Albi-Otadi-Irumugarrieta-Cueva de Irutxin-Pradería Intzazelai-Borda de San Miguel

Accedemos desde la parte sur de Lekunberri por la NA-7500, en el cruce siguiente tomamos por la NA-7510, siguiendo las señales al Santuario San Miguel de Aralar; pasaremos por Baraíbar

 al aparcamiento de Albi (42°57'46.34"N 1°59'42.93"W).

Salimos por la pista junto al aparcamiento, cruzamos la cancela y, en 175 m, derivamos a la izquierda dejando la pista;

accedemos a una especie de merendero en el prado con larga mesa de madera; 

caminamos en subida bajo el tupido hayedo

 por Otadi y su monumento megalítico; 

nos encontramos al sur de la Sierra de Aralar, donde abundan los bosques, cuevas y simas; posee una zona megalítica con más de 60 dólmenes, túmulos, cromlechs y menhires, ubicados en torno a 70 majadas o bordas pastoriles.

Enlazamos con el Camino de San Miguel que baja de Igaratza hacia Guardetxe;

 tras 400 m pisteando, torcemos a la izquierda por la pista de Irumugarrieta; 

asciende junto a una dolina; 

vemos una babosa chupando las gotitas de lluvia; 

se alternan tramos de suelo florido, donde los rayos solares no son obstaculizados por el hayedo; 

al cruzar el paso alambrado, 

se difumina la pista 

convirtiéndose en helechosa

 y florida.

Alcanzamos el cruce con el sendero que, por la izquierda, desciende

 junto a un hayedo de largos fustes, compitiendo por hacerse un hueco al sol y prosperar en bosque tan cerrado; 

pasamos junto a dos hayas monumentales, 

antes de llegar al cruce con el sendero que nos conduce por la izquierda 

a la Cueva de Irutxin; 

cuando me dispongo a entrar, resulta que me he traído la mochila equivocada dejando el frontal en la pequeña; desciendo un corto trecho de buena pendiente sobre substrato de hojas y barro procurando no resbalar, enciendo la linterna del móvil pero no alumbra un pijo; frustrado por mi falta de previsión, me quedo tomando el mantente con Rosa ante de iniciar la vuelta.

Vemos tomando el sol encaramado en una hoja a un brillante coleóptero, el escarabajo dorado (gnorimus nobilis), 

pasa la mayor parte de su vida como larva, viviendo en la madera podrida de grandes árboles; 

cruzamos la puerta de madera 

que nos deja de nuevo en la pista principal (Camino de San Miguel), en ligero ascenso junto su orilla, 

vemos un conjunto de Cipreses de Lawson, 

mientras nos sobrevuela un buitre.

Giramos a la derecha por el antiguo aparcamiento de Pagomari; atravesando la pradería Intzazelai 

observamos un pequeño lapiaz, 

muy elaborado por la arquitecta madre Naturaleza, ejemplo de la morfología kárstica de la zona; 

siguiendo una vereda plena de excrementos y zonas embarradas, alcanzamos el suave collado de la zona de pastoreo, 

para comenzar un largo descenso con posibilidad de lluvia.

El suelo, además de embarrado, se encuentra plagado de los frutos de las hayas; formados por dos especie de nueces, con cubierta erizada de picos no punzantes; 

en esta zona tan húmeda, 

además del musgo, crecen abundantes los hongos 

sobre el manto vegetal, rico en materia orgánica fruto de la putrefacción de hojas y troncos en descomposición.

Pasamos junto a uno de los muchos y abundantes sumideros,

 antes de entroncar con la pista de vuelta

 por la Borda de San Miguel, 

donde pastan las jacas navarras, 

pequeños caballos de raza rústica y vigorosa con pelaje castaño oscuro, crines y cola muy pobladas.

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