Las Tablas de Daimiel

 

Acceso a las Tablas de Daimiel desde la N-430, bordeando Daimiel, tomamos en la rotonda señalizada la carretera local; aparcamos junto al Centro de Visitantes (39° 8'16.72"N  3°41'50.24"W).

El humedal conocido como Las Tablas de Daimiel, Reserva de la Biosfera en el 1981 e incluido dentro del Convenio Ramsar en el año 1982. Es el último representante de un ecosistema denominado tablas fluviales, antaño característico de la llanura central de nuestra Península. 

Ni siquiera la protección que supone la declaración de Parque Nacional en 1973, consiguen frenar el progresivo deterioro que sufre debido a la falta de agua y que condiciona gravemente el futuro de la zona.

Es un ecosistema complejo que mezcla las características de una llanura de inundación, producida por los desbordamientos de los ríos Guadiana y Gigüela en su confluencia, con la de un área de descarga de aguas subterráneas, procedentes de un acuífero de gran tamaño, favorecido por la escasez de pendiente en el terreno. 

Con su declaración como Parque Nacional se dio un gran paso asegurando  la supervivencia de la avifauna que utiliza estas zonas como área de invernada, mancada y nidificación. 

Entre la avifauna destacan los somormujos, garzas, fochas, patos, carriceros, cigüeñuelas y especies de limícolas europeas; la flora más destacada se compone de eneas o espadañas, masegares, carrizos, tarayes, juncos y salsolas.

 


Descripción del recorrido:

Entrando al Centro de Visitantes, torcemos por la izquierda caminando por el Itinerario de la Laguna Permanente (rojo), 

un cartel alusivo a los montones cilíndricos de piedras, apartadas de los campos agrícolas, 

nos desvela que son majanos; 

la pista empedrada 

da paso a una pasarela de madera tras otra 

alcanzando su observatorio.

Retornamos por el mismo camino, 

para tomar el ramal izquierdo de pasarela en el cruce (amarillo); 

escuchamos más que vemos, la entrada de agua del Río Guadiana; 

nos aproximamos a un mirador, 

donde podemos ver lo poco que queda dadas las fechas, en cuanto a las anátidas se refiere y un solitario flamenco.

Pasamos por la Isla del Maturro

 

y su mirador clausurado; 

tras la Isla de los Tarayes, 

cogemos el ramal izquierdo hacia la Isla del Pan; en la bifurcación seguimos a la derecha, 

pronto veremos la reconstruida casa donde vivió el primer guarda forestal del parque, llegando a vivir de la pesca y recogida de cangrejos hasta 350 familias.

Desde el Observatorio de la isla del Pan, 

damos un rodeo por el Bosque de Tarayes; 

el taray, además de usarse en la antigua Persia para hacer varitas mágicas, tiene la peculiaridad de excretar por sus hojas el exceso de sal; 

enlazamos con la ida y proseguimos rectos en el anterior cruce, para internarnos por la Isla del Descanso 

a la pasarela de la Entradilla; 

el paso a la Laguna de Aclimatación está cerrado por falta de agua supongo.

Pasamos muy cerca del Centro de Visitantes; dadas las circunstancias, se puede dejar aquí la ruta, ya que sin agua no merece la pena continuar; 

sigo solo por cubrir el track, a pesar del incipiente calor y la desolación reinante; cruzo el Embarcadero,

dejando atrás los sucesivos observatorios; 

los operarios de dos vehículos del parque están segando, mientras que un camión cisterna, vigila por si saltan chispas y arda como yesca el masegar.

Me encaramo al tercer piso de la Torre de Prado Ancho, 

para ver el erial en que se convierte este humedal sin su líquido elemento debido a su estacionalidad, desde el final de la primavera hasta el invierno, permanece seco en casi su totalidad.

De vuelta, en el cruce de caminos, a la izquierda sale un sendero junto a un vallado, bordea un área de picnic

 

previa a la entrada al Centro de Visitantes, fin de trayecto, 

donde estuve disfrutando de las 6 salas del museo en solitario; 

nos ofrece una breve exposición fotográfica

 

con textos explicativos que, bajo el título de "Las Tablas. Una exposición para conocerlas".


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