Mágicos bosques de hayedos en los preciosos Valles de Mirva y Rabanal


Accesos desde el Puerto del Ponton o Riaño, por la NA-625 al cruce de la CL-635 hacia el Puerto de Tarna; tras 3 km, entramos en Burón aparcando en una de sus tranquilas calles.

Seguimos a pie cruzando el resto de la población; 

nos movemos por el arcén de la carretera poco transitada durante 370 m; la cruzamos entrando en el área recreativa de Mirva 

por paso canadiense en pista ganadera  (PR-21); vamos remontando el Valle de Mirva junto a su arroyo; 

vemos un joven membrillero, 

las señales de la Ruta del Colesterol

 y la Fuente del Arco;

 vadeamos un par de veces el arroyo por troncos con apoyo.

Comenzamos a disfrutar pasada una pradería,

 al introducirnos en un frondoso hayedo 

con algunos de sus árboles infectados por un díptero (mosquito de la familia Cecidomyidae) denominado Mikiola fagi  Hartig, deposita sus huevos sobre la superficie de las hojas del haya que, para protegerse, desarrolla sobre las nerviaciones del haz de las hojas, unas estructuras piriformes y verdosas (agallas o cecidillas), que van adquiriendo progresivamente tonos rojizos.

Realizamos una exigente y zigzagueante subida, solo atenuada por la belleza del boscoso entorno y el mágico hayedo; 

se abre

 cuando alcanzamos Prado Llao; 

terminando el ascenso

 junto a una caseta forestal en un acotado de setas, 

las vistas sobre los Picos de Europa merecen la pena.

Con la vista puesta abajo en la aldea de Retuerto, comenzamos el descenso, al poco tiempo eludimos una valla;

 observamos fijada con sus poderosas raíces en el talud pistero, a la Saxifraga cuneifolia, planta herbácea de tallo leñoso y reptante; crece en los bosques (principalmente de haya o castaño) y en rocas sombreadas; le gustan las zonas húmedas con suelos ricos en humus, a una altitud de 400/1600 msnm.

Cambiamos de dirección al paso por el Pico Navarín, 

alcanzamos la bifurcación en Chozo de Corrapos de vuelta a Burón, 

subiendo un trecho rodeando el cerrado Valle Corrapos; cercanos al Collado de la Giesa, cambiamos la pista por sendero, 

desciende serpenteante bajo un tupido bosque con altos ejemplares de hayas envueltas en líquenes; recuperamos la maravillosa sensación de encontrarnos en un lugar de privilegio.

Acabado el bosque, cruzamos una zona encharcada, enlazamos con la pista que transcurre por el Valle de Rabanal,

 cada vez más abierto a medida que nos acercamos a Burón, 

donde encontramos los carteles informativos sobre el recorrido;

 solo nos queda cruzar la carretera al aparcamiento.

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