Paseando por Buitrago del Lozoya

Buitrago del Lozoya destaca por la conservación de su antiguo recinto amurallado y su casco urbano declarado bien de interés cultural, se asienta sobre un promontorio formando una curva de herradura sobre el río Lozoya, a modo de foso natural de defensa; ocupa una posición estratégica en la Sierra Norte madrileña, desde donde controlar la vía natural que comunica ambas mesetas a través del puerto de Somosierra.

Aparcamos junto a una casona donde reza en su portal, Santa Emilia por toda seña; 

transitamos unos metros por el arcén del puente con grandes vistas del casco viejo, 

ascendemos por la calle Lozoya hacia la Calle Real y la Plaza Mayor; 

torcemos a la derecha en descenso por la calle de los Jardines hacia el Paseo del Río Lozoya, vemos en la torre campanario de la Iglesia de Santa María del Castillo, a las cigüeñas ejecutando el “crotoreo” o salutación hacia su pareja, haciendo castañetear sus mandíbulas; 

hacemos un alto admirando las oscuras aguas del remansado río Lozoya, 

gracias que en la segunda mitad del siglo xx, se construyeron los embalses de Puentes Viejas y Riosequillo.

Examinamos la coracha

 o apéndice de muralla que se introduce en el río y cuya función era cubrir el acceso al agua en caso de ser asediados por el enemigo. 

Cruzamos bajo el arco del recinto defensivo de origen musulmán, construido en el siglo XI, fue restaurado casi continuadamente hasta 400 años después. La entrada por la izquierda al interior esta clausurada por obras de restauración como atestigua una grúa en cuyo contrapeso hay un nido de cigüeñas o son del género “albañilas” o bien están paradas las obras.

Entramos brevemente en la Plaza del Castillo

 para examinar el artefacto correspondiente a una máquina de guerra medieval denominado trabuco de contrapeso. 

Vamos a realizar el paseo de ronda por la muralla, en un recorrido de más de 800 metros, primero por el adarve bajo o tramo que transcurre paralelo al río Lozoya, donde la muralla no excede de los 6 m de altura, 2 m de grosor y solo cuenta con una serie de contrafuertes en su flanco este, ya que el río actúa de parapeto.

 Caminando arriba de la muralla por el adarve alto, 

la zona más vulnerable del recinto, cuenta con torreones macizos que se conservan casi en su totalidad,

 barbacana, foso, coracha, una torre albarrana conocida como Torre del Reloj y un alcázar gótico-mudéjar del siglo xv con planta rectangular, siete torres y un patio de armas central. 

Vemos que aquí la muralla no baja de 9 m, alcanzando los 16 m de altura y 3,5 m de grueso en la parte correspondiente a la torre albarrana, protectora de la entrada principal del recinto; de planta pentagonal como buen bastión defensivo, contiene un acceso en recodo, con un arco doble de herradura hacia el interior y uno ojival hacia el exterior.

Bajamos de la muralla a unos metros de su cierre, 

rodeando el jardín con un pequeño laberinto

 y entrando por la Calle de la Villa; 

el núcleo más antiguo es "la Villa", corresponde a la parte más alta dentro del recinto amurallado; los otros dos arrabales están distribuidos,  uno al sur llamado San Juan y otro al norte, en la otra orilla del Lozoya, conocido como Andarrío.

Salimos a la parte alta de la Plaza del Castillo orientando nuestros pasos hacia el kiosko donde se realizan las visitas guiadas a la parte de la muralla, que cuenta con una exposición de armas defensivas;

 cercana la Iglesia de Santa María del Castillo 

concluida en el año 1321, consta de una sola nave, de planta y alzados góticos; 

la torre, de gran altura, 

es un bello ejemplar del estilo mudéjar; sobre el altar mayor luce el artesonado original del Hospital de San Salvador (desaparecido durante la guerra civil), fundado al igual que la iglesia por Iñigo López de Mendoza, marqués de Santillana.

Cruzamos bajo la entrada del Castillo 

saliendo a la Plaza Mayor 

para cruzar el Puente del Arrabal, 

más conocido como Puente Viejo, 

comunica el recinto amurallado con el antiguo arrabal del Andarrío;

 aún conserva en perfecto estado su vano central de medio punto y algunos arcos de lo que fue un acueducto que conducía el agua hasta los arrabales.

Nos adentramos por la izquierda en un sugerente camino, 

aunque tiene buenas vistas del casco medieval, 

nos conduce bajo los puentes de la carretera; 

regresamos al aparcamiento callejeando pues.

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