Cerro Negro-Casas del Campillo-Cañaverosa


Accedemos por la RM-714 Jumilla-Caravaca de la Cruz, al aparcamiento del Yacimiento geológico del Cabezo Negro en Calasparra.


El Cerro Negro de Calasparra, destruido por una cantera, era un cabezo cónico de unos 400 m de altura; 


la gran oquedad que salvamos ascendiendo con las bicis, es la cantera ya abandonada, su razón de ser, fueron la dureza y resistencia a la meteorización que poseen las rocas volcánicas; 


se utilizan para firmes de carreteras y vías de ferrocarril (pórfidos). 


Nos encontramos geológicamente hablando, ante una chimenea volcánica de tipo lopolito, provocado por el afloramiento de rocas lamproíticas, 


pertenecientes a una antigua colada erosionada parcialmente; 



el entorno cuenta con zonas de descanso, paneles interpretativos y un mirador. 


Como curiosidad, algunos bloques que limitan el aparcamiento, son areniscas costeras del Mioceno superior.


Cruzamos la rotonda en dirección Socovos (MU-510), para tomar en unos metros la pista que sale por la izquierda; 


seguimos rectos en el cruce, 


pedaleando por preciosos campos salpicados de añejas oliveras; 



nuestra alegría dura poco, 


al pronto aparecen las vallas laterales y después la que nos corta la pista; damos media vuelta para rodear por el Norte, pegados al vallado por un sendero trialerillo de roca suelta.




Salimos a la carretera a Socovos (MU-510), en unos metros, tomamos la pista asfaltada junto a las ruinas de un antiguo molino; 



nuevamente una puerta vallada, que no está avisada con ningún cartel al inicio, nos obliga a dar media vuelta de nuevo, renunciando al paso por la presa del Embalse de Moratalla, a pesar de que la Confederación Hidrográfica del Segura, asegura en su web que puede accederse al mismo:


Ascendemos por asfalto buscando una pista, 


que nos permita enlazar con el track que traemos; lo hacemos antes del Km 6 en la zona del Campillo. Empeñados en buscar paso por el monte, avanzamos hacia su interior, pero enseguida divisamos las suaves crestas lomeras, erizadas con los postes del vallado finquero; en vez de elegir camino, el camino nos conduce indefectiblemente a las Casas del Campillo.



Saliendo por su entrada a la carretera, donde el track que íbamos a hacer marcaba 19 km, (nosotros llevamos solo 12 en una ruta paisajística, corta y fácil); toca alargar el recorrido y eso hacemos, sin saberlo, describimos casi al completo, un perfecto circulo de 700 m de diámetro; en vez de buscar consuelo en la Geometría lo hacemos comiendo el plátano al inicio de una pista con cadena.


Pisteamos 


a la Casa del Ceheginero, 





donde nos entretenemos observando el bello entorno agrícola;




seguimos por la pista hacia el Barranco de la Sabina; 


torcemos a la derecha en el cruce, vamos descendiendo progresivamente, a la par que empeora el firme, hasta alcanzar el tramo final del Arroyo de las Murtas y la carretera de Cañaverosa. 



Por carretera sin tráfico, atravesamos una extensa llanura, 



cogiendo pista hacia el Mirador del Campillo.


Tras una breve parada en el mirador, 



descendemos a la Senda de La Huertecica, enclave de la Reserva Natural de Cañaverosa, 


uno de los pocos espacios salvajes con “bosque galería” que quedan en la geografía murciana y el único donde se reproduce la nutria. 


Funciona como un auténtico corredor ecológico que conecta diversos ecosistemas, 


por tanto la riqueza faunística es muy elevada sobretodo en aves; 


actúa como una depuradora natural al atrapar sedimentos, nutrientes y contaminantes, además de reducir el impacto ecológico ante las crecidas impidiendo la erosión. 


Salimos a la pista cruzando la valla, 


vamos dejando atrás una casa junto al vergel de frutales, el transformador y el paso encementado sobre el río Moratalla.
Enfilando hacia el Camping Los Viveros, 







pasamos por la Urbanización Cañada Manrique antes de llegar a los coches. 


Rematamos la faena comiendo en el Niño de Mula; por una vez no entonamos la frase “Para vivir así más vale no morirse” sino esta otra frasecita: “No se le pueden poner puertas al campo” más apropiada por esta vez;



desgraciadamente, si no lo remedian las autoridades competentes, poco a poco acabaremos, como así está ocurriendo con cañadas, veredas, caminos de servidumbre, pasos fluviales, senderos de pequeño recorrido, vías verdes, etc. cortados o parcialmente destruidos, por la acción de particulares y empresas, que se apropian de lo que corresponde al resto de usuarios.



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