Perrete Tierno en la Rambla de la Parra

 

Accesos desde la rotonda de entrada a Fortuna, donde confluyen las carreteras RM-A5 y RM-422 (Abanilla y Yecla), siguiendo esta última hasta la siguiente rotonda, donde se anuncia Pinoso a 27 km y en 3,5 km, antes de cruzar el Puente sobre la Rambla de La Parra, 

descendemos a la izquierda para aparcar en 100 m.

La cuenca de Abanilla-Fortuna es la que menos precipitaciones registra en la Región, 

es por ello que la Rambla de la Parra representa un oasis en medio de un paisaje subdesértico, 

vamos a padecer y disfrutar por igual de un corto recorrido

 entre lodazales impracticables, vegetación cerrada de ribera, impresionantes lomos acarcavados, formidables badlands compuestos de margas, arcillas y yesos.

Veremos manchas de sal de las tierras emergidas del lecho marino hace entre 40 y 60 millones de años, apreciaremos la calidad visual, estética y ambiental de este tipo insólito de paisaje, 

donde el caudal permanente debido a una perforación en la cantera de la Casa de la Parra, rompió el acuífero aflorando el curso subterráneo tributario del río Chícamo.

Este corredor ecológico permite que proliferen el jabalí, gato montés, tejón, perdiz, anfibios y reptiles; en cuanto a la flora observaremos tomillos, aneas, 

albardines, espartos, escobillas, hinojos, pijolobos, limoniums, cañas, carrizos, 

pinos y palmeras.

Aunque nos encontramos muy cerca de la carretera, no podemos evitar un sentimiento indefinido de soledad o desamparo, producido por el silencio circundante y la desnudez que presentas las suaves lomas erosionadas, peladas de vegetación,

 así como la dificultad, incluso el vértigo por encaminar nuestros pasos entre crestas, 

surcos, grietas y vaguadas.

Durante el recorrido, con pequeños saltos de agua, 

cruzaremos varias veces la rambla, 

siempre buscando abrirnos camino, eludiendo cuantos obstáculos naturales nos salen al paso; 

el track he tenido que limpiarlo, quitando los numerosos intentos, bien de rodeos o el ir y venir acarreando piedras para colocar en los constantes vadeos, 

dejando constancia del tortuoso seguimiento en tan poco terreno ganado; no deseando pasar calor, hemos ejecutado este paseo, cuando hace poco tiempo ha llovido como hace años no se había visto.

Para la vuelta, 

seguimos una pista en desuso 

hasta otra en buen estado junto a dos enormes balsas, 

realizando unos metros por asfalto al aparcamiento.

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