Arroyo Tercero-Cortijo del Castellar-Arroyo Blanco-Hoya Alazor-Arroyo de la Melera-Cañadicas del Calar

Accedemos desde el Sabinar hacia Nerpio, para aparcar en la parte derecha al entrar en la aldea de Arroyo Tercero.

Partimos cruzando el pueblo en descenso y echando un vistazo a su lavadero,

 membrilleros y parral; 

 en la bifurcación pistera, descendemos por la derecha hacia uno de los huertos de la zona, para cruzar por sendero poco definido

el arroyo que da nombre a la aldea; 

remontamos por pista, 

torciendo a la derecha en el cruce y pasando por las ruinas del Cortijo de la Umbría; 

tras 750 m de ascenso, tomamos un estrecho sendero junto al nacimiento y balsa del Castellar con chopos, nogales y cerezos luciendo cromatismo.

Llegamos al coqueto Cortijo del Castellar, 

disfrutando de unas estampas de otro tiempo

en animada charla con uno de sus dos propietarios, nos comenta sobre el emparrado, que las cabras montesas se comen los racimos de uvas, 

los jabalíes cualquier vegetal que se plante sin vallado y que tiene protegidos unos membrilleros y cerezos contra el pedrisco, cuando pensábamos que era una red anti-pájaros. Terminada la inspección del ala Este, 

buscamos una traza senderil casi perdida entre el arbolado y matorral, descendiendo a un cruce pistero, 

seguimos a la derecha por terreno ahora labrado; 

la pista reaparece poco mas adelante poco marcada, acaba descendiendo abruptamente

 rodeando un formidable sabinar de ejemplares centenarios,

 cuyos troncos retorcidos y nudosos, nos impresionan al punto de abrazar con posesión y mimo a uno de ellos.

Comemos los bocadillos y enlazamos con la pista asfaltada hacia la Ermita de la Rogativa, dejando atrás el Cortijo del Mojón, vamos atentos a tomar el sendero

 que forma un pequeño canal de riego en una juglans regia (bosquete de nogales); 

el estrecho sendero del canal, constituido por los sedimentos de la sucesivas mondas, transcurre paralelo al salvaje Arroyo Blanco un buen trecho, 

después vamos abriéndonos paso entre la vegetación orillados al arroyo, 

para vadearlo por piedras al atajar sus meandros.

Pasamos junto a un muro de contención contra avenidas, donde los cortados rojizos que labra el agua del arroyo destacan sobremanera, 

así como los pinos aferrados con sus raíces en la inestable ladera; 

llegados a otro murete engullido por la exuberante vegetación, ya no se puede seguir adelante, hemos de retroceder unos metros y acometer una corta e intensa subida pedregosa entre encinas a la cresta lomera.

Caminamos por suelo rocoso encima de los cortados calcáreos, con excelentes vistas de la tercera represa,

el adorable marco otoñal, que nos muestra el desfiladero por cuyo fondo transcurre el arroyo y de fondo Peña Jarota;

descendemos a la pista aprovechando un canal de roca escalonado, 

nos conduce al caserío semiderruido de Arroyo Blanco; 

pisteamos por la izquierda ascendiendo entre cultivos de lavandas hacia Hoya Alazor.

Continuamos a la derecha en el cruce, observando el posible camino o paso entre los aterrazados taludes de espliego, por donde bajar campo través, 

al incómodo transitar ramblero

 y desembocar en el Arroyo de la Melera.

Seguimos por su herboso fondo, ahora casi seco en superficie,

remontando después por su sendero, hacia los bloques rocosos del Calar de Santa Ana, con vistas de alguno de sus tramos con agua y de sus pozas; 

lo cruzamos

 y pasamos frente a un cortijo en ruinas, 

cruzando entre rosales silvestres por las Cañadicas del Calar

 y entrando en una bella zona arbustiva

 con balsa de riego

 y alguna chabola con huerto, de vuelta al aparcamiento.

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