Cerros Atalayón y Escucha desde Cala Reona

 

Accedo desde la Autovía de La Manga, salida 13 hacia Cabo de Palos; en la rotonda (primera salida) al aparcamiento de Cala Reona (37°37'7.17"N 0°42'49.96"W).

Comienzo a caminar por pista paralela a la carretera de entrada; cambio de dirección junto a un aparcamiento privado, bordeando una antigua cantera, 

alcanzo un collado; 

hay que seguir ascendiendo por traza senderil,  abriéndose paso entre el diverso matorral a base de palmitos, artos, cornicales, lentiscos, aliagas y espinos negros; 

me encuentro en la zona oriental del Parque Regional de Calblanque, Monte de las Cenizas y Peña del Águila (creado en 1992), abarca unas 2.800 has entre Portmán y Cabo de Palos.

Paso junto a uno de los abundantes pozos, 

procedentes de la actividad minera del cinc, hierro, plata y plomo (siglo XIX); a medida que me voy acercando al Cerro de La Escucha (185 m), 

aparecen las rocas sedimentarias (calizas) y metamórficas (pizarras y filitas) procedentes del Paleozoico.

Dejo el sendero para descender en dirección al Cerro del Atalayón  

y subirlo después; 

las vistas de Cabo de Palos y La Manga son estupendas; 

desciendo con precaución

realizando el mismo camino de vuelta, 

para encaramarme apoyando manos al  Cerro de La Escucha; 

desde su vértice, el ampliado panorama de los parajes semidesérticos, muestran un paraíso donde destacan las Salinas del Rasall; dos lagunas naturales que recibían el agua de la lluvia, fueron convertidas en salinas a principios del siglo XX; abandonadas en los años 90, actualmente constituyen un humedal protegido, corredor para la avifauna de alto valor ecológico.

Voy descendiendo por la cresta lomera, 

con múltiples rocas forradas de Xanthoria parietina (liquen de los muros), 

admirando un entorno compuesto por montañas, oscuros acantilados formados por micaesquistos, playas doradas, dunas fósiles, salinas, etc. con una variedad cromática de especial belleza; sin poblaciones, exceptuando caseríos como Cobaticas, La Jordana, Huncos o Los Chaparros  construidos a principios del siglo XIX, antaño dependientes de la agricultura de secano, la explotación de sal, la ganadería o la apicultura.

Desde una zona minera enlazo con su antigua pista de acceso; 

se convierte en sendero; en el primer cruce por la izquierda, cruzo el ramblizo para dirigirme a Punta Negra, donde inicio la senda geominera del parque; 

desde la misma se aprecia intacta el área litoral de la Costa Cálida, caracterizada por los endemismos volcánicos entre sus 26 km de costa.

Pisteando entre restos mineros, 

el colorido de las terreras nos desvela los amarillos de la jarosita, mineral resultante de la oxidación de la pirita (mineral de hierro), o los negros esquistos de los acantilados como el de Punta Barriga, 

junto al sendero aéreo de las cuerdas, donde un cartel nos informa de la protección que goza la tortuga boba, con claros indicios de haber desovado en el parque.

Sigo por sendero menos aéreo sobre Cala Cocón o “Cocón de Los Lobos” refugio de la foca monje (lobos marinos) al aparcamiento.



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