Faro de Albir

Partimos desde el aparcamiento público en el Racó del L ´Albir (38°34'4.88"N 0° 3'46.99"W), frente a la caseta y puerta de acceso al Parque Natural de la Serra Gelada, 

en la comarca alicantina de la Marina Baixa.

El camino al faro del Albir antiguamente era una estrecha y peligrosa senda, de trazado paralelo al mar; el actual se construyó en el año 1961, restaurado en 2011, se encuentra pavimentado, accesible a personas de movilidad reducida y carritos de bebé, aunque la mayor proporción de usuarios son andarines, algunas personas corriendo o en bicicleta de montaña y también perros.

 A lo largo del Cami Vell del Far, multitud de paneles informativos nos mantienen informados de la flora, fauna, geología e historia del entorno. A 100 m pasamos por un merendero

 con fuente

 

y a 300, el primer mirador sobre la Bahía de Altea;

 en 220 m, el segundo mirador sobre el corto túnel; 

la pista desciende ligeramente,

 salvando una vaguada con vistas y sendero a la Cova del Bou o Cova de la Balena.

Comenzamos en suave ascenso el tramo final al Faro de Albir, 

inaugurado el 30 de abril de 1863, con 15 millas náuticas (28 km) de alcance, altura focal de 112 m y soporte de 8 m; 

estuvo habitado por dos familias hasta principios de la década de 1960, cuando se mecanizó su funcionamiento; 

el edificio alberga una sala de exposiciones vinculadas a la vida del mar, medio ambiente y entorno del Parque natural de la Sierra Helada; 

dispone de un telescopio de mirador costero para observar los delfines mulares.

 

En sus inmediaciones se encuentran las ruinas restauradas de la torre Bombarda, torre de vigilancia del siglo XVI de 4 m de altura, para alertar de los frecuentes ataques de los piratas berberiscos.

Iniciamos la vuelta dejando a nuestra derecha la bajada al aljibe, 

a la izquierda el Mirador Alfonso Yébenes; vamos atentos a iniciar desde el collado, 

el descenso escalonado

 a las antiguas minas de ocre (óxido de hierro hidratado mezclado con arcilla);

 los ocres se han utilizado tradicionalmente como pigmentos para pintura artística y corporal, su uso se remonta a la Prehistoria; son estables, resistentes a la luz, humedad y lejía, aunque vulnerables a los ácidos sin ser tóxicos.

La explotación de estas minas (Virgen del Carmen), se llevó a cabo hasta la primera mitad del siglo XX; 

conservan parte de las antiguas viviendas de los mineros, los pilares que, antaño, sostenían los raíles, por cuyo trazado descendían las vagonetas cargadas de ocre, hasta la orilla del mar Mediterráneo donde el mineral era cargado en barcazas.

Con vistas de la Cala de la Mina comenzamos el ascenso, 

nos conduce al ramblizo de enlace con el camino de vuelta; 

disfrutaremos por último de la panorámica sobre la piscifactoría de lubinas y doradas, el peñón de Ifach

 y  la bahía de Altea con el fondo del Puig Campana, Ponoig y la Sierra de Bérnia.



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