De Balboa a Parajís

 

Acceso desde la salida 419 de la A6 dirección Vega de Valcarce, pasando la localidad de Ambasmestas torcemos por la derecha a Balboa, aparcando en la extensa explanada junto al campo de futbol (42°42'27.61"N 6°55'23.94"W).

El pueblo de Balboa (comarca del Bierzo, León), ubicado en la entrada a la Sierra de Ancares, con 79 habitantes censados, puede presumir de poseer casas prerromanas de origen celta: las pallozas,

 construcciones de planta circular, con paredes de piedra y tejados vegetales normalmente formados por tallos de centeno que rematan en forma cónica que nos recuerdan al poblado de Astérix, el galo.

Comenzamos la andadura tomando por la derecha del aparcamiento, la estrecha carretera a Chan de Villar; en 275 m, junto al bar Hórreo de Ribada con vistas de la Palloza de Chis, 

tomamos pista herbosa en subida a una torre del tendido eléctrico; avanzamos entre los robles hegemónicos en toda esta zona; sorteando el helechar

 y pasando junto a un castaño monumental; enlazamos con pista en mejor estado (que seguiremos a la vuelta).

Tras 450 m, en Ruidelobos, sorteamos una red 

en cruce balizado; 

la pista se convierte en la Senda del Valle del Río Balboa, con tramos de barro provocados por los frecuentes regatos que invaden el camino; 

vamos entretenidos siendo devorados por los mosquitos, descargando nuestro estrés a bastonazos con las zarzas que invaden el camino.

Agachados, cruzamos junto a un esquelético somier sujeto con hilos y alambres, 

para pisar el primer puente sobre el río Balboa; 

aunque solo llevamos 2 km, esperábamos algún cambio en el paisaje como así fue; caminamos paralelos al río por su margen izquierda, vemos en la otra orilla un caballo y un asno, 

entramos en una preciosa zona poblada de hayas con algún avellano 

y otro poste indicativo, poco más adelante se juntan los regos de Lamas y Ruidelobos (conformando el río Balboa).

Alcanzamos una bifurcación, 

ascendiendo ligeramente por la derecha, vemos la flecha en madera que marca el trayecto; 

pasamos por una construcción, que bien pudiera ser un secadero de castañas, ya que no posee ventanas y sí agujeros de ventilación; 

cruzamos el regato Ruidelobos por el segundo puente, 

acometiendo el pronunciado ascenso final y abandonando momentáneamente la permanente sombra del arbolado; distinguimos zarzamoras, brezos, saucos, cerezos y castaños monumentales, 

antes de entrar en la curiosa aldea de Parajís o Paraxís.

Paraje sorprendente con el tiempo detenido en su calle de viviendas con destartaladas solanas, muros de sillería, casas de dos plantas, techos pizarreros y cerramientos en madera; 

aunque no vemos paisanos, nos da la bienvenida un gigantesco castaño centenario 

rodeado por higueras, laureles, manzanos,

 cerezos, perales, 

etc. (también dos gatos un perro ladrador y alguna gallina alborotada).

Tiene censado un habitante, destacando su ermita única en España: 

aquí se conserva una talla del demonio a la que los vecinos del pueblo llaman cariñosamente demín,

 convive con la talla del bando contrario que da nombre a la ermita: Capilla del Ángel de la Guarda (ambos reciben devoción y respeto por igual); comemos empanada de bacalao a la umbría de sus muros y emprendemos el regreso.

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