Nacimiento Río Mula, Cueva Martos y Salto del Usero
Partimos caminando por el talud que forma el olivar con la ribera del Río Mula,
hasta que se despeja el zarzal y cañar,
para dar paso a las bonitas pozas
y algún salto de agua que se van formando entre las rocas.
Cruzamos justo en la carretera el puente, para tomar un sendero a la izquierda en ascenso y salir por un campo de olivos a la pista,
por la izquierda en 115 m asciende una pista en desuso; pasa por las ruinas de un cortijo y se hace sendero.
En la bifurcación seguimos por la derecha; se empina cada vez mas y el suelo descarnado hace que vayamos pisando con precaución
hasta el acceso
a la Cueva Martos,
una cavidad de cierto tamaño
con algo de fondo
y un tragaluz natural.
Descendemos a la pista
enlazando con la carretera;
vamos atentos observando los campos de vides
y tomar por la derecha un sendero que corta la Rambla de Ucenda, comenzamos una fuerte subida que se estabiliza mas adelante
donde cogemos a la derecha un sendero durante 360 m;
seguidamente otro sendero por la derecha se une en 130 m al que desciende del Castelar.
Enlazamos con la pista principal; pasados 300 m, giramos por la izquierda a zona del Molinar,
donde se encuentran la cascada y poza (que los lugareños llaman vaera);
descendemos al cauce donde encontramos rocas sedimentarias, formadas principalmente de carbonato cálcico y originadas hace millones de años por los depósitos del río llamados travertinos.
Los primeros ejemplos de resistencia y cualidades decorativas de esta Piedra Natural, los encontramos en la antigua Roma, donde los monumentos construidos con travertinos han resistido el paso de los años y siguen manteniendo su elegancia y majestuosidad.
Hoy día los travertinos son muy utilizados en espacios comerciales, centros de trabajo y zonas residenciales por su idoneidad en suelos y revestimientos.
En este enclave natural, visitado por miles de turistas durante todo el año, en la noche de San Juan se celebra la tradicional «Bajada de la Mora»,
congregando a cientos de personas que al filo de la media noche, se reúnen en torno a la poza, con el fin de encontrarse con la «reina mora» y poder ser bendecidos por sus milagrosas aguas.
Cruzando por un puentecillo
subimos los escalones a la pasarela,
un sendero nos devuelve a la carretera; giramos a la izquierda pisteando,
hasta entroncar con la carretera de vuelta a los coches.
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