Los Alejos

“Los Alejos es tan pequeño, que no viene ni en el mapa, pero bebiendo vino, nos conoce hasta el Papa”; así reza unos de los refranes de esta localidad del municipio español de Molinicos (Albacete), situada en el valle del río Mundo, comarca de la Mancomunidad de municipios de la Sierra del Segura y de la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha.

Fundada por la familia de un tal Alejo, del cual toma el nombre, que vivía por ese lugar y empleaba el agua del río para regar sus huertas y como fuerza motriz para sus molinos y batanes. Tradicionalmente han sido la agricultura y la ganadería los principales motores económicos de esta población, aunque en los últimos años el sector turístico va cogiendo auge con la creación de varias casas rurales.

Según la normativa pesquera de Castilla-La Mancha, es coto "especial" de unos 6 km, donde se pesca sin muerte especialmente truchas. La población se compone de dos núcleos, el de arriba “La Solana” y el principal “Los Alejos” ubicado sobre una toba calcárea con cascada incluida.

 

Descripción del recorrido:

Accedemos desde la carretera CM-412 de Elche de La Sierra a Riopar, tomando el ramal  AB-5015 hacia La Pinilla y Los Alejos, aparcamos pasada la población a la derecha en el primer cruce (38°30'47.90"N  2°14'51.44"W).

 Salimos caminando de nuevo a la carretera en dirección a la entrada de Los Alejos; nos recibe el Monumento a La Cruz,

unas casas rurales muy apañadas 

y una fuente de dos caños; 

cruzamos la aldea por su calle principal; 

un cartel nos oferta una ruta senderista (Sendero MO-03) por el entorno.

Cruzamos el puente sobre el Barranco del Andrejil,

 dejamos atrás algunas viviendas dispersas; 

la pista se hace sendero

 

adentrándose en una zona selvática

 donde el exultante bosque de ribera nos deleita con un paraje de umbría y vergel extraordinarios.

 Bajo Los Tormos, continuamos por el pinar 

y la Fuente Mateo (no vimos a Mateo, ni manar fuente alguna), 

escoltados por las rápidas aguas del Río Mundo, mientras observamos a las trepadoras ramificarse abrazando chopos, pinos y roquedo; 

alcanzamos la pista que nos baja a la misma orilla del río; 

de vuelta a la pista, 

seguimos un corto trecho junto al río, pero no hay paso o se ha cerrado; toca volver por el mismo sendero de la ida.

Descendemos para visitar dos casas abandonadas; 

al entrar en la pedanía de Los Alejos, 

descendemos en el primer cruce por pista encementada,

 

al antiguo puente colgante de madera, 

fue durante muchos años, la única vía de comunicación entre ambos barrios; 

hacemos una breve parada a la sombra de la higuera junto a una fuente,

 antes de retornar al camino que traíamos. Salimos bajo las casas del pueblo y su base tobácea

 con la cascada; al deslizarse por el suelo las aguas se cargan de carbonato cálcico debido a la actividad biológica de vegetales y bacterias, 

habiendo disuelto las rocas calcáreas del acuífero durante su trayecto. Cuando el apoyo vegetal muere y desaparece, deja el hueco que antes ocupaba vacío, de ahí la porosidad de aspecto cavernoso que presenta la toba.

Nos salimos de la pista asfaltada para tomar un sendero ribereño, 

nos conduce junto a las ruinas de un antiguo molino 

y un aprisco, al aparcamiento.





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