Gualda-El Tesoro de Carramantiel-Arroyo de Barranco Grande

Accedemos desde la N-204 por la GU-927 a la entrada de Gualda, localidad española perteneciente al municipio guadalajareño de Cifuentes, en la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha donde aparco.

Seguimos a pie rodeando por las calles de Gualda

con vistas de su iglesia parroquial La Asuncion de Ntra. Sra. de estilo barroco neoclásico, del siglo XVIII, 

su fama le viene por el descubrimiento, a finales del siglo XX, de una necrópolis visigoda del siglo VII. Gualda fue el escenario de la firma del monarca ‘Sabio’ para sellar los privilegios que daban origen al Concejo de la Mesta en 1273, creando una organización centralizada que garantizase los beneficios que se derivaban de la ganadería ovina trashumante. 

Los monarcas castellanos se percataron de los beneficioso que podía resultar para sus haciendas, la reglamentación a escala de todo el reino del negocio lanero por las ventas a Flandes, sobre todo donde se elaboraban los mejores tejidos de la época y que demandaban para ello mucha lana. 

Ya en el año 1258, Alfonso X impuso el pago de un solo montazgo anual en todo el territorio de realengo y, en 1269, decretó la percepción de un servicio sobre el tránsito de los rebaños y reconocimiento de cañadas que asegurasen el acceso a los pastos complementarios y que culminó con las atribuciones regias sobre todos los ganados del reino.

Salimos en descenso del pueblo por Travesía Amargura con vistas de la Ermita de la Purísima Concepción; cruzamos el Arroyo de Barranco Grande,

pasamos junto a una antigua balsa

y alcanzamos el cruce con pista en desuso que seguiremos, nos acompañan rusticas señales de las tumbas; 

pocos metros después de que se difumine el camino, a la altura de un comedero de perdices, 

torcemos a la izquierda en la atalaya por suelo rocoso y arbustivo

 llegando a las zona de “tumbas”

Nos encontramos en la margen derecha del Barranco Grande, hasta no hace muchos años cola del pantano de Entrepeñas, acoge, en el paraje conocido como “El Tesoro de Carramantiel”, una necrópolis visigoda junto a un asentamiento rural unidos por 200 m en línea recta.

En Octubre de 1.992, los arqueólogos inician ya el primer trabajo serio con el fin de conocer la amplitud y conservación de la necrópolis, documentaron treinta y cinco tumbas excavadas en la roca, todas con cubierta, se trata de fosas alargadas, con tendencia a la forma rectangular, algo más anchas en la cabecera y con el fondo bien encuadrado, en algunos casos, o de forma oval en otros. 

En su mayoría, la cabecera se encuentra dirigida casi siempre, al Oeste. En algunos sectores de la Necrópolis, se apreciaron agrupamientos claros, que podrían corresponder a espacios familiares, incluso, había indicios de haber sido reutilizadas dos de ellas, por los restos encontrados. Por otra parte, la inexistencia de los clavos, hace suponer que los cadáveres debían depositarse sin el ataúd correspondiente.

A medida que la excavación avanzaba, fueron apareciendo objetos de hierro y bronce que componían los ajuares, además de fragmentos de cerámica y algún vidrio. Entre los objetos encontrados en las tumbas, había cuchillos de hierro, hebillas de cinturón, anillas y aros de remate cilíndrico, todos ellos trabajados en bronce. Es importante la presencia de restos de una placa de cinturón del tipo Trebisonda, ya que contribuye a reforzar la relación entre los cementerios excavados en roca y el periodo final del reino visigodo.

A unos doscientos metros, al Noroeste de la necrópolis, apareció el poblado junto a varias fuentes que brotan en las paredes del mismo barranco. Los restos de muro de piedra y trabajos de adecuación de la roca natural para cimentarlos, hacen suponer que el asentamiento era de cierta entidad; permitiendo por su situación, la defensa y el control visual de cualquier paso.

Descendemos de la atalaya torciendo a la derecha, para caminar campo través

 y explorar la necrópolis; 

volvemos pegados al campo junto al barranco, buscando un sendero que usa el ganado para descender al valle, 

vadear el estrecho Arroyo de Barranco Grande 

y volver por asfalto

 al aparcamiento.


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