La Leyenda del Ángel y el Diablo Cojuelo

 

Cuenta la leyenda, que un diablo acechante de peregrinos en el Camino del Norte a Santiago y coleccionista de vieiras, debido a sus fechorías fue perseguido ferozmente por las huestes del Cielo y los caballeros de la Tierra, viéndose obligado a emigrar al Sur con una leve cojera, resultado de la lucha; 

se instalo en un castillo al paso fronterizo entre las tierras del Campo de Cartagena y Murcia, cobrando un peaje o portazgo a los caminantes, siempre bajo la amenaza de quedarse con sus almas; al paso de los años, tuvo que ser una joven virgen, con muy buena mano para hacer brotar el agua de la tierra y también del cielo, la que presento quejas por acoso a sus labores en las cercanías de su Santuario; el Cielo mando a su mejor ángel exterminador, con 6 flechas impregnadas en su punta de agua bendita; 

localizo al Diablo Cojuelo en su castillo, pero escapó a una peña cercana donde escondía sus vieiras; allí resulto muerto por un certero disparo; al ángel le levantaron un monumento y los restos del cojuelo aún pueden verse petrificados donde fue aniquilado.



Nosotros podemos acceder a estos lugares tan singulares, en un recorrido de tan solo 6 km, pero el pago serán desorientación, arañazos y destrepadas; hecha esta advertencia a los mas aventureros, allá va la descripción: Accedo al aparcamiento y área de las Casas del Portazgo, zona antaño destinada a las caballerizas y el ganado, pertenecientes a la guarnición del Castillo del Portazgo; donde transcurre la Rambla del Puerto de la Cadena (separadora del Parque Regional en dos sectores: Carrascoy y El Valle). 

El Puerto de la Cadena proviene de la época medieval, se colocaba una cadena y había que pagar un impuesto o peaje por el tránsito de personas y de mercancías, para cruzar en ambos sentidos: Cartagena o Murcia; de nombre antiguo Puerto de Cartagena. Inicio caminata paralelo a la autovía A-30, 

desciendo al cauce ramblero, cruzo por el viejo viaducto árabe con agujeros circulares excavados en la roca, provenientes de la extracción de muelas, para los numerosos molinos que existían en el Campo de Cartagena mayormente. 

Aunque las fuentes del Caño y de la Marrana ya no manan, sigue habiendo filtraciones de agua que se acumulan formando pozas de escasa profundidad.


Paso por suelo rocoso

 y cañar con algo de barro, 

observando el agua de las lluvias recientes que discurre por la rambla; 

avanzo sin sendero definido y me acerco a la Poza del Puerto, lugar de baño en verano. 

Cruzo por el túnel bajo la autovía

 iniciando un fuerte ascenso, 

hago un alto en el monumento del escultor Anastasio Martínez al Ángel; de siete metros de altura, 

simboliza a un ángel en invocación; con la cruz, forman el yugo y las flechas del antiguo régimen; en la base, un libro abierto como símbolo de la condición de estudiante de Manuel Bruquetas Braquehais, 

afiliado a falange, fue fusilado en las inmediaciones por la Brigada del Amanecer.

El sendero muy empinado no da tregua, aunque no debo ir tan lento, cuando adelanto a un caracol de azulado colorido, preguntándome si tendrá alguna relación con este acontecimiento; desde luego debe de ser una rareza porque no lo encuentro en la red; 

cumbreando la cota de los 404 m, cambia de dirección el sendero derivando por la derecha, 

se estabiliza con vistas del Castillo de la Asomada

 y desemboca en descenso a la pista principal con un depósito de agua, 

antes de descender hacia Rambla Paciencia; 

hemos de llevar track si o sí, ya que es muy difícil seguir la trayectoria cuando, como en este caso, las obras de mejora en los bordes pisteros, esconden una antigua pista olvidada, 

tomada por la maleza y con árboles caídos que se entrecruzan a menudo; 

el lugar no está exento de su encanto.

Corto un sendero, 

sigo bajando un tramo corto, miro a ver si continua existiendo un antiguo afloramiento, pero las zarzas lo impiden; 

comienzo a ascender tomando como referencia un algarrobo añejo

 junto a un encharcamiento; 

hago una paradita en improvisado mirador, 

enlazo con sendero a unos metros del collado; justo al inicio del descenso, 

dejo el sendero hacia el ramblizo monte abajo, 

obstaculizado por árboles y matorral, 

lo cruzo y, a media ladera, transito peleando con la vegetación hacia el fondo ramblero; lo sigo unos metros hasta que me salgo por la derecha 

buscando el ascenso al Cerro de Los Fósiles (donde reposan los restos del Demonio Cojuelo y sus vieiras); 

casi escalando, 

corono su cima con grandes vistas 

y destrepo unos metros, 

para acceder donde se hallan la cabeza

 y el espinazo de nuestro protagonista; 

satisfecha mi curiosidad y tranquilizado ante actos vandálicos que intenten arrancar la concha, 

desciendo al ramblizo de nuevo. (Visto el track a vista de pájaro, hubiese intentado ir cresteando desde el collado, me hubiese ahorrado tiempo y esfuerzo, pero el track del que disponía lo hice hace muchos años).

Cruzando el ramblizo, asciendo penosamente monte través, superando el saliente friso rocoso por la derecha; 

en el descenso por un pequeño canchal orientándome hacia la izquierda, trato de no perder mucha altura, 

pues he de enlazar con la pista

que me conduzca en subida al Castillo de Portazgo, construcción ubicada en el macizo de Las Canteras, 

edificación de planta rectangular, aprovechando el profundo escarpe como protección natural, está fabricada a base de grueso tapial de calicanto, 

posee tres contrafuertes rectangulares, cuya altura total no rebasa los dos metros. 

En el interior del recinto hay dos cuerpos opuestos de seis estancias, cuatro de ellas abovedadas y comunicadas entre sí. 

Se supone construida por arquitectos o ingenieros, conocedores de monumentos orientales o norteafricanos. 

Ahora los restos se encuentran divididos en dos zonas (cortados por la Autovía Murcia-Cartagena). 

En la parte superior, servía de fortaleza y lugar de recreo, la zona inferior era destinada a las caballerizas y el ganado.

El sendero en mal estado, desciende hacia una cantera, 

junto a formaciones erosionadas abarrancadas y coloridas de arcilla pizarrosa; 

cruzo por tubería gigante bajo la autovía, 

pasando una impactante galería de arte grafitero, 

no puedo cerrar los ojos o me la pego, pero mi cara es todo un poema. 

Solo resta cubrir unos metros por el track de la ida al petado aparcamiento.

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