Salinas de Oro-Presa del Molinar-Basílica de San Jerónimo

 

Nos desplazamos desde Riezu, donde hemos hecho el Cañon del Río Ubagua, a la cercana localidad de Salinas de Oro (Jaitz en euskera) 

situado en el valle de Guesálaz (Merindad de Estella, Navarra), aparcamos en un mirador junto a la carretera que bordea la población.

Realizamos 90 m por asfalto saliendo del pueblo, 

torcemos por pista en descenso, invadida por la vegetación pero transitable; 

entroncamos con la pista oficial de la ruta y continuamos descendiendo hasta cruzar el puente románico de ojo único, se alza solemne sobre las aguas del río salado, dando paso al camino de San Jerónimo de Oro.

Seguimos a la derecha 

entrando en un tupido robledal, 

 se nos acerca al trote un potrillo curioso mientras su madre descansa bajo la arboleda, 

aunque la timidez finalmente le hace mantener la distancia;

 dejamos la pista en 365 m a la vista del cartel que, 

por precioso sendero, 

desciende al margen izquierdo del Río Salado, 

en pocos metros veremos la infraestructura de la nueva presa del Molinar, 

ya que la antigua perteneció al antiguo molino de Muniavía y fue donado en 1141 por el rey García el Restaurador, al obispo de Pamplona, cuyas ruinas se pueden ver a pocos metros. La presa fue reedificada nuevamente en 1813 ante una crecida de aguas que se llevó la anterior.

Retornamos a la pista y, poco antes de llegar al cruce de la ida, atajamos en subida por el robledal siguiendo confusas veredas vacunas; 

enlazamos con la cómoda pista

 admirando los ejemplares de robles centenarios; me aparto del camino para fotografiar de cerca al mas viejo.

Cruzamos un portillo 

observando el gran perímetro troncal de un roble achaparrado,

 las manifestaciones de vida natural se encuentran a cada paso que damos bien sea por las flores, 

los insectos, 

el bosque

 o las vistas.

Alcanzamos el lugar donde se ubica la basílica de San Jerónimo de Oro, construcción románica del siglo XI, que fue antigua parroquia del pueblo de Oro, ermita de devoción comarcal, fue famosa por conservar en su interior, la piedra con la que el santo hería sus pechos en el desierto, y que se llevaba en postulación por los pueblos de Navarra; 

el conjunto conserva la sacristía, la casa del ermitaño, un atrio murado y empedrado, aunque no pudimos acceder a su interior por estar cerrada, 

tomamos la barrita sentados en el poyete de su fachada.

Regresamos pisteando disfrutando de los hermosos ejemplares de roble que nos salen al paso, 

al igual que un abrevadero 

antes de enlazar con el track de la ida; la vuelta cruzando el puente, será subiendo arropados por la exuberante vegetación que adorna el camino.

Una vez montaos en la AC hacia Pamplona, pasamos por la salinera del pueblo (el primer documento escrito que las nombra data de 1492 aunque se cree que son anteriores a esta época) además de darle nombre, es la parte más conocida de Salinas de Oro. 

En la actualidad la extracción de la sal se sigue acometiendo de forma artesanal extrayendo la sal con agua de manantial. En el proceso se utiliza agua de yacimientos salinos, que se acumula en depósitos, desde donde se distribuye por pequeñas piscinas.

 Hay que tener en cuenta que la sal es utilizada como uso medicinal o para la conservación de alimentos, en la actualidades es un producto económico pero en la antigüedad se usaba como moneda de cambio, de ahí la palabra “salario”.

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