Estrecho de la Algualeja

 Accedemos desde la Autovía Murcia-Lorca (salida 609) hacia Totana, seguimos por la RM-502 a Aledo enlazando con la C-21 a Lorca, nos desviamos a la vista del poste indicador del Km 2, por pista asfaltada a la izquierda y a 600 m, cruzamos el puente del aparcamiento al área de recreo del Estrecho de La Agualeja/Arboleja/Algualeja como también se conoce; situada en la cara oeste del cabezo del Molino y tramo medio de la Rambla de Lébor, cuya estructura geológica viene determinada por la fuerte erosión de aguas de escorrentía (cárcavas y abarrancamientos), mostrándonos un terreno rico en margas, yesos, calcarenitas, areniscas y conglomerados.

Vamos a realizar el corto recorrido circular acondicionado, con barandas, escaleras e incluso una pequeña área recreativa con pinos y barbacoas, desde donde accedemos al mirador de reloj solar (sin la aguja que daba la sombra), 

descendemos por las escaleras pasando por el algarrobo

 y la escultura en arenisca, 

a la entrada de esta angostura rica en calcarenitas, casi cerrada en su techo, que forma un túnel de unos 500 m de largo.

Sorprende la frescura que se siente desde su entrada, 

alterna cueva y cañón fluvial, donde se suceden antiguos sedimentos marinos transformados en paredones rocosos, erosionados y rezumantes de agua, 

cuya precipitación provoca relieves carbonatados con amalgamas de materia orgánica, producto de la acción conjunta entre bacterias, musgos y helechos, con la falta de luz solar y el contacto con el agua.

Paseamos entre moles rocosas de relieve granuloso, que parecen intentar aprisionarnos con sus rezumantes paredes, entre chorreones de agua, salpicados de vegetación e historia geológica. 

Se observan rincones con figuras esculpidas de areniscas meteorizadas, algunas con estratos coloristas y granulosos de gran belleza, también algunas estalactitas y crestones.

El agua que circulaba por el lecho del cauce, quedaba estancada en los diversos agujeros del cauce (pilas, pilones o pilancones), bañeras naturales que han sido colmatadas por la erosión de las tierras removidas en los alrededores, produciendo un barro arcilloso, resbaladizo y pegajoso.

Salvamos con una corta trepada el dique, realizado para contener y distribuir el agua por las galerías que hay en la parte superior, dos ramales (en total unos 450 m de largo), agujereados por nueve conductos verticales de unos 40 m de profundidad, son las lumbreras para recoger las aguas de escorrentía y subterráneas provenientes de las formaciones geológicas de Aledo y Nonihay.

El agua discurría por la galería hasta llegar a la balsa que hay en la salida del Estrecho de La Agualeja, la embalsaba enviándola por una acequia con acueducto sobre la Rambla de Lébor, para regar los cultivos de la huerta de Totana.

Vemos las escaleras de acceso y las galerías subterráneas con lumbreras para extraer el agua, 

poco antes de salir por el sendero de cuerdas, al puente hecho con traviesas de ferrocarril donde aparcamos. No se debe transitar por el estrecho en días de tormentas y no siempre puede realizarse el recorrido integro sin mojarse.

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