Cañada de Ugéjar-Casa de la Cueva del Agua-Barranco de Ugéjar-Caserío de Viquejos
en el cruce junto a un cultivo de brócoli.
Partimos pista arriba, 31 componentes del grupo Caminando
por La Vida por la Cañada de Ugéjar;
tomamos el Barranco de Camacho, pasamos
junto a una balsa bajo una vivienda en ruinas;
retomamos el Barranco de Ugéjar
bajo la Peña del Águila;
abandonando la pista demasiado pronto hacemos un
trecho baldío, ascendiendo entre matorral espeso
(error que subsano a la vista
del sendero); continuamos por el camino marcado,
en subida zigzagueante
por las
paratas con balates (aquí se denominan canchales) donde se plantaban algún
olivo, almendro, higuera o algarrobo, estabilizando el talud.
Descendemos por pista desde el collado de Morra Alta (477
m), torcemos a la derecha en los dos cruces siguientes y a la izquierda
después; vemos un magnífico pino piñonero junto a una balsa;
dejando atrás las
ruinas de la Casa de la Cueva del Agua, habitada hasta hace pocos años;
realizamos
una paradita para observar desde el cruce la entrada vallada a la Cueva del
Agua;
comenzamos a subir por la pista paralela al Barranco de la Cueva del
Agua,
tomamos el mantente
antes de alcanzar el collado (729 m) y de que se
transforme en sendero;
descendemos con precaución por sendero roto, agravado
por su acusado desnivel;
vemos a nuestra izquierda las ruinas de la Casa de la
Madera, sus eucaliptos y un almendro en flor bajo un tapiz florido.
Proseguimos por el Barranco de Ugéjar; desde una de sus
curvas divisamos la Casa de la Palomera,
cortamos la pista caminando por la
rambla del barranco, con tramos tanto arbustivos
como rocosos de enorme belleza;
en la zona de la Morata,
cambiamos de escenario, dejando el recorrido ramblero
por un vergel entre olivos y almendros;
ya en la confluencia del Barranco de
Casa Vieja con el de Ugéjar, vemos la Casa de los Pérez y las tupidas laderas
verdeando de Cabezo Alto (749 m);
cruzamos la barrera de acceso y nos dirigimos
hacia Los González.
En Los González, enfilamos la pista a la derecha para
acceder al deshabitado Caserío de Viquejos, donde no hay reloj, ni calle mayor,
ni plaza; todo lo gobierna Dios, con el esparto y la maza;
la ladera se
encuentra aterrazada, las piedras de contención limitan las zonas abancaladas
con las viviendas de una sola planta y corrales anexos, hechas con argamasa y
piedra caliza,
cuyo origen se debió a la explotación minera y también a la
existencia de un manantial;
hasta los años 50 tuvo huerta y un bosquete de
almeces;
por traza senderil en descenso de la aldea, caminamos rodeando los
añejos garroferos de troncos nudosos, ramas retorcidas y porte reposado;
rezumantes de historia rural, serenan nuestro ánimo proyectando su abigarrada sombra
a nuestros pies.
Alcanzamos nuevamente el Barranco de Ugéjar bajo la Peña del
Águila en Viquejicos, aquí se encuentra el complejo hidráulico, cuya estructura
comenzamos a ver en forma de un canal de recogida de aguas;
aunque un cartel
nos avisa de la presencia de abejas, se hallan alejadas de la Casa del Risco
del Perro;
entramos por su pista al Molino de Viquejos,
comenzando por la presa
de su molino hidráulico de cubo; pisando por el muro
vemos la cárcava construida
en mampostería, de forma cilíndrica y enlucida a la almagra;
descendemos a la
casa de la maquinaría,
ha desaparecido el depósito con forma de cono invertido,
que debía colgar del techo, en el que se echa el cereal;
la estancia de al lado
estaba dedicada a cuadras,
poco más abajo
echamos un vistazo a la cavidad del
infierno a través de la bóveda de doble cañón, ladrillo macizo y enlucida
lateralmente con cemento,
para ver el rodicio, con sus aspas en forma de
cuchara y dispuestas radialmente, para que la presión del agua las ponga en
movimiento y accione el eje que mueve la pieza de moler.
Seguimos rambleando
atentos para salirnos por la derecha, coincidiendo
con el track de la ida, a unos cortijos en ruinas,
donde encontramos una
roulote abandonada;
transitamos un tramo por la rambla de vuelta a los coches.
Nos desplazamos a Ramonete para comer en el Restaurante Asador el Cruce; muy
bien por cierto. Por último agradecer a todos los componentes su participación,
a Juan Guillén que nos descubrió estos lugares y a Ramón por su dominio de la zona
y consejos que tan útiles nos han sido.
Muy buen trabajo
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