que se realizaron desde 1800; en tiempos de la desamortización, coincidiendo con la segunda obra, vivían alrededor de unos 20 frailes; posteriormente se construyó esta otra más moderna. 

Ya solo me resta llegar al Auditorio Victor Villegas, fin de trayecto.

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