Hoz del Río Trabaque
Partimos caminando desde el aparcamiento del Restaurante La Olmilla, en Albalate de las Nogueras,
situada entre los ríos Albalate y Trabaque, en la comarca de La Alcarria conquense, (provincia de Cuenca); origen de la ruta del mimbre desde la Alcarria a Beteta, es un pueblo que sabe a historia, costumbre, sentimiento y tradición.
Cruzamos la carretera y nos dirigimos en ascenso por su vía principal, entre mansiones solariegas y toscas casas tradicionales,
a la plaza del Ayuntamiento donde se encuentra la iglesia de la Asunción;
durante la Alta Edad Media, el pueblo fue un asentamiento berebere y décadas después de la Reconquista Cristiana, se construyó la iglesia de la Asunción, al parecer sobre una antigua mezquita árabe de Albalate de Bombarra (su antiguo nombre); su estilo pertenece a la época de transición del románico al gótico, siglo XIII; queda en pie la nave de sillería, sus dos puertas de ingreso y su magnífica espadaña.
Por la calle San Millán
derivamos a la carretera CM-210 de nuevo; cruzamos delante de una fuente ancestral
y, en 150 m, torcemos a la derecha junto al puente sobre el Río Trabaque, nace en el Rincón de los Olmos, cerca del Parque Natural El Hosquillo en las Majadas;
pasamos junto las cuevas de vino donde se guardan el jaraíz, la pila y las tinajas que contienen el vino fabricado artesanalmente; su origen se remonta a la Edad Media, cuando en cada casa había una cueva y no para hacer vino precisamente, sino como bodega despensa para mantener los alimentos.
Existen tres parajes de cuevas: la Tercia, el Carril y Las Peñas, donde se hicieron todas en fila; con el tiempo desarrollaron una especie de cobertizos con chimenea, para tomarse unos vinos con los amigos.
Dejamos atrás el restaurado y empedrado Puente medieval del Nogueral,
la fuente y el descuidado humilladero,
pisteando hacia el cementerio
y la Hoya de los Morales;
vemos un vado con su presa reguladora de aguas
entrando en la Hoz del Trabaque,
con sus bellas parameras o “muelas” y “tormagales”
caminando orillados al curso fluvial.
Vemos los majestuosos buitres leonados sobrevolando la hoz;
damos la vuelta al llegar a un cortijo en ruinas;
echamos un vistazo a los pináculos que destacan erguidos sobre las paredes rocosas;
caminamos entretenidos observando una roca de ojos fieros sobre una caseta;
nos desviamos unos pocos metros para, desde un antiguo cortijo vallado,
descender unos metros a la bonita Chorrera de Pozo Grande.
Volvemos a pasar por la pequeña área de recreo,
antes de cruzar por el Puente del Nogueral
al empedrado camino de Albalate
de vuelta al aparcamiento.
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