Calares del Lanchar

 

Accedo por Ctra. de Barranda al Sabinar, desvío al Campo de S. Juan (Moratalla), pasada la presa de gravedad del embalse de la Risca, a la derecha y después recto 400 m en el cruce, aparco en el Cortijo del Medio Celemín (38°11'55.37"N  2° 3'43.36"W).

Los cultivos de lavandas lucen coloristas en los campos de secano, serán recolectados, procesados y transformados en colonias, geles, esencias, aceites, medicamentos, etc.

Cruzando por la pista del cortijo, 

comienza en progresivo ascenso 

desde una zona poblada de sabinas; alcanzo el Collado de la Piedra del Viento donde aparecen las primeras encinas, 

la pista termina en favor de una trocha de subida a un aprisco, siempre con la panorámica del Campo de San Juan.

A partir del aprisco hay que ascender duramente por un canchal;  bajo los farallones rocosos, 

veo una escalera que conduce solo a un abrigo rocoso; 

tras otro ascenso con bloques de piedras a su final,

 corono el Calar de la Cueva de la Capilla;

salto la alambrada del coto que cerca hasta el límite del cortado; continuo monte través hasta las instalaciones de telefonía

 

y seguidamente al vértice geodésico del Lanchar (1434 m) con magníficas vistas sobre las Sierras del Frontón y Los Álamos.

Cuando me dirijo hacia el Majal de la Cruz, dos veloces cabras montesas me salen al paso; 

desciendo por el Rincón de Justo;

 remonto desde un ramblizo a media ladera por una pista abandonada, la dejo por traza senderil al Calar de la Maza (1351 m), 

la fotogénica morfología del terreno, con salientes rocosos abiertos a profundos barrancos, me tiene entretenido pero no distraído de tropezar en las abundantes rocas que cubren el suelo.

Penetro en el encinar del Calar de Sevilla, 

sorteando obstáculos y rodeando una vaguada; sigo bordeando los cortados,

 atento a iniciar el descenso por la Cuesta de la Escalera, un paso zigzagueante, conformado por rocas y lajas con abundante piedra suelta, que no representa gran dificultad.

Acabo junto a otro aprisco; 

sin sendero definido, comienzo a descender 

buscando una trocha que me lleve al final de una pista, 

que para mí será el inicio de la vuelta; 

paso por un collado (1216 m) 

antes de conectar con la pista del Cortijo de la Fuentecica, 

ubicado en un precioso enclave con estanque entre higueras, choperas

 y encinas monumentales; 

la pista asfaltada 

resulta monótona hasta que se abre al valle de la Risca, 

donde digo adiós a este paraje encantador.


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