Subida al Carmolí
usado como escuela de vuelo de alta velocidad y nocturno,
cuyo caza más emblemático de fabricación soviética,
fue el Polikarpov I-16, "Mosca"
según los republicanos o "Rata" por el bando nacional, y el Algar (N-330)
a Punta Brava, aparcando en la urbanización de El Carmolí (37°41'24.72"N 0°50'47.63"W).
Cruzando el vallado, nos dirigimos a las abandonadas
instalaciones militares de acuartelamiento y polvorín,
ligadas al aeródromo durante
la Guerra Civil hasta finales de los 70; entramos por la garita del puesto de
control
y edificio de tropa
al muelle de carga
de los dos túneles del arsenal,
para almacenamiento y custodia de munición y explosivos.
Por traza senderil, faldeamos el volcán del Carmolí al
que ascenderemos; forma parte de las islas y cerros volcánicos del Mar Menor; entró
en erupción hace unos 7 millones de años, emitiendo de forma explosiva grandes
cantidades de materiales piroclásticos, lavas y cenizas, originando pequeños
domos de disyunción columnar.
Alcanzamos una casamata
y rodeamos las letrinas,
estamos en zona adscrita a los “Espacios abiertos e islas del Mar Menor”,
cuenta con la categoría de Parque Natural, LIC y ZEPA;
se halla afectada por la
intensa actividad de pastoreo y recolección de plantas aromáticas, pudiéndose
observar palmitos, acebuches, espinos, cornical, oroval, chumberillo de lobo,
etc.; vemos a nuestra izquierda otra casamata
y pasamos junto a la siguiente,
ya que el cabezo se encuentra rodeado por ellas;
llegados al cruce de senderos,
iniciamos el ascenso con vistas de las Islas de la Perdiguera y Mayor o del
Barón con La Manga de fondo.
Al rozar una bolaga cae una cigarra o Chicharra de La
Manga, de la abundante familia Cicadidae,
sus colores dorados difieren de la
Chirrara Cartagenera más oscura; se hace la muerta hasta que la toco y echa a
volar.
A medida que vamos subiendo,
el sendero presenta tramos
de roca suelta y firme volcánico, más acentuado a nuestra derecha con piroclastos
de andesitas; tras el basalto, la andesita es la roca volcánica más común de la
Tierra, se presenta en color gris claro a oscuro; aptas como roca triturada
para relleno de carreteras, áridos, obtención de adoquines y uso ornamental.
En
Almería están asociadas a mineralizaciones de cobre y oro (Rodalquilar). Dada
su escasez en la Región y en la Península, deberían estar protegidas.
Antes de alcanzar el vértice geodésico, vemos una Araña
de Jardín Bandeada (Argiope trifasciata); en Europa solamente se encuentra en
zonas cálidas de la península ibérica, Madeira y las Islas Canarias;
resulta
fácil confundirla con la araña tigre o avispa (Argiope bruennichi), ya que
solamente se diferencian por unas franjas menos intensas y el anillado de las patas
delanteras.
Apoyando manos en las coladas de piroclastos, me
encaramo al vértice geodésico a disfrutar del panorama desde 112 m de altura;
a
mi derecha: Los Urrutias, el Puerto Deportivo Ángel Villacieros, el Saladar de
Lo Poyo, Los Nietos, Islas Menores, El Cabezo de La Fuente y Cenizas;
enfrente:
Islas Perdiguera, Barón, la franja de La Manga e Isla Grosa;
a mi derecha: La Marina,
Playa El Carmolí
y el antiguo anfipuerto de la Armada
con el hangar de un
hovercraft,
vehículo de Colchón de Aire (VCA), anfibio de 50 toneladas, 25 m de
largo por 11 de ancho, movido por 2 turbinas Lycoming de 2.500 CV cada una,
construido por la empresa murciana Chaconsa; capaz de alcanzar en mar abierto
60 nudos (unos 111 Km/h) y en tierra superar pendientes de hasta el 10%;
sometido
a pruebas en El Carmolí durante los años 80, hizo un viaje hasta Cádiz en poco
más de 6 h. Finalmente el proyecto se descartó debido a la escasa capacidad de carga
y autonomía con respecto a su tamaño; lo caro y especializado de su
mantenimiento, así como la necesidad de buques “madre” para poder transportar un
número relevante; resultaron poco rentables para la gran mayoría de las
armadas; en febrero de 1994 comenzaron a desguazar los VCA-3 y
VCA-36, así como las instalaciones de El Carmolí.
Iniciamos el descenso hacia el Este por la zona de “malpaís”
(rocas poco erosionadas de origen volcánico en un ambiente árido); ya bajo la
cima, encontramos una geoforma que algunos llaman “El Perro” y otros “El León”,
con evidentes muestras donde los desgraciados artistas de la imbecilidad, han
plasmado su infinita estulticia rubricando su neandeartalidad.
Con mucha precaución y la ayuda de los bastones,
sorteamos zigzagueando por la inclinada ladera, agujeros y pequeñas cavidades
que los procesos de tafonización, el viento, agua y la meteorización han dado
lugar.
Enlazamos con la Senda de El Carmolí (SL-MU 8)
a la
altura de una casamata;
el trazado matorralero
nos conduce junto a una
edificación con aljibe,
antes de transitar por la urbanización 250 m;
volvemos
a sendear acalorados hacia las instalaciones militares,
para enlazar con el
trayecto de vuelta al aparcamiento.
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