Mallorca Costa Monumental

 

Aparcamos en las proximidades de la Carrer del Moll en el Puerto de Palma; 

cruzamos la Avenida de Gabriel Roca al Paseo de Sagrera; lo seguimos por la derecha pasando junto a la estatua de Rubén Dario frente al edificio de la Consejería de Asuntos Sociales; el poeta pasó una temporada en Valldemosa, en 1950 el entonces cónsul de Nicaragua solicitó que se erigiese un monumento en su memoria; 

seguimos a la la Plaza del Cañón con el Consulado del Mar, edificio, de estilo manierista construido en 1669. En su arquitectura destaca la división en tres plantas de su fachada. Fue sede de una institución jurídico-mercantil medieval. Desde 1983 es la sede de la presidencia del Gobierno de las Islas Baleares.

Seguidamente levantamos la vista hacia el magnífico edificio, Sa Llotja, 

una de las obras maestras de la arquitectura gótica en Mallorca; construida por Guillem Sagrera entre los años 1420 y 1452,

 formada por cuatro torretas octogonales de ángulo como contrafuertes y un total de diez torres menores, destacan las gárgolas y estatuas

 situadas en lo alto de las torres. El portal principal está coronado por un arco ojival y presidido por una representación del Ángel Defensor de la Mercadería ya que fue la sede del Colegio de Mercaderes. 

El interior es de planta rectangular dividida en tres naves de cuatro tramos cada una, seis columnas helicoidales con estrías que despliegan las nervaduras de la cubierta.

Cambiamos de dirección por la Calle de la Lonja

 a la Plaza de la Drassana, fue el corazón marítimo de la capital mallorquina, 

preside esta plaza la fuente

 con la estatua del navegante mallorquín Jaume Ferrer; en 1346, capitaneó una expedición a Río de Oro, que le valió ser considerado el primer hidrógrafo del mundo. 

Salimos unos metros por la calle san Pedro, girando a la derecha por San Llorenç a la Parroquia de Santa Cruz, originaria del siglo XIV, de estilo gótico. 

La fachada de la calle de Santa Cruz presenta un portal esencialmente barroco

 y frontón, enmarca un nicho con ábside en forma de concha que contiene una imagen de Santa Helena.

La rodeamos para cruzar por la Plaza de la Puerta de Santa Catalina donde dos palomas de granito nos dan la bienvenida.

 Cruzamos el Puente del Portal de Santa Catalina sobre el Torrente de la Riera

 para entrar en el Parque de Sa Feixina, distribuido en tres niveles y en diferentes alturas. 

La terraza intermedia tiene un estanque con el agua de la fuente de la terraza superior y, en su centro, el monolito en recuerdo de los marineros muertos en el hundimiento del crucero Baleares.

Tras cruzar sus jardines, nos salimos en ligero ascenso por Carrer de San Magí; 

en 150 m torcemos por Carrer dels Molins de Migjorn donde el tiempo parece haber retrocedido a los años 1982/84; 

para examinar las ruinas de algunos molinos

 que encadenan el recorrido desde el Mirador Romántico, 

cuyas vistas al atardecer merecen la pena. 

Mallorca, hasta las primeras décadas del siglo XX, tenía una economía fundamentada en el sector primario y la transformación de los productos del campo, especialmente los llamados de la trilogía mediterránea (trigo, viña y aceituna). Por este motivo, los molinos eran imprescindibles para el sistema de autoabastecimiento local. Continuamos por los Molinos Del Barrio Jonquet 

en descenso hacia la Plaza de la Virgen del Milagro 

donde se encuentra la Parroquia de la Inmaculada Concepción y San Magín; 

de estilo historicista, tiene reminiscencias medievales y renacentistas. 

Desde la Plaza del Pont, atestado de bares y ambiente, cambiamos de dirección por Monseñor Palmer hacia la Plaza Santo Domingo de la Calzada, levantada entera en obras, nos obliga a cruzar la carretera y volver junto al carril bici del puerto deportivo. 

Entre las numerosas embarcaciones modernas, encuentro una muy cuidada, derivada de las antiguas “llaüt”.

Desde los Jardines de Santa Elm, me aventuro hacia el Real Club Náutico de Palma, 

me llama la atención que los grandes buques atracados muy juntos, se encuentren recubiertos y con andamios interiores,

 como si estuviesen siendo restaurados, aunque sus cascos parecen nuevos, por tanto, deben de estar en fase de construcción, tras echar un vistazo a los planos portuarios,

 pertenecen a los Astilleros Mallorca; 

terminado el paseo solo me resta unirme al grupo en el cercano aparcamiento.

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