Rambleando por Corvera

 

Accedemos al Puerto de la Cadena aparcando en el restaurante la Venta II; partimos en dirección contraria al trazado de la autovía Murcia-Cartagena por la derecha (Vereda de Torre-Pacheco), en dirección al Caserío de Lo Pareja; por la pista que parte a la derecha al final de la recta asfaltada; descendemos por senda paralelos a la autovía, 

la cruzamos 

para entrar en Baños y Mendigo, seguimos por su carretera dejando atrás la ermita del Caserío de los Baños, desde donde sale la Romería de la Virgen del Rosario.

Pasado el cementerio, cortamos la carretera a Corvera (RM-601), seguimos por pista enlazando con la asfaltada a los Muñoces, entramos en la Rambla de los Jurados por el olivar; 

rodeamos un gran muro de contención deteriorado, ante el empuje de las avenidas de agua de lluvia; 

pedaleamos por una traza senderil a la derecha, 

observando los fenómenos geológicos, reflejados en la pared estratificada por la erosión, que provocan este paisaje de badlands; 

un incipiente pináculo y una chimenea de hadas, también llamadas hoodoos (significa mala suerte), nombre derivado del culto vudú, que da a ciertas formas naturales poderes mágicos.

Las numerosas oquedades que presentan las paredes gredosas, propias de zonas áridas, secas y calientes como esta rambla, dan cobijo a los abundantes grajos; abajo predominan las madrigueras de conejos que corretean a nuestro paso; cruzamos por una zona con agrupación de baladres; en una curvatura ramblera vemos la Casa de Los Muñoces, donde se ha encontrado un yacimiento con material romano, testimonio del asentamiento de núcleos poblados, aunque solo se tratara en origen de villas y alquerías.

Se estabiliza la rodadura, cambiando roca por gravilla y arena, adornada de matorral adaptado al clima semiárido del entorno badlands; vemos la caca blanquecina y cremosa debido a los uratos de las aves que nidifican en las oquedades, sus responsables son los escandalosos grajos que sobrevuelan en bandadas la rambla; las huellas de los neumáticos de las motos de enduro, son los únicos signos artificiales que observamos.

Se abre la rambla en una zona colonizada por los gandules,

 aprovechamos para dejarla por la derecha en busca del Arco de Escobedo, 

un paso abierto en el cerro por las aguas superficiales de la Rambla del Escobedo. 

Volvemos a retomar la Rambla de los Jurados; se suceden los pasos encharcados y embarrados; 

cruzamos bajo el puente, 

pedaleando por su margen derecho, paralelo al pequeño cañón que forma en este corto tramo; 

las paredes rambleras modeladas por los agentes atmosféricos, presentan relieves sugerentes más propios de tierras desérticas que de la zona donde nos encontramos; 

aparece un murete de contención en una zona de gandules, donde empieza la del Ciprés y transcurre el Cordel de Fuente Álamo, una vieja vía pecuaria destinada al tránsito de maquinaria agrícola, uso del ganado al Campo de Cartagena desde el Puerto de La Cadena y también como paso para senderistas y ciclistas.

Alcanzamos la carretera a Corvera, 

dejamos atrás los campos cerealistas de Torre Mochuela, 

entramos en Corvera; en 1820 fue independiente de Murcia, hasta que en 1834 dejó de tener ayuntamiento propio, su población ha estado dedicada a la producción de cereal, aceite, ganado bovino y la caza en los distintos caseríos dispersos por su territorio, comprendido por los parajes de Los Brianes, Las Casicas y Los García.

Tomamos en ascenso la Rambla de Corvera, con una primera parte poco agraciada, va mejorando hasta alcanzar en la Loma de Los Palmitos una belleza sorprendente; 

alargamos el recorrido por ramblizo subsidiario hasta Los Ballesteros, entroncando con pista de vuelta a la carretera de Los Brianes; 

tras 400 m, descendemos por la derecha; pasamos junto a un antiguo pozo, 

girando a la izquierda en ascenso por la Rambla del Escobedo, cuajada de arena y algarrobos; muy resistentes a la sequía, con sus semillas se obtienen derivados empleados por la industria alimentaria como aditivos naturales.

Junto a los pilares del antiguo puente torcemos a la derecha; 

descendemos entre espartos, albaidas, almendros, pinos, alguna palmera y olivos; cruzamos el Ramblizo de los Páramos, ascendemos a las ruinas de la Casa Cerero donde hubo un olivo monumental,

 alcanzamos el asfalto pasando por el caserío de La Laguna a la Venta, donde nos espera el lavadero, ya que vamos de barro hasta las cencerretas, justo precio por tanta diversión.



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