Ruta del Madroño
tomamos por la izquierda en la bifurcación hacia el Albergue Coto Real,
realizamos un cambio de dirección en el cruce,
llegando por pista de tierra al área de la Fuente del Piojo en la Sierra de Burete donde aparcamos.
Partimos unos metros por el camino de entrada, para girar por sendero a la derecha; caminamos paralelos a la pista entre las Morras de la Mata y de la Fuente,
cambiamos de dirección tras el cruce de la cañada Real de
Moratalla con la vereda del Escobar.
Atajamos un tramo monte abajo, enlazando con la pista del Bancal
de la Muerta; cortamos la Rambla de Enmedio; en el cruce con la pista,
continuamos a la izquierda 190 m, torciendo a la derecha durante 155 m y,
nuevamente a la derecha bajo pinar rodeando un campo de almendros, vemos la escondida
casa de Rompe Albardas.
Dejamos la pista por otra a la derecha, nos saca a una explanada,
enlazando con su prolongación entre coscojas belloteras;
a partir de aquí van apareciendo cada vez con más profusión los madroños;
vemos igualmente abundancia
de enebros mientras comienza a chispear.
El madroño (Arbutus unedo), no suele superar los 10 m de altura, su crecimiento es muy lento y su vida ronda los 15 años; desarrolla unas flores blancas tirando a rosadas, en forma de campana, pequeñas y de una gran belleza. Florece en otoño y estas flores crecen en ramilletes colgantes,
darán lugar a bayas globosas, rugosas y de color rojo cuando están maduras, ya que va pasando del verde al amarillo,
al naranja y, tras madurar, al rojo oscuro. Con sus frutos se preparan gelatinas, mermeladas, confituras y aguardiente. Una vez cocinado es apropiado para aderezar carnes, caza y también para acompañar frutas tropicales; tiene propiedades como antiinflamatorio, antibacteriano y antioxidante.
Su nombre científico unedo, del latin “edo”: comer y del numeral “unus”: uno, viene a significar “comer uno solo”,
recordando la fama
que tiene de embriagar, tanto los pájaros que lo picotean, como a las personas
que se atiborran con la dulzura de sus frutos maduros ya que empieza su
fermentación alcohólica cuando aún está colgando del mismo árbol.
Los griegos clásicos hacían flautas con su madera; los
pajareros en la España del siglo XVIII, usaban las semillas para coger pájaros
en invierno; en Libia se usan las raíces para teñir de rojo las pieles; los
romanos lo consideraban un árbol sagrado y su fruto figura en el Escudo de
Madrid. La mejor fecha para degustarlos es la última semana de Octubre.
Cortamos pista principal pasando por el Collado del Conejo; entramos por el Barranco del Conejo donde tomamos el mantente;
torcemos a la derecha en un collado (722 m); desde el Collado García (788 m), ascendemos a por loma (831 m) al Rincón de la Virgen, con vistas entre la bruma de una cantera de mármol.
Enlazamos en el cruce de pistas con una de bajada por la Cuesta del Cartón al Albergue Coto Real de la Marina, antigua casa forestal con capacidad para 30 personas distribuidas en cinco habitaciones.
Su nombre
proviene de que, en el siglo XVIII, la necesidad de construir muchos barcos,
para que la Marina Española defendiera las fronteras marítimas del reino; la
Marina, por orden del rey Fernando VI en 1748, pasaba a ser la propietaria de
los bosques, en una franja de tierra de unos 130 Km desde el mar hacia el
interior, siendo la Sierra de Burete, una de más diezmadas en madera de pino,
para surtir los astilleros de Cartagena.
Descendemos al lecho del Barranco de Juan Cojo,
para ser un ramblizo,
no se camina mal
y tampoco está exento de cierto encanto;
lo dejamos por senda arbolada
de vuelta al área recreativa del Piojo, donde nos esperan
los coches.
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