De las Negras a Cala San Pedro y el Camaleón Equilibrista

Salgo por el GR-92 desde el extremo sur de la Playa de Las Negras, 

voy dejando atrás las últimas casas de este pueblo, creado gracias a la tradición pesquera por la riqueza de sus aguas; el nombre de Las negras se debe a la formada de andesitas, rocas ígneas de origen volcánico.

La pista costera hacia la Punta del Cerro Negro, me aboca al Barranco de las Negras 

donde encuentro al “camaleón equilibrista” (Chamaeleo chamaeleon);

 en España, su hábitat se limita a puntos muy concretos de Andalucía donde, aunque son abundantes, no suelen sobrepasar los 4 años de vida por atropellos en su época de celo (agosto y septiembre), ya que coincide con los desplazamientos de los machos y del tráfico, a las zonas de playa que constituyen su hábitat, cada vez más amenazado por la expansión urbanística del litoral, el empleo de insecticidas y falta de protección legal; en menor medida los hay en el sur de la provincia de Alicante y el Parque Natural de la Sierra de la Muela, Cabo Tiñoso y Roldán. 

Es un reptil de costumbres diurnas y arborícolas, de movimientos lentos y acompasados; solitario y muy territorial, captura toda clase de insectos que le quepan en la boca, a excepción de los de caparazón más duro. Gusta vivir en las dunas costeras y lugares secos cercanos al mar, no representando amenaza para otras especies.

Tuerzo a la derecha en ascenso por la pista que remonta Cerro Negro (172 m), 

hasta el límite del tránsito rodado; una explanada con abundantes vehículos aparcados;

 el sendero pasa por un collado 

y transcurre bajo los cantiles del Cerro de las Agüillas (191 m), 

disfruto del entorno entre aguas turquesas y paisaje semidesértico; 

comienzo a descender hacia Cala San Pedro donde existe una comunidad hippie, cuya economía proviene de la confección de artículos de artesanía, 

se abastecen de agua gracias a un pequeño manantial que riega sus pequeños huertos, manteniendose un auténtico vergel junto a la playa de arena blanca, semejante a las tropicales.

La senda pasa junto a las ruinas del Castillo de San Pedro; 

a finales del siglo XV, trás la reconquista de los Reyes Católicos, una guarnición de 12 soldados vigilaba la playa de los ataques piratas, se le adosó una torre en el siglo XVI 

y a partir del siglo XVIII, se utilizó como cárcel y amplío la dotación a 26. El castillo cayó en desuso en el siglo XIX, unas vallas impiden su visita, por peligro de derrumbe.

Desde Los Escullos hasta la Cala de San Pedro, se emplazaron catorce fortalezas defensivas de las que aún se conservan algunas (San Ramón, Torre Alumbres, Castillo de San Pedro, etc.) para defensa de los piratas que partían de puertos como el de Túnez, Tánger, Sargel o Argelia en busca de botines; los más sanguinarios eran los bereberes (zona del Magreb), tras desembarcar se sucedían los saqueos, robos, violaciones y toma de prisioneros para el mercado de esclavos.

Me refresco en el manantial  

y accedo entre varias tiendas de campaña de jóvenes, la mayoría ingleses y franceses, han venido a pasar algunos días en este enclave tan especial; desde el bareto playero, 

me vuelvo por las escaleras que se van bifurcando sucesivamente, 

distribuyendo a las diminutas parcelas o viviendas, construidas con los materiales de la zona, por aquellos que residen durante todo el año.

De vuelta tomo un sendero 

que bordea el aparcamiento, 

pasa junto a las ruinas del Cortijo de Ricardillo, 

objeto de proyecto para construir un hotel rural de dos estrellas; incumple varios artículos del plan de ordenación uso y gestión de recursos naturales de Cabo de Gata; 

realizo un trecho por el Barranco de las Agüillas, 

tomado por un enorme rebaño de cabras, 

algunas subidas al risco da vértigo mirarlas;

 un curso de agua entre el cañaveral donde croan las ranas, 

se une a la pista de la Ruta de Los Piratas, 

que me devuelve al punto de partida.



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