Los Grifos-Chimenea Peñarroya-Arco y Playa de Cala Cortina-Baterías Frente Izquierdo de Cartagena

 

Accedo por la CT-33 a la Dársena del Puerto de Cartagena, hago completa la rotonda de Santa Lucia, donde hay una grúa flotante Sansón, construida en 1929 de nombre “la Gaditana” en alusión al origen de la empresa fabricante, capaz de elevar 100 toneladas a 25 m; 

aparco en la explanada junto a la gasolinera.

Salgo caminando hacia la rotonda, giro por la izquierda en el primer cruce, 

para tomar la pista asfaltada hacia Los Grifos y Cabezo del Gallufo; 

echo un vistazo a un pozo colmatado 

y al embalsamiento bajo el Castillo de San Julián.

Alcanzo el cruce que, por la derecha, sube a la Chimenea de la Peñarroya; 

La Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya fue una empresa minera de capital francés y carácter multinacional que operó entre 1881 y 1989. 

La actividad de la compañía se centró principalmente en la extracción de carbón y plomo; la fundición Santa Lucía de Cartagena, acabó convirtiéndose en la mayor fundición de plomo de España y segunda de Europa, llegando a concentrar el 66% de la producción española de plomo para la década de 1970.

Disfruto del paisaje sobre la Bahía y Puerto de Cartagena, con el movimiento de los distintos tipos de barcos en el horizonte;

 retorno en descenso al cruce y continuo pisteando 180 m buscando una alternativa para ver de cerca el Arco de Cala Cortina; 



mala idea por la pendiente, los cambrones, alguna zarza y espesos palmitos, sepultan cualquier traza que haya existido, 

me toca salir muy arañado y sangrando de rodillas para abajo, ya que llevo pantalón pirata, 

hubiese sido mejor intentar acceder desde arriba de la pista que sube al Castillo de San Julián.



En el cruce pistero, dejo de tomar altura, para dirigirme por la derecha a la entrada de la Batería de Costa Comandante Royo,

condecorado a título póstumo por su heroica actuación en Melilla, al defender con su vida las piezas de una batería.

Retomo la pista al cruce; 

por la izquierda, dejo la pista por el sendero que recorre por arriba las antiguas Baterías de Trincabotijas Alta; la decisión de la Monarquía de que la flota de Galeras de España invernase en Cartagena (1667-1670), exigía proyectos que reformaban las fortificaciones, y mejorasen las infraestructuras portuarias al nuevo reto.

Se estableció una batería en La Podadera (San Juan de la Podadera), que combinase sus fuegos con la de Trincabotijas, impidiendo la entrada de buques enemigos en la rada cartagenera, pionera de este tipo en la defensa, consistente en disparar a la línea de flotación de los navíos, exigía para el disparo de costa unos asentamientos de baja cota para realizar tiro rasante; perdió gran parte de su utilidad al crearse la cercana Batería de Aguilones, fue empleada tras la Guerra Civil como polvorín, haciendo desaparecer en 1950 dos de los seis asentamientos para cañones, cuando hubo una explosión.

Hago una parada en su mirador con dos gatos de residentes,

 volviendo a la pista con formaciones de sabinas Tetraclinis articulata, 

que solo se hallan aquí y en el Norte de África, donde se extrae la sandapica, una resina aromática y medicinal. 

Realizo un atajo por sendero trialero, 

corto la pista y sigo en descenso entre abundante matorral, para bajar por los vertiginosos escalones a la playa de Cala Cortina;

 desaparecidos los últimos, 

hago un destrepe que, junto con la subida al arco, hacen que la ruta sea de difícil desempeño, aunque se pueden eludir ambos problemas no dejando de pistear, resultando así cómoda, sencilla y fácil.

Recorro la zona del restaurante

 y subo los escalones al aparcamiento, 

donde tomo el paseo de las baterías costeras del frente izquierdo, 

un tramo de 445 m, con carteles informativos de las baterías Santa Ana Complementaria, 


Santa Ana Acasamatada

 y San Isidoro y Santa Florentina.

Tras la visita, 

prosigo por el carril compartido de la bocana del Puerto de Cartagena, con vistas del Fuerte de Galeras. 

En el reinado de Carlos III (1759-1788), se edificaron los castillos dirigidos por los ingenieros militares Zermeño y Llobet: Castillo de los Moros, Castillo de la Atalaya, Castillo de Galeras y Castillo de San Julián. El Castillo de Galeras debe su nombre al tipo de barcos refugiados bajo él, la fortaleza original fue modificándose a medida que cambiaban las técnicas de fortificación, los barcos y las armas; se eleva a 219 m en la cumbre del Monte de Galeras.

Se percibe así mismo el Espalmador Grande, con sus dos grandes túneles horadados en la roca, para servir de refugio a los buques submarinos en caso de bombardeo de la aviación. Finalmente los túneles fueron utilizados como almacén de material logístico del Arsenal de Cartagena. 

Termino por el carril bici del Muelle de la Curra

 a la rotonda de la Grúa Sansón

 y aparcamiento.






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