Cuenca monumental en Semana Santa

Desde la CM-2105, cruzamos el puente sobre el río Júcar en la zona de Recreo Peral; subimos por escaleras y rampas de la Bajada Angustias, 

vigilados por “Los Ojos de la Mora”, 

a la explanada donde se encuentra la Ermita de Nuestra Señora de las Angustias, 

construida en el siglo XVII en estilo barroco sobre otra anterior del siglo XIV; 

seguimos subiendo desde el antiguo convento de los Franciscanos Descalzos; 

cruzamos bajo el arco rocoso 

para continuar hacia el Mirador de Camilo José Cela sobre la Hoz del Júcar.

Salimos por el Arco de la Tabanqueta, una de las siete puertas que daban acceso a la ciudad, 

junto a la Iglesia de San Pedro, construida en el siglo XVIII, de planta exterior octogonal, portada barroca y artesonado mudéjar de una de sus capillas; 

continuamos por la Calle Trabuco, nombrada así porque en la Iglesia de San Pedro, había una lombarda o trabuco para defender la ciudad.

Vemos a nuestra derecha el Edificio del Antiguo Tribunal de la Inquisición, con el Monumento a Fray Luís de León, ahora es el Archivo Histórico Provincial, construido en 1575 y de estilo herreriano; enfrente el Arco de Bezudo, antigua puerta de entrada a la ciudad fortificada, con las ruinas de una alcazaba árabe sobre la que se construyó un castillo en el siglo XIII.

Al cruzar el arco entramos en el Barrio del Castillo, 

el punto más alto de la ciudad, donde obtener buenas vistas sobre la ciudad y la Hoz del Río Huécar; comenzamos a bajar por senda a la derecha, con panorámica del puente y Convento de San Pablo, 

para ver el Antiguo Convento de las Carmelitas Descalzas, 

edificio del siglo XVII, pasó de Convento de clausura 

a museo de arte moderno (Fundación Antonio Pérez), 

tras beber agua de la fuente, caminamos por la Ronda Julián Romero o del Huécar; 

esta encantadora callejuela conquense, 

alberga en uno de sus pasadizos, a un Cristo enrejado como protección contra el robo; 

testigo de una leyenda de amores, desengaños y muerte entre tres personajes del medievo; 

pasados los miradores del Pintor Víctor de la Vega 

y Florencio Cañas 

vemos la fachada algo perjudicada de la Posada de San José, del Siglo XVII y las ruinas de la Iglesia de San Pantaleón con el monumento a Federico Muelas escritor y poeta conquense.

Salimos a la Plaza Mayor, centro neurálgico del casco antiguo enfrente del Convento de las Petras, de estilo barroco y color rosado; 

paramos bajo la Catedral de Santa María La Mayor o de Nuestra Señora de Gracia, 

comenzada a finales del siglo XII tuvo varias reformas, ampliaciones y variaciones en su estilo gótico normando y aportaciones como el plateresco, cisterciense o barroco después; 

como es viernes santo, nos quedamos viendo la una de las tres procesiones diferentes que salen el mismo día, la Procesión del Santo Entierro; 

(al amanecer lo hace la del Camino del Calvario, al mediodía, en el Calvario y al atardecer el Santo Entierro); con los estandartes, guiones y hermanos mayores de la Semana de Pasión, precedidos de la Banda de Trompetas y Cornetas de la Junta de Cofradías que abre el cortejo; 

mientras vamos rodeando la catedral, cruzaba el umbral de una de las tres puertas de la seo, 

la Venerable Hermandad de la Cruz Desnuda de Jerusalén, precedido por los hermanos del Ilustre Cabildo de Caballeros de Cuenca y el Cristo Yacente (obra de Luis Marco Pérez) escoltado por la Guardia Civil y con el Himno Nacional, a cargo de la Banda Municipal de Música de Cuenca.

Vemos la escultura ecuestre del Rey Alfonso VIII, en homenaje a la reconquista de Cuenca a los sarracenos en el año 1177; 

descendemos por la Calle Canónigos y el Museo de Arte Abstracto Español (Fundación Juan March),

 para cruzar por el Puente de San Pablo, construido entre los años 1533 y 1589, para conectar el Convento de San Pablo con el casco urbano; el actual se levantó en 1902 con una nueva estructura de hierro y piedra; 

desde el centro del mismo, 

se capta la mejor perspectiva de “Las Casas Colgadas de Cuenca”, símbolo de la ciudad; suspendidas en la roca sobre la Hoz del río Huécar, 

su origen se remonta al siglo XIV, el Ayuntamiento las compró para salvarlas del derrumbe, reformándolas en su totalidad; las tres que quedan, Casa de la Sirena (Alberga un restaurante) y Casas del Rey pueden ser visitadas (en su interior se haya el Museo de Arte Abstracto Español).

Volvemos del puente encaminando nuestros pasos por la Plaza Ciudad de Ronda

 al Mirador de Ronda, donde poder observar “Las Casas Elevadas de Cuenca” una apretada y llamativa arquitectura vertical de hasta doce alturas, cuyos edificios construidos desde el siglo XV, destacan por sus fachadas coloristas asomadas al río Huécar; 

volvemos a la Plaza Mayor, rodeando la procesión 

por los arcos de la casa consistorial sede del ayuntamiento, 

para tomar por la Calle Santa María

 a la Plaza de la Merced, donde se hallan el Convento de la Merced, 

la Hospedería del Seminario de San Julián

 y el Museo de las Ciencias.

Rodeamos la pintoresca y exótica torre neomudéjar, la Torre de Mangana; 

en descenso por las escalinatas en las inmediaciones de San Felipe Neri, volvemos a retomar desde lo alto la procesión del Santo Entierro, 

justo cuando en medio de la solemnidad y silencio sepulcral, la talla se encara para la interpretación de un motete, por parte del Coro del Conservatorio de Música de Cuenca; 

el golpeteo rítmico de los estantes contra el suelo, la uniformidad de las túnicas, los sobresalientes capirotes de los penitentes y la reanudación de la banda de música, nos sacan de nuestro ensimismamiento, 

volviendo a respirar para seguir descendiendo a la calle Andrés de Cabrera y cruzar bajo la Puerta de San Juan de vuelta al Recreo Peral.

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