Ruta de los Ferreiros

Las ferrerías forman un conjunto alrededor de la fábrica, con la vivienda del propietario o arrendatario, la capilla, los inmuebles de los operarios, las caballerizas, el molino y los campos de cultivo; aunque de origen medieval, los siglos de mayor desarrollo se extienden del XVI al XIX, consolidándose un tipo de siderurgia hidráulica, en la que enormes ruedas movidas por agua, permitirían accionar los barquines y martinetes con los que reducir el mineral de hierro.

Las ferrerías solían estar arrendadas por varios años, siendo los renteros los verdaderos organizadores de la producción, contratando oficiales o ferrones y adquiríendo el carbón.

Viniendo de Pontenova por la carretera AS-21, aparcamos en la Panadería Mousende (no tienen venta al público), 

realizamos 400m por asfalto antes de torcer a la izquierda en ascenso por pista forestal, en el primer cruce seguimos a la derecha pasando por Garda, cuenta con una población aproximada de 12 personas y 4 viviendas.

Torcemos por la izquierda a la entrada de Vilanova, donde hay dos artesanos cuchilleros que mantienen viva la herencia de sus mayores. Continuando ascendiendo por un tupido bosque de castaños y cruzando un puente de madera sobre un regato, entramos junto a unos nogales en la aldea de Pardiñas y su Museo de la Cuchillería de Taramundi, (cerrado, dado lo temprano de la hora) donde se puede ver la escultura de la navaja gigante, 

observar los pasos necesarios en la elaboración de una navaja y conocer la evolución desde la bodega clásica hasta el taller moderno. Junto al museo se encuentra la Casa de Magadán (con dos escudos nobiliarios), última familia en habitarla (desde mediados del siglo XIX hasta el año 2015).

Saliendo de Pardiñas en descenso por camino asfaltado, vemos la Quesería Artesanal Eo-Leche ( Polígono de Empresas Artesanas de Taramundi), pasamos junto a la fuente donde, alguien muy atento, está grabando algo en la pila interior; me acerco y veo que se trata de un Lución o enánago (Anguis fragilis), “Culebrilla de cristal” es un lagarto sin patas,

 estaba debatiéndose para no ahogarse; saco una bolsa de plástico y, a modo de manga, lo saco y dejo en la hierba; 

como perdí las fotos de esta ruta, he tenido que improvisar recurriendo a medios externos y a mis fotos de rutas anteriores.

Pasamos por la Cuchillería de Taramuni y su iglesia de San Martín; 

saliendo de la población 

descendemos por el paso del aparcamiento 

al Museo de los Molinos, 

dispone de 18 molinos: 7 de manuales, 6 hidráulicos, 3 específicos para  niños y 2 a tamaño natural, donde observar su evolución a lo largo del tiempo.

El visitante puede moler, sintiendo el esfuerzo que conlleva el trabajo de molinero; la visita incluye un paseo por el exterior, con paneles informativos y vitrinas de elementos relacionados con los molinos. 

Situados a orillas de los ríos y aprovechando lugares con cierto desnivel, el sistema hidráulico de los molinos capta el agua río arriba, desviándola con un azud o presa hasta un canal, la conduce hasta una pesquera donde se almacena. 

En el modo de conducir el agua hacia el rodezno unos lo hacer a través de una canalización en rampa o bocín; otros usan un cilindro o cubo de hasta doce metros de alto, para conseguir un mayor empuje del agua. 

Una vez abierta la pequeña compuerta o saetillo, el agua golpea con fuerza las paletas del rodezno, haciéndolas girar y transmitiendo el giro a las piedras del piso superior a través de un eje o árbol, compuesto por una parte superior de hierro o espada, que cruza la piedra inferior para unirse a la superior por medio de la lavija, esta encaja en la rueda móvil arrastrándola en su giro y una inferior de madera que encaja en el rodezno (maza). 

Dos piedras cilíndricas, las muelas, con una abertura central, la superior o volandera móvil y sus giros sobre la de abajo o durmiente (se mantiene fija) provocan el rozamiento para moler el grano. 

El cereal se almacena en una tolva de madera de forma tronco-piramidal invertida para, poco a poco caer por el agujero central entre las muelas, que la convierten en harina, va a parar a un cajón de madera o harnero.

Cruzando el Turía, dejamos la ruta del Agua (PR-AS 17) 

y O Mazonovo, por pista que recorre el frondoso bosque junto al río; lo cruzaremos de nuevo, entrando por una antigua ferrería a Veiga da Sarza, pueblo con historia entorno al trabajo del hierro, sorprende su cuidada arquitectura tradicional, en gran medida dedicada al alojamiento de turismo rural y una pequeña ermita dedicada a San Diego. 

Solo nos queda volver al aparcamiento.

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