Collado Mangueta-Pozos Nieve Murcia-Barranco de la Hoz-Minas del As-Prado Mayor-Perona

Desde Alhama de Murcia en dirección al Morrón de Espuña, por la carretera estrecha y serpenteante de Fuente Alta, pasando por el Collado Bermejo, aparcamos al lado del Mirador del Collado Mangueta en Sierra Espuña.

Por asfalto, bajamos para tomar la pista

 a los Pozos de Nieve de Murcia en plena faena de reconstrucción. 

Los Pozos de la Nieve son patrimonio histórico de la sierra y vestigio de tiempos sin electricidad (siglos XVI al XVIII), donde se hacía necesaria la construcción de grandes pozos para almacenar la nieve,

 empleada en usos domésticos y distribuida en animales de carga por las localidades cercanas, aunque se comenzaba a repartir al atardecer, se derretía algo más de la mitad de la nieve.

 Su profundidad entre los 5 y los 10 m; de diámetro medio con algo más de 8 m; sus gruesos muros, cercanos a los 2 m y enlucidos con una capa de cal, procuraban aislar del exterior, 

se llenaban de nieve con capazos de esparto, donde la iban aplastando para favorecer su conversión en hielo; hasta nueve personas relevándose podían atender un mismo pozo.

Descendemos por el bosquete de los Carrascales

observando a lo lejos una gran manada de arruis o Muflón del Atlas,

 introducido en 1970 en Sierra Espuña con fines cinegéticos, su hábitat original es el Norte de África; en ausencia competidores su número fue en aumento, hasta que una epidemia de sarna redujo su población en un 90% entre los años 1992 y 1994.

Descendemos desde Collado Blanco a Prado Mayor, 

dejamos la pista por el Barranco de la Hoz, 

con algún tramo marmitero y arbustivo, 

salimos por un bebedero

 a la pista que nos conduce a las antiguas casas de los Ingenieros sobre las Minas del As; 

el siglo XIX y primer tercio del XX, fue una época dorada para la minería del carbón y metálica, especialmente para la del plomo, muy demandado gracias al desarrollo urbano de la fontaneria; también aumentaron las necesidades de hierro para cubrir los trayectos ferroviarios y, en el caso del cobre, por los tendidos eléctricos. 

Aunque fueron famosas las dos principales cuencas mineras murcianas: Cartagena-La Unión (con un promedio el 24% de la producción de plomo de España) y Mazarrón, también hubo actividad minera efímera e intermitente en Sierra Espuña. En 1858 se descubre en el paraje de la Almolaya de Campíx, la que sería mina “San Andrés” de Hierro y Plomo; a principios de 1917, un obrero encuentra en el Barranco de la Hoz, una especie de arcilla negra que usa como combustible para su casa, una excavación puso al descubierto una capa de carbón duro, futura mina “San Vicente”, época de altas peticiones de carbón debido a la 1ª Guerra Mundial; a su término, el elevado coste del acarreo, obligó al cese de la explotación.

 Sería con la 2ª Guerra Mundial, cuando las importaciones de combustibles sólidos se redujeron drásticamente, hasta investigaron localizaciones menos rentables como era el caso de Sierra Espuña, aunque el producto obtenido no cumplía las expectativas, ya que tanto el transporte (con recuas de cinco mulos, conducían el mineral más de 6 km hasta el descargador), como las dificultades en el aprovisionamiento de gasolina, provocaron la consiguiente subida de costes, llevando al límite de la rentabilidad, a una empresa que no disponía de recursos suficientes; una tromba de agua descargada sobre Fuente Blanca, desbordó el Barranco de la Hoz inundando la mina, provocando su quiebra física y financiera en Marzo de 1944. El ingeniero de minas José de Gorostízaga y López, descubre un yacimiento de fosfatos (1921) en los alrededores del Barranco de la Hoz, la pobreza del fosfato para ser empleado como abono y la complicada ubicación geográfica de la explotación que encarecía el transporte (10 km en caballerías, hasta llegar a la carretera en construcción y desde allí en camiones, hasta la estación de ferrocarril de Alhama) hizo que durase poco tiempo en funcionamiento; mientras tanto, los obreros se alojaban en Prado Mayor, donde aún pueden verse las ruina de las viviendas corridas en el valle. 

A finales de los años 50, se reanudan por última vez los trabajos en las Minas del As del Barranco de la Hoz, comienza también a explotarse un filón descubierto en el Barranco de Valdelaparra. Gran parte de los mineros procedían de El Berro; los vagoneros realizaban el trabajo más duro, ya que el suelo de la mina, permanentemente encharcado, deshacía dos pares de esparteñas semanales; los picadores estaban bien remunerados y mejor vistos. En el 1966 se abandonan las labores, debido en gran medida a la llegada del fueloil a Alcantarilla.

Seguimos pisteando con tramos sombríos, respirando aire puro y con un absoluto silencio; 

la pista se hace sendero, sin entrar en él comenzamos un trepidante ascenso monte través

 hacia el Perona (1191 m) en la Cuerda de Los Carrascales, 

la coronación de su vértice geodésico

 nos regala unas preciosas vistas tanto de la comarca del noroeste como de Sierra Espuña;

 avanzamos hacia la Piedra del Almirez abarcando más territorio

 pero las vistas no mejoran; damos un rodeo de vuelta intentando seguir alguna trocha, eludimos un cortado que nos sale al paso

 descendiendo vertiginosamente para enlazar con el track de la ida en la pista de vuelta

 al Collado del Enebral,

 pasando por la meseta florida rodeada de cumbres, Prado Mayor, lugar habitado con algunas construcciones modernas

 y otras como las de los obreros que trabajaban en las minas de fosfatos situada 200 m al sur, donde aún pueden verse las ruinas de las viviendas corridas en el valle, accesible por la pista que recorre el valle del Leiva.

Caminamos por la pista encementada que, pasando por la kárstica Fuente Blanca donde refrescarse, nos eleva al Collado Blanco con vistas de Prado Mayor y Cabezo del Sopalmo; 

giramos a la derecha en ascenso,

 en busca de la senda por los Carrascales, pétrea vereda entre espartales y cojines de monja con suelo esquelético y pedregoso; 

ascendemos por el macrolapiaz hasta la pinada

 de los Pozos de la nieve de Murcia o “del Tío Cola” 

con pavimento kárstico desarrollado sobre las calizas jurásicas.

Por la pista y asfalto regresamos al cercano aparcamiento, donde vemos por primera vez defecar a un lagarto ocelado.



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