Cortijo de los Barrancos-Corral de la Hoya-Senda de las Tablas-Cortijo del Robledo
Cruzamos por la derecha el río ascendiendo por la pista, hasta el cruce con el ramal al Cortijo de los Barrancos;
disfrutamos del
entorno
rodeados de encinas monumentales
y continuamos pisteando
cortando dos
ramblizos que aún traen agua;
pasamos junto a las ruinas de Casa Nueva
con su
encina centenaria
y huerto de almendros floridos;
continuamos rectos en el
cruce
hacia el Corral de la Hoya.
Desde el cortijo, parte en ascenso una pista,
se convierte
en sendero agreste,
desde el Collado Tejero a la pista de la Rambla de Béjar;
la seguimos por la derecha durante 3 km faldeando la Sierra del Pajarero;
tomamos el mantente en el cruce con la Senda de las Tablas, por la que
iniciamos el progresivo ascenso hasta el Collado de las Tablas;
un precioso
recorrido bajo pinar
con algunas vistas al Cortijo del Chaparral.
Iniciamos el descenso por un estrecho sendero que nace a
nuestra derecha,
nos permite observar algunas viviendas de la aldea de Benamor,
antes de virar junto a la carretera, ya hecho pista, hacia la derecha por el
Robledo; enlazamos con la pista principal,
atajando por traza senderil
rodeados
de encinitas, retamas
y la florecilla del nazareno.
De nuevo en la principal, vamos dejando atrás el Cortijo de
la Santa,
aproximándonos al cruce que hemos de tomar, en claro descenso hacia
la finca del Cortijo del Robledo,
a nuestra derecha queda el Cortijo de Los
Barrancos bajo la Umbría del Buitre;
hacemos una parada junto a los caballos
y
un pacífico burrito,
que se nos aproximan en cuanto nos ven; el burro es descendiente de los asnos salvajes que habitaban
en África; domesticado hace unos 6.000 años, cuando se empezó a emplear como
animal de tiro;
es resistente, dócil aunque terco y nada agresivo, pose gran memoria que le permite recordar rutas que siguió hace tiempo; capaz de sobrevivir en ambientes calurosos con poca agua; en España están casi extinguidos.
toda una estampa
norteña.
Cruzamos la valla cerrándola a nuestro paso,
para acceder a
las ruinas del enorme Cortijo del Robledo, rodeado de almendros,
tiene algunos
nogales,
pero destacan sobremanera los restos,
del que tuvo que ser un
magistral ejemplar, a tenor de su tamaño;
investigo por el interior de los
anexos, aunque muy deteriorados, nos dan idea de la vida dura del campo y las
pocas comodidades de que disponían las gentes de estos lares.
La pista verdea
descendiendo a la unión del Benamor con la
unificación de los dos ramblizos que cruzamos anteriormente desde el Cortijo de
Los Barrancos;
un detalle en el suelo de la pista en forma de pequeños
montículos de tierra granulares, nos advierte de la presencia en la zona
de las avispas del género Sphex (conocidas como avispas excavadoras o
minadoras).
Cuando atrapan una presa, la paralizan sin llegar a matarla,
inoculándole una parte de su veneno con el aguijón, lo introducen en una madriguera
o nido subterráneo, y ponen un huevo dentro del cuerpo de su víctima, al
eclosionar se nutre de la presa mientras se desarrolla. La avispa excavadora
adulta se alimenta de néctar y polen, siendo beneficiosa para la polinización.
Vadeamos
para seguir al entronque con la pista donde aparcamos. Nos ha salido
un track con forma de pez.
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