Abrigo del Pozo-Senda de los Estraperlistas-Almadenes del Río Quipar- Sierra de la Albarda

 

Accedo desde la parte Norte de Calasparra, por la zona de La Florida, GR-127 y Carretera del Esparragal hasta el final del asfalto (38°14'21.02"N 1°37'15.53"W); 

bajo la Sierra de La Albarda, su topónimo podría hacer referencia a la planta del albardín, con las mismas propiedades del esparto, usado para la realización de cordeles, alpargatas, cestas, sombreros, esteras, etc.

Parto por la pista del GR-127 (transita desde el Embalse del Cenajo hasta Orihuela), buscando una traza senderil a 200 m junto al Cañón de Almadenes, la retoma poco más adelante y tras 120 m, entro por la  pasarela de acceso al Abrigo del Pozo, 

ocupado por primera vez en el Epipaleolítico, hace 8.000 años, donde se cree que se realizaban actividades básicas para la supervivencia como la caza, la pesca, la recolección o la talla de instrumentos de sílex. 

Alberga manifestaciones pictóricas (figuras humanas, animales y objetos cargados de simbolismos) de estilo esquemático (de ahí su anterior denominación: Cueva de los Monigotes) datadas hacia el 4300 a.C. Pueden visitarse con cita previa a través de la Oficina de Turismo de Calasparra (968 745 325).

En 70 m, giro a la derecha en ascenso pisteando 240 m, 

a partir de aquí comienza la Senda de los Estraperlistas; en tiempos de posguerra y racionamiento, los vecinos de Calasparra y Cieza utilizaban este abrupto camino para pasar productos de contrabando de un municipio a otro.

Llegado a un hito entre la senda que sigo por la izquierda y por la que volveré a la derecha, voy cortando ramblizos, hago un descenso pronunciado por suelo rocoso con tierra suelta, donde extremar la prudencia, ya que las impactantes vistas atraen poderosamente.

Los arbustos a veces impiden ver la trayectoria, ya que se difumina el sendero o se mezcla con las trochas cabreras; para evitar despistes nos mantenemos a media ladera, evitando matorral y rocas; salgo a una zona más expedita y llana, 

topándome con una antigua choza, realizada con esparto, refugio nocturno para los recolectores del entorno.

El sendero

 cambia el Cañón de Almadenes por el del Quipar, 

antes de desaparecer sin dejar rastro, hay que ir orientándose hacia la cuerda ascendente, 

por la continuación de la Sierra del Molino que es la de Albarda, entre pasos de roca salpicados de jóvenes pinos y crecidas atochas.

Voy maravillado con los Almadenes del Río Quipar, flanqueado por los paredones rocosos de la Sierra de la Palera

 y la crestería con vistas al Pantano de Alfonso XIII, con su presa y sus islas pobladas de árboles;

 eludo restos de pinos quemados en el tremendo incendio de septiembre de 2010 que arrasó tanto la Sierra del Molino, como la de la Albarda y La Palera (hubo otro en el año 1991).

Desde las dos cimas de 504 m, se dibujan al frente, la mole imponente de la Sierra del Molino,

 a mi derecha, las Sierras del Puerto y Cabeza del Asno; 

a la izquierda el Pantano de Alfonso XIII,

 con su panorámica, comienzo el descenso

 hacia el collado (447 m) que delimita las Sierras de la Albarda y del Molino, 

para coger el sendero que desciende, 

hacia su final con desnivel y por piso de roca, dejando a la izquierda el barranco.

Llegado al mojón de la ida, sigo bajando 250 m justo al inicio de la pista; penetro entre la vegetación por la izquierda, ya que hubo un sendero, ahora abandonado que, cruzando el ramblizo, 

me saca a la pista principal, 

evitando el aburrido pisteo; solo me quedan 400 m para alcanzar el aparcamiento.



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