Cañada de Ugéjar-Casa de la Cueva del Agua-Barranco de Ugéjar-Caserío de Viquejos


Accesos: Desde la NA-332 Mazarrón-Aguilas, torcemos por la RM-D5 a Pastrana,enlazando con la RM-D21 a Ugéjar; desde su entrada pisteamos por la derecha 400 m aparcando


en el cruce junto a un cultivo de brócoli.


Partimos pista arriba, 31 componentes del grupo Caminando por La Vida por la Cañada de Ugéjar;


tomamos el Barranco de Camacho, pasamos junto a una balsa bajo una vivienda en ruinas; 






retomamos el Barranco de Ugéjar bajo la Peña del Águila; 



abandonando la pista demasiado pronto hacemos un trecho baldío, ascendiendo entre matorral espeso


(error que subsano a la vista del sendero); continuamos por el camino marcado, 





en subida zigzagueante 


por las paratas con balates (aquí se denominan canchales) donde se plantaban algún olivo, almendro, higuera o algarrobo, estabilizando el talud.





Descendemos por pista desde el collado de Morra Alta (477 m), torcemos a la derecha en los dos cruces siguientes y a la izquierda después; vemos un magnífico pino piñonero junto a una balsa;


 dejando atrás las ruinas de la Casa de la Cueva del Agua, habitada hasta hace pocos años; 




realizamos una paradita para observar desde el cruce la entrada vallada a la Cueva del Agua;


 comenzamos a subir por la pista paralela al Barranco de la Cueva del Agua, 


tomamos el mantente 


antes de alcanzar el collado (729 m) y de que se transforme en sendero; 


descendemos con precaución por sendero roto, agravado por su acusado desnivel; 


vemos a nuestra izquierda las ruinas de la Casa de la Madera, sus eucaliptos y un almendro en flor bajo un tapiz florido.


Proseguimos por el Barranco de Ugéjar; desde una de sus curvas divisamos la Casa de la Palomera, 





cortamos la pista caminando por la rambla del barranco, con tramos tanto arbustivos 



como rocosos de enorme belleza; 


en la zona de la Morata, 



cambiamos de escenario, dejando el recorrido ramblero por un vergel entre olivos y almendros; 


ya en la confluencia del Barranco de Casa Vieja con el de Ugéjar, vemos la Casa de los Pérez y las tupidas laderas verdeando de Cabezo Alto (749 m); 



cruzamos la barrera de acceso y nos dirigimos hacia Los González.


En Los González, enfilamos la pista a la derecha para acceder al deshabitado Caserío de Viquejos, donde no hay reloj, ni calle mayor, ni plaza; todo lo gobierna Dios, con el esparto y la maza; 


la ladera se encuentra aterrazada, las piedras de contención limitan las zonas abancaladas con las viviendas de una sola planta y corrales anexos, hechas con argamasa y piedra caliza, 



cuyo origen se debió a la explotación minera y también a la existencia de un manantial; 


hasta los años 50 tuvo huerta y un bosquete de almeces; 


por traza senderil en descenso de la aldea, caminamos rodeando los añejos garroferos de troncos nudosos, ramas retorcidas y porte reposado; 


rezumantes de historia rural, serenan nuestro ánimo proyectando su abigarrada sombra a nuestros pies.




Alcanzamos nuevamente el Barranco de Ugéjar bajo la Peña del Águila en Viquejicos, aquí se encuentra el complejo hidráulico, cuya estructura comenzamos a ver en forma de un canal de recogida de aguas; 


aunque un cartel nos avisa de la presencia de abejas, se hallan alejadas de la Casa del Risco del Perro; 



entramos por su pista al Molino de Viquejos, 


comenzando por la presa de su molino hidráulico de cubo; pisando por el muro 


vemos la cárcava construida en mampostería, de forma cilíndrica y enlucida a la almagra; 


descendemos a la casa de la maquinaría, 


ha desaparecido el depósito con forma de cono invertido, que debía colgar del techo, en el que se echa el cereal; 




la estancia de al lado estaba dedicada a cuadras, 


poco más abajo 


echamos un vistazo a la cavidad del infierno a través de la bóveda de doble cañón, ladrillo macizo y enlucida lateralmente con cemento, 


para ver el rodicio, con sus aspas en forma de cuchara y dispuestas radialmente, para que la presión del agua las ponga en movimiento y accione el eje que mueve la pieza de moler.


Seguimos rambleando 


atentos para salirnos por la derecha, coincidiendo con el track de la ida, a unos cortijos en ruinas, 


donde encontramos una roulote abandonada; 





transitamos un tramo por la rambla de vuelta a los coches. 



Nos desplazamos a Ramonete para comer en el Restaurante Asador el Cruce; muy bien por cierto. Por último agradecer a todos los componentes su participación, a Juan Guillén que nos descubrió estos lugares y a Ramón por su dominio de la zona y consejos que tan útiles nos han sido.



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