Ruta de las Palmeras en la Huerta Murciana

Recorrido inspirado en un bolero de Celia Cruz sobre la nostalgia que siente por su tierra:

“Siento la nostalgia de palmeras … De un verdor que embriaga los sentidos … Siento de mi tierra de una manera intensa, de una manera eterna … Agitándose en el viento cual pañuelo despidiéndose de mí, cuando me fui”

También en la balada de amor apasionado y la angustia por el deseo no correspondido de Alberto Cortez

“Las palmeras saben de mi amor … Con las palmeras quiero vivir”

Las palmeras aparecen sobre la tierra en el Cretáceo, de un número incalculable de especies en el curso de su evolución, la mas productiva es la datilera (Phoenix), se cultiva desde hace más de cinco mil años. Algunas de sus distintas variedades ostentan varios récord en la naturaleza: la Ceroxylon quindiuense con sus sesenta metros de altura, es la planta no ramificada más alta del reino vegetal; 

la Raphia regalis con sus hojas de veinticuatro metros de largo, son las más largas de la naturaleza; 

la Phytelephas macrocarpa, que posee la semilla más dura con la que se pueden fabricar bolas de billar (marfil vegetal) 

o la Lodoicea maldivica, posee el fruto más grande del reino vegetal (40 cm de ancho y un metro de perímetro, puede llegar a sobrepasar los 30 kg de peso) y puede vivir más de 1000 años.

La palmera Phoenix dactylífera; era el símbolo del dios de la vegetación para los egipcios, sus dátiles servían como alimento, su tronco se usaba para fabricar muebles y techados, las palmas para hacer escobas, esteras, etc.; uno de los actos más vengativos era talar los árboles del enemigo; para los griegos, era el símbolo de la victoria; sus hojas dieron la bienvenida a Jesucristo en Jerusalén.

Parto del Auditorio Victor Villegas al Alba, 

mientras se está vistiendo la Huerta, con ansias de frescor en este Agosto tan riguroso y un creciente deseo de contactar con la florida belleza que adorna sendas, caminos, carriles y huertos. Mi primer destino sera por el Trenque de Don Payo, al sombrío pasillo 

que me lleva al elevado Carril de la Torre.

Para el siguiente disfrute me desplazo hacia el Llano de Brujas, embrujado por la salida del astro rey, 

echo un vistazo a una casa típica de huerta

 y vuelvo a lo mío en la Vereda de la Barca, ya no hace falta una barca para cruzar al “otro lao”; uso la mota del Segura 

para entrar en plena huerta al área de autocaravanas

 y la finca con su Casa Torre de los Condes de Almodovar, 

típica de la huerta murciana de finales del siglo XVIII, 

lugar de privilegio entre “limoneros verdes que se vuelven de oro y naranjos que sueñan con marchas nupciales”.

Tras el baño de aromas y sabores añejos, pedaleo desde la Capilla de Santa María de la Huerta,

hacia otra ilustre entre las casas torre de la huerta murciana, 

la Torre de Rocamora o Miralles, 

data del siglo XVIII y posee una ermita dentro del complejo.

Con la bucólica imagen del palmeral en la retina, avanzo por la Vereda del Chocolate en dirección Torreagüera, 

para realizar desde la Vía Verde de la Costera Sur, 

un tramo de su alfombrada rambla de verdor y caña.

Dejo la vía verde por el Camino de los Pescadores, paralelo a la Acequia de Beniaján, 

con amplias vistas de la extensa huerta, 

para cruzar por el Carril Sandovales a sus viviendas de bella estampa. 

Rodeo paralelo a la Autovía del Reguerón, 

cruzando el Camino Viejo de Orihuela, en busca de la acequia de Benicotot 

y su poético senderillo entre higueras y granados.

Me acerco a la desembocadura del Reguerón en el Segura, 

otra bella imagen con las palmeras de protagonistas; 

echando mano al camino del Reguerón, 

devoro km al cruce con la carretera de Patiño

 a la Huerta de Santo Angel, 

esconde un rincón huertano muy bonito.

De vuelta al Camino del Reguerón, 

giro al Camino de Salabosque, cruzo la Acequia Barreras

 hacia Aljucer, 

me desplazo por diversos carriles en la zona de Torre Salinas y la Herrera hacia Barriomar; 

el corte de las vías ante posibles salidas, 



me obligan a buscar una solución y tras varios intentos, 

lo consigo. 

La vuelta final, la hago junto al Puente Manterola

 por el Museo Hidráulico

 y la mota del río

 a la salida.

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