Paseo Botánico por la Hoz de Beteta
excavados en la roca por el río Guadiela (Declarado Monumento Natural con el nombre de Hoz de Beteta y Sumidero de Mata Asnos); en 2,8 km, accedemos al pequeño aparcamiento en la Fuente de los Tilos (40°32'47.28"N 2° 7'58.19"W).
Cruzamos la cadena, salvamos el Río Guadiela por el puente
y vemos los paneles descriptivos sobre las dos rutas que parten del mismo;
nosotros vamos a realizar primero el Paseo Botánico,
para ello torcemos a la izquierda, pasando por la central hidroeléctrica
y la entrada del Área de recreativa Fuente de los Tilos; a partir de aquí ascendemos con algo de pendiente, paralelos al antiestético impacto ambiental que supone el Gusano de Acero;
conduce el agua hasta la turbina de la sala de máquinas, transformando al rotar sus álabes su energía cinética en energía mecánica de rotación. El eje de la turbina está unido al del generador eléctrico, que al girar convierte la energía rotatoria en corriente alterna de media tensión.
En mi opinión, su
elevado tiempo de construcción, alto coste en infraestructuras y de inversión
por kilovatio instalado, no las hacen rentables, quizás sobra en este
paradisiaco lugar, ya que altera el ciclo de vida de la fauna.
Vemos el cartel que nos indica donde se hallan colocados los paneles sobre las clases de árboles, las formaciones geológicas, curiosidades de la Naturaleza y las interacciones del agua con el medio.
Pasamos junto a un
canal de derivación justo cuando deja de brotar el agua por un despeñadero
directo al Guadiela.
Este espacio natural tan húmedo y sombrío, favorece el crecimiento y conservación de robustos ejemplares de tilos centenarios; preservando uno de los últimos reductos de especies vegetales endémicas, raras y amenazadas, como los bosques de avellanos y sobre todo tilos, pertenecientes a los pocos bosques eurosiberianos de la época glacial.
La riqueza botánica no se limita a estas dos destacadas especies, están acompañadas de pinos negrales, bojes, acebos,
arces, sauces, álamos, fresnos,
tejos (uno crece en las paredes de la hoz), olmos de montaña, mostajos,
quejigos, sabinas y hasta plantas carnívoras (Pingüicola mundi).
Ascendemos unas escaleras de madera, para tener otra perspectiva del paredón calizo,
donde las diaclasas han permitido fluir el agua entre las grietas de las rocas carbonatadas
y dar cobijo a la Pingüicola mundi,
planta que atrapa insectos al quedar adheridos en el líquido viscoso y pegadizo,
compuesto de enzimas digestivas y ácidos, que rezuman sus hojas.
Tras subir por una pasarela de madera,
el sendero nos conduce a un mirador sobre la Peña del Castillo,
en las cornisas de sus acantilados
anidan el buitre leonado, alimoche, águila culebrera, el ratonero y el águila
calzada.
Llegamos al tilo gemelo colonizando rocas;
los tilos, herederos del pasado, llegan a vivir hasta 900 años, alcanzando entre 20 y 40 m de altura,
sus flores poseen propiedades curativas y sus hojas al
descomponerse, proporcionan un humus de alto contenido mineral y de nutrientes,
resultando muy útil para mejorar tierras escasas de minerales y otros
nutrientes.
Tras un paso angosto
encontramos al tilo monumental,
fantasmagórico … el fascinante "kraken del bosque";
el suelo esconde pequeños hongos escondidos entre la hojarasca;
cruzamos a través de las ruinas de una antigua estación eléctrica,
pasamos una zona embarrada llegando a la cascada tobácea;
al deslizarse por el suelo las aguas se cargan del CO2, debido a la actividad biológica de vegetales y bacterias, habiendo disuelto las rocas calcáreas del acuífero durante su trayecto.
Cuando el apoyo vegetal muere y desaparece, deja el hueco que antes ocupaba vacío, de ahí la porosidad de aspecto cavernoso que presenta la toba.
Tras observar el viejo canal tapiado,
el ensanchamiento del sendero coincide con el despeje arbóreo,
cercano ya al área de recreo sita en la Casa de la Pradera;
me doy la vuelta, pues me espera el otro recorrido propuesto, el ascenso al Mirador y Cueva del Armentero.
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