Perrete Tierno en el Parque Regional de Calblanque

 

Accedemos por la salida nº 13 de la Autovía RM-12 a la rotonda hacia Cabo de Palos; por la primera salida, en 1 km, aparcamos en Cala Reona.

Calblanque, el parque regional más importante del sur en el Mediterráneo español, por su enorme valor geomorfológico, ambiental y ecológico; declarado Parque Regional, LIC (lugar de importancia comunitaria) y en trámites de ser declarado Reserva de la Biosfera.

Con 2.822 hectáreas, reúne una buena representación de los ambientes más destacados de la costa murciana, en los que habitan numerosas especies vegetales y animales; está recorrido de este a oeste por la Sierra de Cartagena, que da lugar a elevados acantilados provenientes de la Orogenia Alpina.

La zona este del Parque Regional de Calblanque, la más próxima a Cabo de Palos, nos recibe con arenales, enormes playas de arena finísima, dunas móviles de gran tamaño, dunas fósiles muy frágiles y paleodunas de gran interés por lo escaso de estas formaciones geológicas; los vientos del sur y las olas han escupido llamativas y caprichosas formas rocosas, un conjunto de calas íntimas, playas vírgenes y recoletas, además de las grandes moles de piedra que forman puntas, arcos, promontorios, cabos y escollos, formaciones rocosas de esquistos, acantilados de basalto con “bufaderos” por los que, cuando hay marejada en el mar, resopla, creando imágenes parecidas a las fumarolas.

Partimos desde el aparcamiento de Cala Reona junto al chiringuito por el sendero GR-92, inicio de la Senda Geominera construida para permitir el paso de los animales de tiro, encargados de acarrear los minerales de cinc, hierro, plata y plomo (siglo XIX) procedentes de la Sierra minera Cartagena-La Unión; 

la vegetación predominante según tramos de ruta, 

agrupa en la primera parte suaedas, limonium y uñas de gato, después aparecerán palmitos, pistáceas, estrellas de mar y cornicales, finalmente la vegetación halófita (sosas y sarcocornias), pero no les presto mucha atención, ante la apabullante belleza que vamos observando al paso por los distintos miradores.

Desde el mirador de Punta Lobo, queda a la izquierda el gran Bufadero y la derecha la Cueva de las Palomas; 

rodeando el Cerro del Atalayón, pasamos junto a varios pozos mineros y estériles arriba de Cala Cocón o “Cocón de Los Lobos” refugio de la foca monje (lobos marinos); el colorido de las terreras nos desvela los amarillos de la jarosita, mineral resultante de la oxidación de la pirita (mineral de hierro), 

o los negros esquistos de los acantilados como el de Punta Barriga, con maravillosas vistas sobre el Faro de Cabo Palos 

y el sendero aéreo de las cuerdas, 

donde un cartel nos informa de la protección que goza la tortuga boba, con claros indicios de haber desovado en el parque; 

en la encrucijada de senderos, seguimos por la derecha el GR-92, ya que volveremos por el otro más refrescante, geológico y aventurero. A la vista del proyector, 

subo al Mirador de Punta Negra sobre las Salinas del Rasal, el Cabezo de la Fuente y Cabo Negrete; 

tras recrear las vistas, desciendo a la pista 

y pasamos junto a una propiedad privada 

y las entradas a las calas; 

seguimos rectos en la bifurcación, 

dejando la pista principal y bordeamos las Salinas del Rasal,

vemos un saltamontes, pero no uno cualquiera, sino una hembra de Acrida, con 8 cm de longitud, de cabeza estrecha y alargada en forma cónica, donde se encuentran los ojos ovales y las antenas cortas y aplanadas. 

En la Península Ibérica tenemos dos especies de saltamontes narigudos: Acrida ungarica (de alas transparentes, se dejan ver de julio a noviembre ) y Truxalis nasuta (alas de coloración morada, mas común en la zona sur y presentes en junio), casi idénticas en forma y tamaño y difíciles de distinguir a simple vista.

Eludimos los charcos del camino 

y seguimos a la izquierda hacia la Duna Fósil; parte del relieve litoral con cordón de paleodunas eólicas (eolianitas), cuya edad oscila entre el Pleistoceno superior y la actualidad; 

se instaló un motor para bombear agua marina y se excavó un canal en el cordón de paleodunas, para conducir el agua marina hasta las balsas de las Salinas del Rasall; dos lagunas naturales que recibían el agua de la lluvia y fueron convertidas en salinas a principios del siglo XX; abandonadas en los años 90, actualmente constituyen un humedal protegido, corredor para la avifauna de alto valor ecológico. Tras tomar el mantente, 

retrocedemos rodeando la zona de reserva con prohibición, 

vamos caminando de la pedregosa Playa las Cañas a las orillas arenosas de Playa Punta Seca y Playa Larga; desde la Punta del Cojo, 

salimos por las pasarelas de Playa Larga de vuelta; 

pasamos por el Mirador de Punta Larga con vistas de Playa Larga, el sistema dunar, Playa Negrete, el bosquete de Ciprés de Cartagena, el Cabezo de la Fuente y Monte Cenizas; todo un panorama de los parajes semidesérticos.

Desde el aparcamiento del Atochar y su Arboretumm, 

tomamos la pasarela a la Rambla de Cobaticas donde encontramos y joven camaleón, 

reptil de costumbres diurnas y arborícolas, de movimientos lentos y acompasados; solitario y muy territorial, captura toda clase de insectos que le quepan en la boca, a excepción de los de caparazón más duro. 

Gusta vivir en las dunas costeras y lugares secos cercanos al mar, no representando amenaza para otras especies; no suelen sobrepasar los 4 años de vida por atropellos en su época de celo (agosto y septiembre), ya que coincide con los desplazamientos de los machos y del tráfico, a las zonas de playa que constituyen su hábitat, cada vez más amenazado por la expansión urbanística del litoral, el empleo de insecticidas y falta de protección legal.

Dejamos la pasarla junto a un cartel informativo 

tomando una traza senderil, 

cruzamos la rambla y enlazamos con la pista principal; la dejamos para rodear por las espectaculares Salinas del Rasal

 y salimos a la Playa de Calblanque con limites sobre el cordón de paleodunas eólicas (eolianitas), cuya edad oscila entre el Pleistoceno superior y la actualidad; 

nos desplazamos a la cala vecina, Arturo. Cruzamos Cala Magre, tomando una traza senderil conduce a Punta Negra y su lapiaz costero sobre paleodunas y la Cala de Los Dentoles, paraíso conservado casi salvaje y solitario, con playa de fina arena dorada; 

bordeando el talud a Punta Espada, 

observamos en la plataforma de abrasión labrada por el oleaje un “cementerio de caracoles” fosilizados entre las arenas siliciclásticas, 

“olas de roca”, 

“tentáculos de piedra”, 

pocetas de sal, 

amalgamas de cuarcitas, 

esquistos grafitosos con diaclasas rellenas de siderita y óxidos de hierro,

 “espuma de roca”, 

etc.

Tras el disfrute de fenómenos geológicos tan dispares, con la variedad cromática de especial belleza en sus rocas sedimentarias (calizas) y metamórficas (pizarras y filitas) procedentes del Paleozoico; 

iniciamos el ascenso para entroncar con el track de la ida al aparcamiento, 

observando el contraste existente entre las dos litologías predominantes: las oscuras e intensamente plegadas rocas metamórficas del Paleozoico y las rocas sedimentarias claras del cuaternario.

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