Los Nogales Centenarios de Nerpio y las Encinas Monumentales de la Aliagosa

 

Accedemos a Nerpio por la RM-15 desde Caravaca de La Cruz, pasando Archivel y El Sabinar por la AB-702. Circunvalamos la población en dirección Pedro Ándrés y aparcamos junto a la entranda de la pista al Plantón del Covacho (38° 8'39.60"N 2°19'33.94"W).

La Asociación para la Protección de la nuez de Nerpio, encargada de promocionar y proteger el cultivo del nogal y consumo de la nuez, ha despejado y balizado un precioso recorrido en busca de los Nogales Centenarios cercanos al río Taibilla; 

tras el asombroso encuentro con un par de cabras montesas que se dejan fotografiar cual modelos, 

nos acercamos al Plantón, 

era el nogal más alto de España, se secó en el año 2006 víctima de la “tinta del nogal” (o mal negro) a pesar de ser declarado árbol singular en 1992. 

Su leyenda nos cuenta sobre María Candela que, plantando el nogal, acudió una manada de lobos atraídos por las ovejas del covacho, la mujer huyó y el plantón quedó a medio plantar. Se comenta que producía 300 kg de ricas nueces.

Caminamos por pista sin cruzar el Río Taibilla, 

dejando a nuestra izquierda unos picachos

 y zona de pasto, 

abrimos varias cancelas antes de alcanzar la pista de la Casa Rural Los Enebros, 

donde un cartel nos habla de la necesidad de protección y apadrinamiento del nogal como motor económico de la zona;

 comenzamos a cruzar un sinfín de pasarelas, con sus tres tablones característicos de la ruta, diferentes al resto que dan servicio a las fincas colindantes; entre recodos fluviales, setos de membrilleros, ruinas de cortijos en lugares olvidados y tomados por la vegetación, se cobra su tributo junto a grandes troncos vencidos.

Compartimos trecho con un gato juguetón, 

hasta que el perro de un pastor con su rebaño de ovejas lo espanta en la Fuente del Covacho, 

cercana del Cortijo de Ramón Pedra donde se encuentra un nogal centenario visitado en otra ruta; 

caminamos absortos entre choperas, olmos, nogales, el rumor del agua corriendo desparramada 

al Molino del Cojo, parcialmente derruido; 

siguiendo el canal

 y haciendo un corto trecho de asfalto, enfilamos por la derecha la pista que rodea el cerro donde se asienta el Castillo de Taibilla (siglo XI), 

tuvo su importancia histórica y estratégica para controlar el vecino Reino de Granada, a cargo de la orden de Santiago desde 1242, hasta la conquista de la ciudad de Granada en 1492.

Retomamos unos metros mas adelante la ruta balizada

por una veredita, nos transporta un trecho incómodo a la vera del Taibilla, hasta que entroncamos con la pista a la cercana aldea de Pedro Andrés; 

por la izquierda cruzamos en subida los Cortijos de Isidoro,

 observando sus retorcidos y añejos parrales; 

con el tiempo detenido, la memoria olvidada y desaparecidas sus gentes, solo quedan algunas muestras de un reciente pasado.

Seguimos por sendero 

en monótono ascenso rodeados de almendros al Cortijo de la Noguera

 y su nogal centenario, 

el agua, abundante a pesar de la pertinaz sequía, invade la pista

que vuelve a empinarse bordeando fincas con magníficos ejemplares de nogales; 

se agrava la pendiente junto a las pinturas rupestres en la Solana de Las Covachas, 

donde se muestra una danza con un personaje masculino presidiendo el grupo de mujeres con largas faldas. Sólo se puede acceder contratando la visita guiada en la oficina de turismo (967 43 81 70 / 967 43 81 96).

Vamos pendientes de abandonar la pista marcada con su desvío correspondiente; en el cruce pistero atajamos monte través

 al decepcionante nacimiento del río Taibilla;

continuamos otra vez de ascenso junto a unas balsas abandonadas, 

para comenzar el descenso al valle contiguo por donde corre el Arroyo de la Aliagosa; comienza un cambio en el decorado, si hasta ahora los nogales predominaban en el paisaje, a partir de aquí, encinas y sabinas, van a ser una constante.

Pisteamos en descenso, cambiamos de dirección en el primer cruce, para explorar un caserío en ruinas que no merece la pena,

 nos obliga a bajar un corto trecho por barranquete siguiendo una traza ganadera y encima hay que saltar otra valla sin problemas; 

mejor el segundo cruce tal y como hicimos al realizar la Ruta de la Aliagosa; nos adentrarnos por una mancha de encinas monumentales 

junto al interesante Cortijo de la Aliagosa, 

donde comemos los bocatas sentados en viejas ruedas de tractor

 y con el cagadero al lado.

Tras reponer fuerzas, seguimos en descenso observando los pinos que forman parte del encinar, ya que casi todos han sido secados por la colonización del muérdago, 

planta semiparásitaria que crece sobre las ramas de diversos árboles; la multiplicación de sus semillas pegajosas por los pájaros al frotarse contra las ramas, permite que se desarrollen raíces capaces de absorber la savia de las ramas del árbol huésped; cuando son, como en este caso, muy abundantes los brotes de muérdago, acaban con el árbol en cuestión de tiempo. Hasta nuestros días ha llegado la tradición del beso cuando nos encontramos debajo de una de sus ramas. Su ultima utilidad descubierta es contra el cáncer. 

Una culebrilla se nos cruza en el camino, se trata de la culebra lisa meridional (Coronella Girondica), 

rara vez supera los 40 centímetros de longitud, en la parte posterior de la cabeza tiene una mancha negra en forma de U, pasa la mayor parte del día escondida bajo rocas, come lagartijas, eslizones, salamanquesas y algunos artrópodos, como sistema disuasorio expele una sustancia de olor desagradable.

Seguimos descendiendo de vuelta paralelos al Barranco de la Aliagosa; pasamos por las instalaciones de Los Bancalejos,

 dejamos la pista atajando a otra, pero nos topamos con la alambrada que acota la zona de caza; volvemos de nuevo a nuestro camino para volverlo a intentar pasada una balsa natural; 

de nuevo el perímetro vallado nos hace desistir, no nos queda otra que seguir un poco mas abajo por la pista, cruzando por las puertas abiertas del coto de caza; 

torcemos a la izquierda unos metros mas abajo para evitar un largo rodeo y descendemos monte través, volviendo a cruzar el vallado enramado de un cultivo de almendros a la carretera de los Chorretites; 

torcemos 100 m a la izquierda para cortar el Arroyo del Sauco

 y enlazar con una traza senderil en busca del descenso final

 a su lecho, 

nos adentra por una cerrada

 en el bosque galería entre el Sabinar y La Hidalga

 hasta la salida.

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