Cueva y Mirador del Armentero
Cruzo la cadena, salvando el Río Guadiela por el puente, donde se hallan instalados los paneles descriptivos sobre las dos rutas que parten del mismo;
esta vez le toca a la Cueva y Mirador del Armentero;
para ello tuerzo a la derecha descendiendo a la orilla del Río Guadiela,
un tilo asomado al cauce me acoge bajo su sombra, escuchando el sonoro discurrir del agua;
retomando el sendero con ejemplares de tilos centenarios, alcanzo la Represa de los Tilos,
obra hidráulica por la
hoz, con un canal de agua para alimentar la mini central de Vadillos.
Un cartel nos describe la geología de la Hoz relacionada con los periodos jurásico y cretácico, así como las transformaciones experimentadas en el cañón del Río Guadiela, debido fundamentalmente al cambio climático,
por
eso tienen ese aspecto de librerías enladrilladas los paredones rocosos.
La vegetación predominante según laderas, de umbría o solana, también condicionan la clase de árboles o plantas que las habitan;
el sendero de cómodo caminar, se hace pista frondosa gracias a los avellanos
y especialmente a los tilos;
cruzo por el puente de madera de la Cascada de Castro
pero sólo vierte agua en épocas de lluvias
constantes en invierno.
Llego a la Cueva de La Ramera, se accede por escalera enjaulada con 20 m de altura, de acceso restringido, es visitable de pago en grupos de 10 y con guía;
su fama proviene de ser la caverna más grande descubierta en Cuenca, además de las curiosas formaciones de espeleotemas que decoran sus paredes y en el hecho de que estuvo habitada desde el Neolítico. A pesar de que se tienen cartografiados más de 4 kilómetros, sólo una pequeña parte está abierta al público.
Entre la espesura distingo en la pared de enfrente, el travertino de la Casa de la Toba, excavada en la misma roca y relacionado con un antiguo represamiento del río Guadiela.
El sendero se eleva a la altura del canal,
donde observo en las cornisas de los acantilados, a los buitres leonados sobrevolando la hoz
y abajo
los plegamientos estratificados por la acción de titánicas fuerzas tectónicas.
Tomo el desvío
en fuerte ascenso, salvando en 750 m los 215 de desnivel
hasta el Mirador del Armentero primero y entrando en la cueva después;
las vistas más espectaculares son del Estrecho de Priego y la Hoz de Tragavivos;
respecto a la cueva, es pequeña y el único habitante que encontré, no paro de revolotear asustado por la luz del frontal, a juzgar por su tamaño, se trataba de un “murciélago grande de herradura” propio de estos confines.
La vuelta “deprisica” y por el mismo camino.
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