Rambla de Librilla-Castellar-Barranco del Infierno
Partimos desde las tuberías del trasvase Tajo-Segura,
20 Componentes del Grupo Caminando por La Vida,
descendemos por la derecha a la
Rambla de Librilla (o del Orón),
cuenca salina que desemboca en el Río
Guadalentín;
junto al Barranco del Infierno,
presenta un importante patrimonio geológico
desde el punto de vista estratigráfico, sedimentológico y geomorfológico,
debido a las formas peculiares producidas por la erosión hídrica.
Caminamos por zonas encharcadas de aguas salinas, ricas en
mineral de halita, procede de la palabra griega hals (sal) y lithos (piedra);
un paraje increíble con abundancia de aguas estancadas, que han lavado las
sales marinas de las margas y yesos;
charcas de colores en este inhóspito
paraje, proveniente de la gran llanura salina dejada por el mar Mediterráneo
hace unos 6 millones de años.
A partir del puente sobre el barranco, ascendemos pisteando
hacia el Castellar;
seguimos por la derecha en el cruce; tras la valla, tomamos
el sendero a la derecha hacia el Embalse de Ageciras;
caminando entre badland;
el pueblo indio Lakota denominó “malas tierras” a los badlands y no es para
menos;
se forman por la acción de la tremenda erosión provocada por las intensas
lluvias y escasa vegetación,
ayudada por la composición de la roca blanda y
tierra rica en areniscas, arcilla, margas, caolín o yeso.
Tomamos el mantente con vistas al embalse;
alcanzamos la
máxima altura de la ruta (300 m)
e iniciamos un suave descenso por pista agrícola,
bordeamos por un campo
buscando descender al fondo de la Rambla de Librilla,
encontramos una traza muy inclinada de tierra suelta,
abierta por las motos
endureras recientemente.
Realizamos un tramo
rambleando
hasta enlazar con el Barranco del Infierno;
nace en los Llanos de
Barqueros (Fuente Librilla), prolongación del paisaje protegido de los
Barrancos de Gebas;
se encuentra encajado sobre margas marinas, entre murallas
de 50 m de altura; presenta un angosto desfiladero de poco más de 2 m de
anchura,
provocado por la erosión de los yesos con importantes plegamientos,
que podemos observar a simple vista en algunas de sus curvas; la precipitación
de halita y yeso, recubre cantos y restos vegetales;
vemos en lo alto las majestuosas chimeneas de
hadas, formaciones gredosas y pináculos de sorprendente belleza.
Volvemos sobre nuestros pasos,
para continuar por la Rambla de Librilla de vuelta a los
coches,
sorteando tramos con barro y agua que discurre por el cauce de forma
intermitente.
Terminamos la fiesta comiendo en Casa Pancho,
disfrutando de la
entrada de año 2020 con rutas, viajes y buenas comidas entre amigos.
Hay que
tener presente no realizar esta ruta con calor, amenaza de tormenta o recientes
lluvias.
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