Charcón del Flamenco y Salinas de Cerrillos

Acceso desde la Autovía del Mediterráneo a Roquetas de Mar por la Carretera Alicún (A-391), seguimos hacia Las Marinas y por la Avenida Cerrillos al aparcamiento de Playa Serena.

Entre los términos municipales de El Ejido y Roquetas de Mar (Almería), se encuentra el paraje y reserva natural (785 has.) de Punta Entinas-Sabinar, humedal costero, formado por un conjunto de dunas cercanas al litoral mediterráneo, 

entre las que se sitúan charcones de agua salada, dando lugar a diferentes biotipos, dentro de un ecosistema sub-árido mediterráneo donde las sabinas y los lentiscos o Entinas dan nombre al Paraje, que cuentas con las figuras de protección medioambiental LIC, ZEPA, ZEC y Ramsar.

Salgo caminando por el paseo marítimo, mientras se pone el sol, 

entrando en el espacio natural por pista, enseguida compartida con bicis y coches que generalmente son de pescadores operan en las Playas Serena y Cerrillos.

La pista entre los sistemas dunares, con algún tramo arenoso, 

desfila frente al Torreón de Cerrillos, 

pasa junto al Vértice geodésico de Cerrillos, casi a ras de tierra (6 m); 

la vegetación existente se ha adaptado a las especiales condiciones de este medio: suelos arenosos, altas temperaturas, escasez de agua y elevadas concentraciones salinas, un ejemplo son las salicornias, los almarjos o la azucena marina.

Enlazo junto a una casa ruinosa con el Camino de las Salinas por el que volveré; 

cruzo por el puente sobre el canal de las Salinas de Cerrillos; 

voy rodeando el Charcón del Flamenco

 y sus charcas adyacentes; 

los pocos flamencos que habían, emprenden vuelo hacia las salinas que es donde verdaderamente abundan.

Retomo el Camino de las Salinas, 

una pista de buen firme, anchura más que suficiente para circular en bici o correr, 

presenta áreas inundables embarradas de coloridos matices, 

pequeñas charcas, marismas y salinas, con garzas reales, gaviotas de Audouin, flamencos y patos cuchara; 

en la orilla rodeada de barrones y aprovechando el vallado maderero, una araña en el centro de su telaraña, no huye como las aves acuáticas cuando se les acercan los humanos.

Abandono por la derecha el Camino de las Salinas y su paisaje estepario, 

para entroncar con la pista del inicio, ahora de vuelta al aparcamiento.



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