Cdo. Mangueta-Pozos nieve de Cartagena-Pedro López-Casas de Malvariche-Prado Mayor- Pozos nieve de Murcia

Desde Alhama de Murcia en dirección al Morrón de Espuña, por la carretera estrecha y serpenteante de Fuente Alta, pasando por el Collado Bermejo, aparco al lado del Mirador del Collado Mangueta en Sierra Espuña.

Salgo caminando por el sendero del Pedro López

 hacia el Mirador del Collado Mangueta, 

pasando por los Pozos de la nieve de Cartagena o “de los Zurdos”: 

Las ruinas de dos pozos a la izquierda de la pista y poco más adelante uno reconstruido. 

Los Pozos de la Nieve son patrimonio histórico de la sierra y vestigio de tiempos sin electricidad (siglos XVI al XVIII), donde se hacía necesaria la construcción de grandes pozos para almacenar la nieve, empleada en usos domésticos y distribuida en animales de carga por las localidades cercanas, aunque se comenzaba a repartir al atardecer, se derretía algo más de la mitad de la nieve.

Asciendo por la Cuesta de la Peseta en la pista forestal del Pedro López PR MU-63, dejo a la derecha los Pozos de Eleuterio o de la Villa, continuo subiendo hasta el Collado Eleuterio (1.445 m), sigo recto en el cruce con la pista que desciende a La Carrasca;

 el umbroso pinar se despeja bajo los escarpes calizos del Cerro Pinos Blancos. La espesa niebla impide que vea cualquier manada de Arruis o Muflón del Atlas, introducido en 1970 en Sierra Espuña con fines cinegéticos, su hábitat original es el Norte de África; en ausencia competidores su número fue en aumento, hasta que una epidemia de sarna redujo su población en un 90% entre los años 1992 y 1994;

 giro a la izquierda en el cruce pistero para encaramarme al vértice geodésico del Pedro López (1569 m), a sabiendas que la visibilidad será escasa.

Retomo la pista hacia el Collado del Húmero; aparece en medio de la Pista Forestal de las Casas de Malvariche, un arruí en los huesos que los buitres de la zona han repelado a fondo; 

aunque la niebla va despejando

 no se distinguen los Cuchillos del Bosque, el pico de La Selva y la Peñarrubia en la Sierra de Pedro Ponce; 

lo que si observo son las ruinas de la Casa del Guarda con los pinos piñoneros al borde de pista.

Entro a la explanada torciendo a la derecha, para observar un magnífico roble, Quercus Faginea (quejigo, roble carrasqueño…) con 4,30 m de cuerda y 19,50 m de altura; declarado árbol monumental, es el roble ibérico de mayor resistencia a la sequía, por lo que es el único presente en zonas áridas del sur como la Región de Murcia,

 se hallan al lado del embalsamiento de un antiguo nacimiento; 

paso frente a las ruinas de las Casas de Malvariche,

 dispuso de capilla y las casas de sus trabajadores: el guarda de la finca, el mulero y el labrador (con sus respectivas familias) 

y en la de la familia Quintana, 

tomo el mantente disfrutando de un paraje de ensueño, rodeado de cumbres jurásicas junto a los avellanos,

 higueras, granados, almendros, nogales, etc; 

privilegiadamente sentado en una roca plagada macroforaminíferos bentónicos, los Nummulites, semejantes a un balón de rugby, los tamaños van desde 3-4 milímetros a varios centímetros.

Sigo por la pista herbosa salpicada de amapolas

 y “lentejas petrificadas”, son en realidad los caparazones de organismos unicelulares, capaces de fijar un esqueleto mineral de considerable tamaño; estas formas de vida denominadas foraminíferos, desde hace unos 540 millones de años pueblan prácticamente todos los mares y océanos del planeta y Sierra Espuña estuvo bajo las aguas hasta hace 10 millones de años.

Se hace sendero, 

cruzo el ramblizo con agua que desciende desde el Morrón de Arriba, 

camino paralelo al Barranco de Malvariche, 

entro en una galería

 donde se encuentra en estado de latencia un pequeño murciélago;

 alcanzo por la Ruta del Jurásico

la meseta florida rodeada de cumbres, Prado Mayor, lugar habitado con algunas construcciones modernas

 y otras como las de los obreros que trabajaban en las minas de fosfatos situada 200 m al sur, 

donde aún pueden verse las ruinas de las viviendas corridas en el valle, accesible por la pista que recorre el valle del Leiva.

Camino por la pista encementada que, pasando por la kárstica Fuente Blanca, 

me eleva al Collado Blanco con vistas de Prado Mayor y Cabezo del Sopalmo; 

giro a la derecha en ascenso, 

en busca de la senda por los Carrascales, pétrea vereda entre espartales y cojines de monja con suelo esquelético y pedregoso; desciendo por el macrolapiaz,

 

hasta la pinada

 de los Pozos de la nieve de Murcia o “del Tío Cola”

 con pavimento kárstico desarrollado sobre las calizas jurásicas. 

Su profundidad entre los 5 y los 10 m; de diámetro medio con algo más de 8 m; 

sus gruesos muros, cercanos a los 2 m y enlucidos con una capa de cal, procuraban aislar del exterior, 

se llenaban de nieve con capazos de esparto, donde la iban aplastando para favorecer su conversión en hielo; hasta nueve personas relevándose podían atender un mismo pozo. 

Por la pista, regreso al cercano aparcamiento.



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