Senda Mitológica Leonesa
Carande y Horcadas, pueblos con suerte del antiguo valle de
Riaño anegado bajo las aguas, se libraron por muy poco de permanecer sumergidos
en el olvido, al igual que los del Embalse
de Barrios de Luna; partimos caminando a las 7,45 h con 6 ͦ en pleno Agosto bordeando el pueblo,
con muestras de la ganadería vacuna, junto con la ovina, equina y la caza representan
su actividad económica.
La pista ganadera (SL-LE7) paralela al embalse,
pasa junto a una fuente y el cartel informativo rutero;
avanza entre cerezos aislados
y zona de arándanos
a un paso canadiense;
vamos llaneando entretenidos observando como levanta la niebla sobre las aguas del pantano,
hasta alcanzar la bifurcación
con la senda.
Ascendemos a la Collada de la Carrizosa
entre arbustos de Rosa spinosissima o pimpinellifolia, resistente a la sequía, altas temperaturas y heladas;
el sendero se adentra en Cueto de Valdecolina
a través de una pradería con arroyo,
para dar paso al avellanar
y hayedo posterior
donde aparece la Vieja
del Monte.
En zona con algo de pendiente y rocas resbaladizas, cruzamos con precaución el regato
para ver al Trasgu,
un duende familiar, pequeño o invisible, que habita en el hogar; suele ser cojo (pierna derecha), con rabo (a veces cuernos) y siempre con la mano izquierda agujereada; de carácter burlón, inquieto y juguetón.
Se le asocia con las travesuras, despistes y
desapariciones de objetos necesarios.
Iniciamos un pronunciado ascenso
hacia el robledal de la Collada de Riosol,
descendemos unos metros, para subirlos por pista a la derecha, un sendero desciende 100 m
donde habita la Mora o Xana;
de vuelta a la pista, vemos acechando al Diañe o Diañu,
diablo
menor al que se atribuyen jugarretas y travesuras.
Alcanzamos la entrada al Mirador de Reñuberu,
personaje de fábula que, bajo forma de hombre corpulento y con gran sombrero, anda por las nubes en día de tormenta disponiendo los fenómenos atmosféricos: lluvia, nieve, granizo y, sobre todo, truenos y relámpagos; desde el mirador,
las vistas panorámicas abarcan de izquierda a derecha: Peñas Pintas y Huelde; Picos Llerenes, Gilbo, Yordas,
Beza, Torre Santa y Pandián, además del embalse y
Riaño.
Iniciamos la vuelta y descenso final pasando por otro robledal,
un florido serval
y el banco-mirador sobre Carande (encadenado para que no se lo lleve el Diañe)
con vista de postal;
cruzamos bajo una chopera
antes de cruzar por las calles del pueblo,
con toques originales en algunas de
sus viviendas.
Nuestro agradecimiento a Camino Gutiérrez (maestra jubilada como yo), Javier Fernández (Ingeniería), Alejandro Díez (autor de La senda del hayedo), Antonio González (Asociación Vadinia), junta vecinal de Carande, Grupo de Acción Local Montaña de Riaño (financiadora del proyecto) y Pepe Llorente (experto en tallas de madera con motosierra y autor de las figuras).
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